Día 35. Hogwarts

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No era secreto en Hogwarts que, con la belleza del joven Hufflepuff, muchas y muchos jóvenes quedaban embelesados. Y fue precisamente durante la copa mundial de Quidditch que Fred se armó de valor para acercársele, reforzando la rivalidad entre los Slytherin y Gryffindor al encontrar a Owynn casi forzando al menor a darle un beso.

—Freddy...

—¿S-Si?...— En un fluído movimiento, Fred le tomó de la mano y besó el dorso de esta, mostrando la caballerosidad y osadía de un Gryffindor. —Necesito tu calor... tu toque... tu suave piel y tu hermosa voz... ¿Me dejarías hacerte mío como anoche?— Las mejillas del bajito se coloraron hasta casi adoptar el mismo tono rojo de la corbata del mayor. —Sabes que no haré nada que tú no desees.

—Y-Yo...— Dejó caer la túnica a la altura de su cadera, luego desabotonó su camisa hasta los primeros tres botones, dejando ver su lechosa piel y clavículas. El mayor sabía que enloquecería —D-Deseo que me hagas tuyo, Alfred Jean Granger...— Murmuró el menor con dulce voz, el mayor sonrió satisfecho al escuchar su nombre saliendo de aquellos preciosos labios que tanto deseaba.

—Créeme que lo haré, Frederick Jacques Diggory— Murmuró y ambos volvieron a unirse en un beso. Apasionado y dulce, cargado de sentimientos. Ambos entraron al salón de adivinación sin notarlo y tras cerrar la puerta detrás suyo, Fred acorraló al menor contra la puerta para continuar con la acción. Poco a poco la ropa fue estorbando demasiado, así que Fred con delicadeza y obvia desesperación, despojó al menor de su uniforme.

Con cada prenda que se retiraba, ellos se daban otro beso. Cada vez más candente.

—F-Fred~

—Contra la mesa, pequeño. Necesito prepararte.— Freddy asintió sumisamente mientras apartaba la esfera de adivinación de una de las mesas y recostaba su pecho sobre esta. La tela era suave y con cada pequeño roce, sus pezoncitos se ponían duros. —¿Listo, mi amor?— Freddy se tomó unos minutos para analizar el cuerpo del mayor.

Cuerpo fornido y complexión varonil pero sensual, abdomen marcado producto del ejercicio matutino que llevaba a cabo el de azabaches cabellos, piel suave y blanquecina, casi como porcelana, y una marcada V en la zona de su pelvis, de la que sobresalía la cabeza de su miembro.

Por el otro lado, el más alto tallaba a cincel y martillo la hermosa figura del moreno en su cerebro. Cuerpo menudo y delgado, pero con hermosas curvas que le hacían ver tan inocente y tan sensual al mismo tiempo. Piel acanelada como el chocolate de leche y un culete de infarto. Diría que ni su madre podía compararse en belleza contra aquella hermosa criatura.

Luego de admirar el hermoso cuerpo que cada noche poseía entre las sábanas del dormitorio Hufflepuff, Fred tomó un pequeño envase con una viscosa mezcla que servía como lubricante. Luego, dirigió tres de sus dedos a la entrada de Freddy y sin pensárselo mucho, le penetró con el índice.

—M-Mghnm~— No era la primera vez que lo hacían. Mucho menos le dolía. Pero Fred, siendo caballeroso como buen Gryffindor, prefería prepararle y estimularle para no lastimarlo en el proceso. A Fred le gustaba que él también disfrutara el acto de unir sus cuerpos. Y honestamente, eso lo había enamorado. —M-Más~

—¿Cuál es la palabra secreta, hermoso?— Susurró el azabache mientras acariciaba la tersa piel de las nalgas del más pequeño, recibiendo como respuesta un agudo y tierno gemido.

—P-Por favor~

—Así me gusta.— Y le siguió el segundo dedo. En lugar de ser tortuoso, en realidad la sensación de expectativa y de éxtasis eran las indicadas. Freddy en su entera sumisión nunca podría desesperarse o desear algo tan empedernidamente. Pero aquel deseo carnal iba más allá de lo meramente sexual. Podía sentir a Fred amándolo a cada beso, cada caricia.

30 Days of OTP |Frededdy|Where stories live. Discover now