Día 38. El más temido.

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El castaño asintió ligeramente, apenas un sutil movimiento de cabeza. Pero eso fue suficiente para darle luz verde al perverso dios del inframundo.


[...]

El lugar era igual que como lo imaginaba. La hermosa cama con sábanas de seda negra le daba el perfecto toque al espacio. El joven castaño siguió el beso con algo de torpeza, mientras el más alto le despojaba de sus ropas con algo de desespero. 

—Mghnm~ Tan hermoso~— Recorrió el cuerpo virginal con sus labios y lengua. Mientras, el castaño acariciaba los oscuros cabellos del dios que estaba por hacerle suyo. 

Ahí, donde él lo controlaba todo, ahí y ahora iba a volverse suyo. 

—M-Mi dios~

—Llámame Fred— Murmuró el de pálida piel mientras recostaba al de dulce inocencia en la cama. El más bajo no pudo evitar recorrer deseoso con la mirada aquel cuerpo. Al igual que sus hermanos menores, Hades poseía un cuerpo perfecto. Fornido y marcado, demostrando imponencia y poder, sabía que él iba a recibir todo aquel placer que nadie había experimentado antes.

—F-Fred~ M-Mghnm~— Su intimidad ardía. Y no entendía por qué. Sólo pudo entenderlo cuando el mayor volvió a unirles en un beso apasionado y algo salvaje. Contrario a lo que los humanos creían de ellos, los dioses sentían las mismas emociones pasionales que ellos. 

Una cualidad extraña, pues los dioses debían ser perfectos.

—Mi amado~— Fred soltó un suspiro enamorado mientras descendía los besos hasta el abdomen del menor, donde pronto iría su semilla y su legado. 

—F-Freddy...— Fred levantó su oscura y penetrante mirada para conectarla con la clara y cautivadora del menor. —D-Dígame Freddy... por favor...— El dios asintió con una celosa sonrisa que para el más joven fue cautivadora como el primer amanecer del verano. 

—Freddy. Mi amado Freddy~— Fred besó la mejilla del contrario con dulzura para volver a descender los besos, llegando al despierto y juguetón miembro del joven, quien se miraba avergonzado y caliente ante la situación. 

Todas aquellas emociones y sensaciones nuevas eran como un torrente que arrasaba poderoso contra él. 

—A-Aaah~ M-Mghnm~— Aquellos obscenos pero dulces sonidos encendieron al dios, quien continuó con su tarea, preparando al menor para el asalto. Pronto cumpliría su mayor capricho y deseo. Emparejarse con el hermoso joven, hijo de la diosa Deméter y su propio hermano Zeus. 

Algo enfermo, sí. Pero Zeus era el mayor perverso del universo. 

—M-Mghnm~— Fred apresó en su boca el miembro del menor, succionando con ahínco y notorio desespero, quería ir rápido. Pero sabía que aunque los dioses no debían ser capaces de sentir dolor, el joven doncel podía salir herido. —¿Estás listo~? 

Freddy sólo pudo asentir ligeramente sonrojado y lleno de una vergüenza insuperable. Separó sus piernas con delicadeza, mientras el mayor acariciaba sus muslos para que relajara su cuerpo. Si se mantenía así de tenso, la intrusión le dolería. Y él no quería eso. 

—Respira profundo...— Creía por un segundo que le había olvidado cómo respirar. Aquel hombre le traía casi en un limbo, como si hubiese muerto y caído en un cielo mejor que el cielo celestial que le era prometido vanamente a los mortales. —Ahí voy— Lentamente el mayor se introdujo en el virgen, provocando que las paredes internas de Freddy se estiraran para abrir paso a su miembro. 

Freddy mordía sus labios con ligera fuerza. Le dolía, diablos, claro que le dolía. Pero era tolerable.

—Eso es, Freddy... respira profundo...— Una vez terminó de empalarse completamente dentro del moreno, se quedó inmóvil —Tranquilo... ya está todo dentro...— Para disipar un poco el dolor del acto, Fred volvió a unirse en un suave y lento beso con el menor. 

30 Days of OTP |Frededdy|Where stories live. Discover now