40. Cuando el miedo atenaza.

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Jongdae hacía años que no visitaba ese lugar, y no puede reprimir que la nostalgia le invada, se sienta en una vieja piedra y la roza levemente con la yema de sus dedos, está escrita la palabra amigos y los nombres de Chanyeol, JunMyeon y la de él mismo.

Era el sitio secreto de la isla de los tres cuando aún eran unos niños, iban después de clases, un lugar apartado del pueblo que vivió tremendas aventuras de piratas, invasiones alienígenas y hasta de batallas de los soldados de los reinos de Silla, Koguryŏ y Baekje.

Siendo más mayores, dejaron atrás esos juegos infantiles y se convirtió en el refugio de sus inquietudes adolescentes, JunMyeon traía a escondidas revistas pornográficas, Chanyeol robaba algunos cigarrillos de su padre cuando no lo veía o Jongdae se pasaba el santo día hablando a su primera novia de instituto, y que en más de una ocasión le tuvieron que cerrar la boca por pesado.

Mira a su alrededor por un instante, se amontan en su memoria esos recuerdos y sus ojos se humedecen, no comprende por qué le dejaron de lado, sigue sin entender cómo era posible que ellos a raíz de la desaparición de Kim Yoonjung dejaron de hablarle.

Conocían a su hermana prácticamente desde el día que nació, y en más de una ocasión tuvieron que hacer de canguros cuando sus padres no podían hacerse cargo de ella.

¿Es que no tienen corazón?

¿Dónde quedó esa amistad de más de veinte años?

Oye pisadas en el suelo, él se levanta de la piedra y espera que la claridad de la luna ilumine el rostro de la persona que se acerca, sigue sin comprender por qué JunMyeon le citó allá

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Oye pisadas en el suelo, él se levanta de la piedra y espera que la claridad de la luna ilumine el rostro de la persona que se acerca, sigue sin comprender por qué JunMyeon le citó allá.

Cuando ambos están cara a cara se quedan en silencio, hasta que JunMyeon le sonríe levemente, reprimiendo las ganas de abrazarlo.

—Cómo has estado, Jongdae.

—Realmente te interesa saber eso o lo dices por decir.

A JunMyeon le duele escuchar eso, claro que le interesa, le sigue considerando su amigo y ha hecho lo posible para que Jongdae intentara rehacer su vida, un esfuerzo en vano por la negativa de éste de dejarse ayudar.

—Lo digo de verdad, aunque no te lo creas, echo de menos cuando estábamos juntos.

Jongdae resopla, pues para echarle de menos no es que se haya esforzado demasiado para demostrárselo.

Ni siquiera en el momento más crítico en que su hermana desapareció se sintió respaldado, simplemente le decía que dejara a la policía actuar.

—No me digas, pues en estos dos años nunca recibí una llamada tuya ¿perdiste mi número?

JunMyeon traga saliva, ese número nunca lo perdió, de hecho se vio tentado miles de veces a llamarlo, pero sabía que su padre le sentaría tremendamente mal si lo hacía.

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