1. Un lugar llamado Wando-eup.

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 A Ji Eun le surgió la oferta de trabajar como médico rural en la provincia de Jeolla del sur, en el condado de Wando.

El condado de Wando eran un compendio de diferentes islas que a duras penas llegaban a unos cincuenta mil habitantes en total, más pequeño que cualquier distrito de Seúl y con una población muy diseminada, a ella le asignaron el pueblo de Shinji-myun, de unos cuatro mil habitantes pero muy bien conectada con la capital del condado, Wando-eup, a través de un puente.

El condado de Wando eran un compendio de diferentes islas que a duras penas llegaban a unos cincuenta mil habitantes en total, más pequeño que cualquier distrito de Seúl y con una población muy diseminada, a ella le asignaron el pueblo de Shinji-m...

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Había solamente ocho minutos en coche entre ambas ciudades y apenas sin tráfico.

Siempre le bromeaba que si tan al sur nos teníamos que ir, hubiera preferido irme a Jeju, era lo más parecido a lo que estábamos acostumbrados, ya que nosotros éramos de la capital.

He confesar que los primeros meses de instalarnos, vivíamos del sueldo de Ji Eun, no encontraba nada de lo mío, sólo existía un centro educativo con atenciones especiales y todas las plazas estaban cubiertas. Me dediqué a trabajar de lo que fuera, lo que más salida tenía era la recolección de algas marinas, durísimo trabajo de recogerlas manualmente para luego manfuctarlas una vez secas.

Wando producía el 80% de las algas de todo el país de diversas variantes, kelp, kim o maesaengyi, entre otras.

Pero dicen que quien la persigue, la consigue y hará cuatro meses me llamaron del centro Educativo Especial de Wando-eup para concertar una entrevista, había una vacante y entonces nuestra suerte cambió.

Me contrataron y por fin teníamos la estabilidad económica que buscábamos, creíamos que ahora era el momento de tener un hijo, y si lo mirábamos positivamente, no había nada más bonito que se criara que en esos parajes tan verdes y oliendo el salitre del mar de sus playas.

Para nosotros, era un mundo perfecto.

Terminamos de desayunar, la jornada apenas comenzaba y me sentía feliz, había expulsado todo el estrés que me acarreó vivir en Seúl en tan sólo un año estando en Wando-eup, y mis ganas de iniciar esta nueva etapa eran enormes.

Si la cigüeña nos visitaba, claro.

—Te veo a la noche amor, te quiero —me despedí de ella contento dándole un beso.

Decidimos vivir en Wando-eup porque era la única ciudad que tenía hospital de todas las islas, con los servicios básicos, entre ellos ginecología y obstetricia, pero especializados sobre todo en geriatría.

Otra cosa buena del mundo del rural es que te ahorras mucho tiempo en el transporte público, aquí no existía eso de hacer trasbordo, varios buses abarcaban toda la ciudad y mi trabajo por ejemplo, estaba solamente a diez minutos.

Y sin masificación.

Geun-Ma era el sitio donde trabajaba, un centro educativo y terapéutico para niños especiales.

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