El simbionte obedeció sin ganas y se contuvo. La tensión fue disminuyendo y Keyren volvió a su forma humana cuando pasado un rato, decidió que era seguro. Nina se colocó a su lado.

—H-hola. —Saludó Marco titubeante luego de aclarar su garganta—. Lamento eso.

El chico lobo se mantenía inmutable. Sus ojos iluminados de blanco sin indicio de pupilas. Fue un detalle que Marco notó justo antes de que se transformara, con lo cual concluyó que probablemente se mantenía desconfiado y alerta.

—Soy Marco y él es...—hizo una pausa abrupta, se dió cuenta de que desconocía si su brazo parlante tenía algún nombre—. ¿Tú tienes nombre? —Se dirigió a él.

—¡Claro que tengo nombre, sabandija insignificante! —rechistó indignado—. Mi nombre es...—Se detuvo y echó un vistazo a su alrededor. Marco enarcó una ceja con suspicacia esperando su respuesta—. Mi nombre es...Cactus. Sí, eso mismo.

—Entiendo...—Declaró alargando la primera letra. No muy convencido, fingió no haber visto el cactus que estaba a unos metros al final del bosque, además de ser lo único que habían visto por días—. Y él es Cactus. —Concluyó volviéndose hacia a los hermanos. Los ojos del chico habían dejado su brillo. Se tomó su rato en contestar.

—Soy Keyren. —Comentó con displicencia—. Y ella es mi hermana Ni...

La niña no dejó terminar a su hermano y extendió la mano impaciente para saludar, Marco agachó la mirada y correspondió a la sonrisa tan simpática que se pintaba en ese afinado rostro infantil.

Un resplandor en esos ojos violeta irrumpió en su sentido de la ternura mientras estrechaba la mano que ofreció la chiquitina.

—Hola, soy Nina. —Saludó entusiasmada. Su voz aguda y armoniosa.

—Oh, mucho gusto pequeña. Espero no haberte asustado. —Llevó su palma a su mejilla derecha ocultando sus labios del tentáculo, y se agachó hacia ella hablando en voz baja—.  Esta cosa puede dar un poco de miedo pero en el fondo es un buen tipo. —agregó guiñando el ojo.

—¡Oye, te escuché! ¡Cómo te atreves a insultarme! ¡Déjame decirte que tu aspecto produce más miedo en este momento! ¡Mírate!

Marco se levantó con una sonrisa burlesca, aunque no negó lo dicho pues ciertamente su aspecto era fatal.

—Puedo darme cuenta de que estás perdido. —mencionó el hermano—. ¿O me equivoco?

—Supongo que es obvio. —Sonrió a medias—. La verdad ustedes son las primeras personas que vemos en semanas.

—Imagino que no tienes tú arma dimensional.

Tardó un momento en entender a qué se refería, y negó poco después asumiendo que eran las tijeras.

—No sé cómo rayos llegaste aquí sin poder salir después. —Levantó la palma para detener la interrupción de Marco—. Ahorrarte las explicaciones, por ahora no hacen falta. A decir verdad, se ve que no has comido mucho últimamente y a juzgar por tus ropas, llevas aquí mucho tiempo. Mi hermana insistió en que te ayudara y eso es lo que haré. Si por mi fuera no lo haría, no te conozco de nada y tu sorpresiva habilidad de simbiosis no me da buena espina. —Marco asentía con la cabeza sin decir nada—. Puedes venir con nosotros para que comas algo y recuperes energías. Después deberás marcharte.

Aunque áspero para decir las cosas, su intención era amigable y eso era de agradecer. Hasta hacía poco Marco no había podido comer nada, la dimensión era un páramo absoluto, aunque al menos no moriría de sed puesto que se  topaba con algún que otro cactus a cada tanto. No fue hasta que llegó al bosque que pudo masticar carne de pescado. Además de beber algo que no requiriera pincharse las manos.

Dimensión en llamasWhere stories live. Discover now