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No sabía como sobrellevarlo, a decir verdad, tenía claro que no iba a ser fácil, pero tampoco pensé que sería tan difícil. Sobre todo, explicarle quién era yo, el porqué no tenía a nadie más que a mi y mi hermano, que era su mejor amigo, y algunos conocidos en común. Las primeras semanas fueron agotadoras, tuve que dejar de lado mis pinturas porque me concentré en él. A veces quería intentar ser cariñoso, pero inconscientemente él se alejaba. Así que quise convertirme en su amigo, su guía.

Él estaba a cargo de la empresa que le había dejado su padre antes de morir hace algunos años. Era el único familiar que tenía, su madre se había ido cuando el era a penas un niño, y a sus demás familiar jamás los había conocido y su padre tampoco le habló de ellos. Tae era parte de mi familia desde hace mucho tiempo, nosotros lo éramos todo para él.

-Nancy se hará cargo de ayudarlo, ella fue la secretaria de su padre y también de Taehyung antes del accidente. Ella puede guiarlo, así que estará bien.-me dijo Jackson, lo había conocido hace algunos años, fue mi compañero y amigo en la universidad y ahora trabajaba en la empresa de mi esposo, nos llevábamos muy bien y yo confiaba mucho en su persona. Me tranquilizaba saber que él también estaba ayudando a que Tae vuelva a acostumbrarse a la empresa.

-Gracias.- le respondí con una sonrisa apenada, creo que no me había dado cuenta lo demasiado pendiente que estaba de Taehyung hasta ahora que incluso mi amigo se dio cuenta que estaba descuidando mi vida, pero no me importaba, mientras pueda ayudarlo en algo, sinceramente lo amo tanto.

-Me contaste que tienes que realizar algunas pinturas para tu galería. Deberías estar en eso, sabes.-me reprochó un poco.

-Lo sé, pero es que me cuesta dejarlo solo cuando parece tan perdido.- el apretó mi hombro y me sonrió tranquilo.

-No estás solo, Jungkook. Hay muchas personas que quieren ayudar. No dejes recaer todo esto en tus hombros. Si podemos ser de ayuda, también lo seremos.

Seguimos hablando mientras observamos a Nancy darle algunas instrucciones a Tae, este asentía rápidamente a lo que sea que ella estuviera diciendo. Me pareció adorable.


Las semanas siguieron pasando y la vida de ambos cobró su rutina diaria. Me sentía aliviado de verlo avanzar positivamente. El me veía como un amigo, todavía, pero yo no estaba molesto, más bien tranquilo. Aunque extrañaba sus besos, extrañaba su manera cariñosa de ser. Él no recordaba nada aún, hablaba con Mark de vez en cuando, quien le contaba todo lo que conocía de Tae y también estaban siendo buenos amigos ahora. Todo volvía a encajar en su lugar.

Cuando menos me di cuenta llegaron los días de nieve. Hacia bastante frío. Tae estaba bastante concentrado en su trabajo y a veces llegaba muy tarde o incluso de noche. Yo siempre lo esperaba en el sillón, como hacía el conmigo, supongo que se había acostumbrado a mi precencia. Aunque dormíamos en cuartos separados teníamos nuestra rutina personal que aunque sin decirlo sabíamos que era algo sagrada. Desayunar juntos, esperar que el otro llegue para ir a dormir, esas cosas pequeñas que llenaban mi vida.

-Buenas noches.- me dijo mientras yo estaba mirando la televisión de la sala.

-Bienvenido.- mi corazón se aceleraba cuando lo veía, él era demasiado apuesto y yo me sentía tan afortunado de tenerle.

-¿Ya cenaste?.- preguntó quitándose en abrigo y colgandolo con los demás abrigos, dejando la llaves del auto en la mesita de entrada.

-Si, tardaste un poco en llegar, así que me adelanté.- sin decir nada el fue a la cocina, me levanté y me senté en la mesa donde el estaba comiendo. Su rostro lucía cansado y un poco rojo. Últimamente las personas estaban teniendo resfriado, que era común en esta época, me preocupé de que el estuviera enfermo.

Me senté a su lado y sin interrumpir su merienda toque su frente, él instintivamente alejó mi mano un poco brusco. Lo miré un poco atónito, el jamás de había rechazado de esta manera. Pero pude comprobar que tenía fiebre.

-Lo siento.- dijo levantándose y llevando el plato consigo.

-No pasa nada.- respondo ocultando el malestar que sentía-.Estás un poco enfermo.

El asintió.

-Si, Nancy me dio algunas pastillas porque también lo noto, no te preocupes. Ahora sólo iré a descansar.- y se había ido. No quise darle mucha importancia, me dije que su comportamiento se debía al malestar.

Sin embargo, no podía dormir. Estaba preocupado por él, así que me levanté y fui a su cuarto.

Su hermoso rostro estaba enrojecido y sudado. Llevé unas toallas y las remojé colacondolas en su frente. El dejaba salir unos pequeños quejidos de dolor.

-Tranquilo, mi amor, estaré aquí contigo.- le susurré.

Lo vigilé toda la noche, tomé su mano entre las mías para asegurarle de que estaba ahí para él. Hasta que no pude más y me quedé dormida, ahí sentado en el suelo y apoyando mi cabeza en su cama, por suerte tenía su cálido mano entre las mías.

Al día siguiente el no estaba ya en casa y yo tenía un fuerte dolor de cuello. No se porqué se ha ido sin despedirse. Llamé a la empresa y su secretaria me dijo que él se encontraba mejor y que no me preocupara. Sin embargo sentía un fuerte apretón en mi pecho, me alenté a mi mismo y me dije que no debía estar triste, sin embargo, su indiferencia empezaba a lastimarme. Yo trataba de darle lo mejor, pero el siempre huía de mi.

Estaba atrasado con mi trabajo, quería distraerme, una parte de mí no quería ir a casa, porque verlo dolía, no quería que verlo me cause dolor. Así que envié un mensaje diciéndole que no me esperara despierto, que iba a demorarme en llegar a casa. Pinté y me metí en ese mundo que me ayudaba a escapar un poco. Cuando me di cuenta ya eran las dos de la madrugada. Así que decidí volver.

La casa estaba oscura, así que traté de no hacer mucho ruido.

-¿Por qué demoraste tanto?.-dijo una voz adormilada desde la sala oscura que me hizo dar un brinco. Con la mano en el pecho encendí la luz y lo vi ahí, sentado en el sillón despeinado, parecía haber despertado cuando llegué. ¿Por qué estaba ahí cuando le dije que iba a llegar tarde?.

-¿No leíste el mensaje que envié?.-pregunte simplemente. Él asintió.

-No podía dormir sabiendo que no llegabas, te llamé al celular pero jamás respondiste, así que decidí esperar en la sala, quizá ir a verte al taller si demoraba demasiado, pero estaba cansado así que no sé cuándo me quede dormido.- sonrío un poco avergonzado y yo estaba muriéndome de amor por ese insignificante detalle.

-No me ha pasado nada, debes dormir, sólo ayer estabas muy enfermo. No debiste hacerlo.

-Sólo estaba preocupado, casi nunca tardas en llegar tanto. Sabes que odio cuando la casa está sola.

-Lo siento, la próxima vez que tenga que pintar muchos cuadros lo haré aquí para no llegar tarde.- le sonreí, él sólo asintió y me deseo buenas noches antes de irse a dormir.

Sin embargo, ese malestar seguía ahí. ¿Cuando se irá ese pequeño dolor que empezó a crecer en mi pecho?.

NANKURUNAISA Where stories live. Discover now