104 Lo que has dejado, a este rey también le gusta

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Las palabras de Jun Xuan Xiao eran como un balde de agua helada, así que Chen Yu trató de calmarse.

"No te debo nada, ¿de qué me culpas?"

Chen Yu miró al rey con franqueza mientras movía las manos, ya no era la mascota prohibida ni el sirviente de Jun Xuan Xiao, esos privilegios habían sido cancelados tiempo atrás.

Los ojos de Chen Yu eran claros, sus labios estaban ligeramente levantados, llenos de burla. Se estaba burlando de su idea de justicia y la terquedad del rey.

Jun Xuan Xiao miró a Chen Yu y su expresión se volvió sombría, el Yu-er obediente que tenía en su mente se había ido, ya no era su vasallo.

"No olvides que tú fuiste él que abandonó a este rey."

'Oh, éste resulta ser el caso.'

Chen Yu se sentía lleno de ironía, resultaba que a los ojos de Jun Xuan Xiao, su partida había sido una traición y le debía una disculpa por ello.

Nunca había querido pensar al respecto, si no había podido ver ni un pequeño destello de esperanza en esa vida, ¿por qué tendría que sentirse avergonzado de haberlo abandonado? El rey de Zhen Bei que siempre estaba arriba de todos los demás, nunca había cedido ante nadie.

"Si, yo soy el que traicionó la justicia." Chen Yu gesticuló. "Dado que soy una persona no confiable y con malas intenciones, el rey aun piensa que regresaría a él para seguir siendo encerrado y usado sólo por sexo, ¿un esclavo?"

Jun Xuan Xiao se sintió golpeado por el pánico al escuchar a Chen Yu y parecía que había una bestia feroz en su corazón tratando de escaparse de su cuerpo.

"¿No te gustaban los días que pasamos juntos? ¿Eras infeliz al lado de este rey?" Jun Xuan Xiao le preguntó con una voz apagada.

'¿A quién le gustarían pasar los días encerrado?'

La sensación de estar excluido de todo y no ser parte del mundo, ¡Chen Yu tenía miedo incluso de pensar en esos días!

¡Había pasado por eso por más de diez años!

Nadie le había preguntado si le gustaba o no, si estaba dispuesto a hacerlo.

Era ingenuo y ridículo, cuando Chen Yu se sentía bien, sentía envidia de los gorriones que volaban sobre el patio. Aunque volaran bajo, al menos podían pasar sobre los muros y rejas, pero Chen Yu no podía.

Chen Yu levantó su barbilla y lo miró con sarcasmo. "Incluso el emperador entiende eso y me deja caminar libremente por todo el palacio, sin ninguna prohibición."

Jun Xuan Xiao abrió la boca pero fue incapaz de responderle por un tiempo, esta era la primera vez que Chen Yu mencionaba a Xiao Xiye y, aunque no pudiera hablar, el rey pudo percibir su tono lleno de satisfacción y confianza. Esto superó por completo la amargura en el corazón de Jun Xuan Xiao, la bestia dentro de su pecho estaba causando estragos, rasgando su corazón y pulmones como si estuvieran a punto de consumirse por el fuego. El siempre controlado Rey de Zhen Bei nunca se había sentido tan alterado.

"¿Te gusta porque te da libertad o te gusta porque es el emperador?" Jun Xuan Xiao le preguntó con los ojos ardiendo llenos de enojo.

La garganta de Chen Yu se apretó y los ojos comenzaron a arderle.

¿Acaso él era un hombre que codiciaba gloría y riquezas? ¿El rey lo conocía realmente?

"Me gusta por todo eso." Chen Yu sonrió y gesticuló indiferente. "Nosotros los sirvientes baratos, está claro que codiciamos fama y fortuna, y envidiamos a la gente. Como el emperador es la persona más distinguida del mundo, ¿a quién no le gustaría?"

El Amante Mudo (Parte 1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora