29 | Dibújame cantando

Start from the beginning
                                    

No me doy cuenta de que estoy quieta hasta que oigo un carraspeo.

—Podrías ponerte a dibujar —me suelta, burlón, cuando nota que lo observo. Vuelvo a mi tarea inmediatamente y pasan unos minutos hasta que vuelvo a escuchar su voz—. ¿Así que ahora sabes quién es La Dama Rosa?

Asiento distraídamente. La conversación que he tenido con Emma esta mañana todavía me parece surrealista.

—¿Te acuerdas de mis antiguas amigas?

Alex se incorpora con brusquedad y yo pego un respingo.

—¿Estás de coña? No entiendo cómo pudieron hacerte algo así.

Trago saliva. Me gustaría decir lo mismo, pero hace unos meses tenía un concepto de amistad totalmente distinto al que tengo ahora. En mi grupo éramos cinco y, cuando una de nosotras no estaba, sabía de antemano que las demás se pasarían horas criticándola. Por eso no me sorprendí cuando Emma me dio sus nombres esta mañana.

Una parte de mí ya sabía quiénes estaban detrás de esa ridícula cuenta de Instagram.

—Los chicos del equipo colaboran de vez en cuando. No todos, claro, porque estoy segura de que Mason nunca haría algo así —continúo, y hago una pausa porque sé que esto no le gustará nada—: Pero Gale sí.

Noto el momento exacto en el que todos sus músculos entran en tensión.

—Y, aun así, no te creyó cuando le dijiste que no estábamos juntos —me recuerda, refiriéndose a cuando empezó todo.

Aprieto los labios y niego. Parece enfadado.

—No, no lo hizo.

—No sé cómo lo soportabas, Owen.

—Yo tampoco.

Alex se deja caer de nuevo sobre la cama y me escudriña con la mirada. No quiero mirarle a la cara, así que vuelvo a dibujar. Odio este tema de conversación.

—¿Qué vas a hacer ahora?

Dudo antes de responder. He pensado mucho antes de tomar una decisión, pero no sé qué opinará al respecto.

—Nada.

Para mi sorpresa, Alex asiente.

—Iba a aconsejarte eso —admite—. No creo que merezca la pena, Owen. Ahora sabremos a quién culpar si La Dama Rosa vuelve a entrometerse en nuestras vidas. Puedes usar ese arma a tu favor. Hasta entonces, ¿para qué preocuparse?

Le miro. Yo he llegado a esa misma conclusión. Es curioso que seamos tan diferentes pero tan iguales al mismo tiempo.

—La Dama Rosa siempre ha intentado hacerme daño, pero ha traído a mi vida muchas cosas buenas. Gracias a ella, te conocí a ti y nos hicimos amigos, y también me dio el empujoncito que necesitaba para romper con Gale. Si no me cayeran todos tan mal, iría a darles las gracias.

Alex debe estar imaginándose la escena, porque sonríe.

—Me encantaría ver eso. Fliparían.

—No pienso darles el gusto.

Por fin termino de retocar su nariz y me alejo un poco para ver el resultado. Aunque haya mucho que mejorar, la verdad es que me gusta. Es muy él, incluso más que el primero que hice. Su personalidad está latente en el dibujo. He recreado hasta el más mínimo detalle de su rostro y tiene esa expresión relajada que pone siempre que sonríe.

Mientras tanto, por detrás de mi cuaderno, veo que el verdadero Alex ha abandonado momentáneamente su posición para mirarme. Sonrío y, sin pensármelo, dejo el bloc sobre la mesa y me acerco a la cama.

Cántame al oído | EN LIBRERÍASWhere stories live. Discover now