Capítulo 5

2.6K 145 129
                                    

Apariencias

*Toc* *toc* *toc*

Ops! Esta imagem não segue as nossas directrizes de conteúdo. Para continuares a publicar, por favor, remova-a ou carrega uma imagem diferente.

*Toc* *toc* *toc*

—Rafael cariño alguien llama a la puerta ¿Podrías ir a abrir por favor?

—Emmh ¿Estás segura cielo? No escuché el timbre —decía él desde el segundo piso.

—No, no usaron el timbre están tocando la puerta. Baja a atender tú por favor que yo estoy terminando de picar para guisar el pollo.

—Ah entiendo...ok bajo enseguida —Justo al decir eso se escuchó un estrepitoso desplome de cosas, como de cajas y metal cayendo.

—¡Santo cielo!, cariño ¿Qué fue eso? ¿Qué estás haciendo allá arriba?

—Ammh jeje nada cielo, no te preocupes, p-pero mejor ve y atiende tu la puerta, creo que estaré *Ouch* e-enderezando mi espalda un buen rato.

—Lo ves —dijo llevándose una mano a la cabeza—. Te advertí que no usaras esa caminadora, te dije que estaba muy vieja.

—Sí querida...ahora lo sé —dijo con dificultad. Angie sonrió negando con la cabeza y se quitó el delantal para ir a atender la entrada.

Abrió la puerta y su semblante cambió por completo al ver a aquella chica pelirroja cargando a su preciado hijo sobre la espalda. Hekapoo iba a decir algo pero Angie rápidamente se precipitó y fue directo a Marco impidiendo que hablara.

—¡Dios mio Marco! —exclamó tocando el rostro de su hijo—. ¡Santo cielo! ¿¡P-pero qué pasó!? —preguntó preocupada.

—C-Creo que se desmayó por el cansancio —dijo una apenada Hekapoo. Angie volteó y se detuvo por en segundo a mirarla—. D-disculpe el atrevimiento señora es solo que él venía para acá pero resultó muy debilitado así que yo lo traje —Empujó un poco a Marco hacia arriba para acomodarlo en su espalda.

—Por Dios querida, ven pasa adelante.

—Sí... C-con su permiso —Dió unos pasos al frente y entró. Asombrada miró la casa de arriba a abajo con su aún tímida expresión. Detrás de ella se escuchó la puerta cerrarse y Angie se acercó.

—Déjame ayudarte con Marco.

—Ehm N-no se preocupe, lo tengo. Solo dígame dónde lo recuesto.

—Ahm entonces, puedes bajarlo allí en el sofá —Angie rápido fue y acomodó un cojín para acostarlo—. Justo aquí —Señaló—. Hekapoo obedeció y lo bajó con cuidado—. ¡Santo cielo su brazo! —dijo Angie al percatarse del vendaje.

—Sí tiene un corte, e-es profundo pero leve, aunque no se preocupe yo misma limpié la herida y la vendé. Estará bien.

—Mi pequeño —susurró acariciando la frente de Marco. Luego miró a Hekapoo—. Muchas gracias jovencita y gracias también por traerlo —Sonrió.

Dimensión en llamasOnde as histórias ganham vida. Descobre agora