Capítulo 33

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Sacudidas.

La tierra temblaba con una furia desatada, sacudiendo los cimientos de Mewni y sembrando el caos en sus calles. Moon, con el corazón latiendo con fuerza, corría por los pasillos del palacio, su mente atormentada por la preocupación y la incertidumbre.

Cada paso resonaba en sus oídos, acompasado con el estruendo de los escombros que caían y los gritos de los ciudadanos aterrados que le llegaban desde afuera. Avanzó tortuosamente todo el camino hasta el vestíbulo, en la entrada del castillo, esquivando objetos y decoraciones, y esforzándose por mantener el equilibrio. El terremoto había tomado a todos por sorpresa, y la urgencia por asegurar la seguridad del reino se apoderaba de cada pensamiento de su mente.

Encontró a un grupo de ama de llaves, aferradas a una columna para mantenerse en pie. Moon trastabilló hasta ellas, y las tres mujeres hicieron el esfuerzo por mostrar respeto.

—Por favor —solicitó la reina—. Necesito que manden resguardo a la habitación de mi hija, ha de estar muy asustada. Mi marido está durmiendo, en sus aposentos, ya saben que tiene el sueño pesado. Él también requiere resguardo.

Las mujeres asintieron y obedecieron la orden. Moon continuó su camino. Al salir del castillo, los gritos y el alboroto golpearon sus oídos, así como las gotas de lluvia que azotaban con fuerza, acompañadas de la ferocidad del viento. La reina se paralizó ante la escena de tinte apocalíptico frente sus ojos, pues el cielo parecía estar a punto de partirse ante el estruendo violento de los rayos.

Fue interceptada por los centinelas y los guardias, con la metódica sugerencia de que era peligroso salir. Sin embargo, una única orden de Moon bastó para disuadirlos.

Con voz firme y autoritaria, Moon se elevó sobre el estruendo del terremoto, lanzando órdenes con la precisión de un general en el campo de batalla. Los soldados reales se movieron con velocidad, estableciendo puntos de reunión y organizando equipos de rescate para ayudar a aquellos atrapados bajo los escombros.

La gente corría en todas direcciones, gritos de pánico llenaban el aire mientras estructuras se sacudían y grietas se abrían en el suelo. Moon, con la corona firme sobre su cabeza y el corazón lleno de determinación, emergió en medio del tumulto. Su mirada escrutadora barrió la escena, viendo el caos y la desesperación que la rodeaba. Pero en lugar de sucumbir al miedo, se llenó de un propósito claro y decidido: proteger a su pueblo.

La aparición de la reina Butterfly se manifestó como un faro de esperanza ante la mirada del pueblo. Cientos de ojos llenos de anhelo se posaron sobre ella, cuya presencia brindaba confianza y alegría en medio del desastre.

Su voz firme se hacía escuchar, mientras continuaba dirigiendo a sus tropas en todas direcciones, como el jefe de orquesta moviendo su batuta frente a los músicos. Pronto el caos y el desorden fue menguando ante la seguridad y la guía que mostraban los soldados, evacuando a la ola de gente por vías de escape seguras.

En un momento crucial, mientras oteaba los alrededores con sus ojos indagatorios, la reina se percató de una figura a lo lejos, la que parecía ser una persona atrapada bajo una estructura derrumbada. Apenas visible entre los escombros y el polvo, luchaba por liberarse de su prisión improvisada. Moon se lanzó hacia adelante sin pensárselo dos veces, atravesando la multitud que se abría a su paso con torpeza conforme la veían venir.

Se deslizó con angustia en cuanto llegó, cayendo de rodillas y observando horrorizada que se trataba de una niña. Los ojos de la pequeña brillaron con admiración al ver a la mujer.

—Re-reina Moon —La voz de la niña temblaba entre sollozos y polvo mientras extendía una mano temblorosa y llena de tierra hacia Moon, implorando ayuda con sus ojos llenos de lágrimas.

Dimensión en llamasWhere stories live. Discover now