17 | Mi verdadero yo

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17 | Mi verdadero yo

Holland

Holland Owen me devuelve la mirada a través del espejo y me obligo a dedicarle una sonrisa.

Han pasado dos semanas desde que volví con Gale y mi vida ha cambiado tanto desde entonces que parece que soy una persona distinta. Ahora que he vuelto a sentarme con ellos para almorzar, mi relación con mis antiguos amigos está volviendo a la normalidad. Incluso Stacey, que había escrito mi nombre encabezando su lista negra, parece estar dispuesta a que volvamos a llevarnos bien. Hace un tiempo me preguntó si podíamos quedar para estudiar para los exámenes de Navidad, que terminamos hace unos días, y tuve que inventarme una buena excusa para rechazarla.

Que haya vuelto con Gale no significa que el rencor que siento hacia ella haya desaparecido. Quiero a mi novio, pero Stacey ya no es, ni será nunca más, mi mejor amiga.

Sobre todo ahora que sé lo que es tener amigos de verdad.

O, al menos, eso creo.

Suspiro y desbloqueo mi teléfono cuando se pone a vibrar. Elegancia sobrecargada, el chat que comparto con Blake y los chicos, tiene casi cien mensajes nuevos. La mayoría son GIFs y memes, todo cortesía de Finn; así que me limito a leer la conversación por encima. Están hablando sobre quedar esta tarde para practicar. No me sorprende, porque solo queda una semana para la batalla de bandas y últimamente están muy volcados en los ensayos.

Todos parecen estar de acuerdo y, una vez más, la única que no responde soy yo.

Compaginar mi nueva mi vida con ellos está resultándome difícil. En estas últimas semanas, solo he podido ir a verles ensayar en un par de ocasiones. Ni siquiera sé cómo suena la canción que compuso Alex y que, según Sam, ya está preparada para salir a conocer el mundo. Supongo que tendré que esperar a la batalla para escucharla.

Se me está haciendo tarde. Me suelto el pelo para que me caiga sobre los hombros y doy vueltas frente al espejo para asegurarme de que mi atuendo está perfecto. A la hora de coger mi estuche de maquillaje, dudo. Me tomo un minuto para inspeccionar mi rostro al natural, con todas sus imperfecciones; miro mi nariz, cubierta de pecas, y las marcas apenas visibles que tengo bajo los ojos.

«Estás mucho más guapa cuando no intentas esconder a tu verdadero yo».

Dejo el neceser sobre el escritorio y cojo mi mochila antes de salir de mi habitación. He decidido no echarme maquillaje. Si Gale me quiere de verdad, tendré que gustarle así también.

Cuando bajo a la cocina, mamá está sentada en la mesa, hojeando el periódico mientras se toma un café. A su lado, mi padre termina de enfundarse la chaqueta. Últimamente siempre me espera para que vayamos juntos al instituto. Les doy un beso en la mejilla a cada uno y abro el armario para sacar la caja de los cereales. A diferencia de hace semanas, el ambiente es tranquilo, para nada incómodo. Ahora mi vida es más estable. Es un alivio que todo se haya solucionado.

Antes era una tortura saber que, fuera a donde fuera, todos estarían juzgándome.

Pero ahora vuelvo a ser la Holland de siempre y eso me facilita las cosas.

—Parece que alguien se ha levantado de buen humor —comenta papá, cuando me ve danzar por la cocina. Me río y me siento a desayunar.

—He decidido que, a partir de ahora, quererme a mí misma es mi prioridad.

Sonrío mientras pronuncio esas palabras, y me prometo que, por encima de todas las cosas, cumpliré la promesa. Mis padres cruzan miradas y mamá enarca las cejas.

Cántame al oído | EN LIBRERÍASDonde viven las historias. Descúbrelo ahora