22 | Un corazón roto

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Nota: Voy a empezar a actualizar más seguido para que estos días en casa se nos hagan más amenos. Lo único que os pido a cambio es que, por favor, votéis y comentéis en los capítulos, y que recomendéis la historia si os gusta. Así más gente podrá leerla y entretenerse emocionándose con Alex y Owen ♥


22 | Un corazón roto

Holland

Me paso el resto del sábado intentando distraerme. Quiero evitar el silencio a toda costa porque así no pensaré en exceso, pero mi casa parece sorprendentemente vacía desde que los chicos se marcharon esta mañana. Como mis padres siguen fuera, de viaje, voy moviéndome a mi antojo por todas las habitaciones. Intento ver una película en el salón, aunque enseguida la quito porque me aburre; cocino un bizcocho en la cocina, que dejo a medias, y me pinto las uñas en el baño, pero acabo borrándome el esmalte porque odio el color.

No podré aguantar aquí sola durante mucho más tiempo. Necesito acabar con el silencio.

Porque, de otro modo, su nombre jamás saldrá de mi cabeza.

Por la noche, Mason me llama para pedirme mi correo electrónico y pasarme el archivo de audio de su canción. Seguro que se muere de ganas, pero no se atreve a preguntarme si estoy bien. Le envío mi dirección y espero hasta que me llega su mensaje. Aunque sé que editar el vídeo me ayudará a distraerme y que eso es justo lo que necesito, guardaba la esperanza de que tardara un poco más en mandármelo.

Porque así no tendría que volver a verlo aún.

Me instalo en mi escritorio con mi portátil y subo las piernas a mi silla giratoria. Mientras descargo los archivos que me han mandado Mason y Sam, me muerdo el labio con fuerza. No quiero verlos, pero no me queda más remedio. Me armo de fuerzas y le doy a reproducir.

Las sonrisas de mis amigos se cuelan entonces en mi pantalla. Ya están sobre el escenario. Mason y Finn sujetan sus guitarras, Blake se encuentra al fondo con el piano, junto a Sam y su batería, y Alex está delante, frente al micrófono. Verlo me genera un odioso cosquilleo en el estómago. Aguantándome las ganas de cerrar el vídeo, lo miro hasta el final, casi sin parpadear, y finjo que no siento nada cuando le escucho cantar.

El móvil de Sam todavía estaba grabando cuando La Dama Rosa subió un vídeo de Gale, mi novio, besando a otra chica. Escucho que alguien sale corriendo e inmediatamente sé que se trata de mí. La perplejidad se adueña de las expresiones de mis amigos, pero solo puedo mirar a Alex. Parece realmente preocupado cuando Blake le enseña el vídeo y decide ir a buscarme, y eso solo hace que me enfade aún más con él.

Resoplando, abro mi programa de edición, recorto el vídeo y añado el audio que grabó Mason para que suene mejor. No tardo mucho en terminar, porque tampoco había mucho que hacer. Lo renderizo y entro en YouTube para subirlo. La cuenta de los chicos todavía no tiene foto de perfil porque aún no he empezado a dibujar el logo de su banda.

Un perfil personalizado llama más la atención, así que escojo un fotograma al azar del vídeo y lo utilizo como foto. Después, ultimo la descripción del vídeo y le doy a publicar. En el título, he escrito «3 A. M. – UNA Y MIL VECES». Si no queremos pasar desapercibidos, tenemos que mover el vídeo por Internet, así que lo anuncio en todas mis redes sociales, mencionando a artistas que me gustan y a personas influyentes que disfrutan de la buena música, y les paso el enlace a mis amigos para que hagan lo mismo.

El domingo, invito a Sam a desayunar y se queda conmigo hasta que mis padres me llaman para avisarme de que llegarán después de comer. Aprovecho la ocasión para contarle lo ocurrido con Gale, y, por supuesto, con Alex; aunque omito el hecho de que llevo todo el fin de semana sin sacarme su nombre de la cabeza. Mi amigo me da la razón en ambos casos, aunque no parece muy convencido criticando a Alex.

Cántame al oído | EN LIBRERÍASDonde viven las historias. Descúbrelo ahora