Capítulo 28

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Corazón Fragmentado

Las imágenes eran vividas, llegaban a su mente como olas azotando con fuerza las piedras a la orilla de la costa. Las sensaciones y el sentimiento eran indescriptibles. Marco frente a ella, sus ojos ardiendo, sus manos temblando... Aquella preciada foto apareció ante sus ojos y por un momento el tiempo se detuvo hasta que Marco la dejó caer prendida en fuego.

Hekapoo la atrapó en el aire, cayendo de rodillas al piso, en lo que sus manos temblequeaban intentando con desesperación apagar la llama.

El mundo a su alrededor se volvió imperceptible, sus ojos se llenaron de lágrimas y un ardor en el pecho le estaba impidiendo respirar. Alzó la mirada por un segundo, solo para ver a Marco alejándose.

—Hekapoo.

El picor en sus ojos se tornó insostenible, provocando que su mirada se viera obstruida y difusa. No quería estar ahí. No quería sentirse así. En ese momento, quería ser tragada por la tierra. El dolor en su pecho así se lo pedía...

—Hekapoo.

Si tan solo hubiera hecho las cosas bien desde del principio, nada de esto estaría pasando. Debía haberle dicho la verdad a Marco desde que volvió a verlo. Tuvo más de una oportunidad para contárselo, pero su miedo e indecisión le jugaron en contra. Ahora era demasiado tarde. Estaba pagando las consecuencias de la peor manera...

¡Hekapoo! —Una mano se posó sobre su hombro y la sacó de su ensimismamiento. Hekapoo alzó la mirada y se topó con Omnitraxus, viéndola con confusión así como los demás miembros del concejo presentes en la sala, todos observándola desde sus asientos en la mesa.

La reina Moon se inclinó hacia el frente.

—¿Te encuentras bien, Hekapoo?

—Sí... Estoy bien.

—Muy bien.. ah... ¿Quedó claro lo que dije?

Hekapoo echó un vistazo rápido alrededor y luego bajó la mirada. En la sala también se encontraba la reina Selene, custodiada por varios soldados. Habían pasado tres días desde lo sucedido en el laboratorio. A su lado estaba una tímida Araziel; la cual tenía un pequeño vendaje en la sien, lo cual la hizo sentirse un poco culpable, y a sus espaldas la Duquesa Darya, con un semblante soberbio, devolviéndole una mirada de reojo.

—No del todo —dijo Hekapoo—. ¿Podrías repetirlo, por favor?

Moon se acomodó en su asiento. Los demás resoplaron al unísono. Mina, quien también estaba en la reunión, hizo una mueca de desgana.

El motivo de la reunión era mitigar las posibles reacciones del reino licantio tras la irrupción de Hekapoo y los demás al laboratorio. Se habían violado un par de reglas y restricciones del armisticio entre ambas naciones. Posiblemente habría repercusiones políticas, sin embargo, en el caso de Hekapoo, su trabajo le permitía moverse entre dimensiones, por lo que una posible violación a la privacidad no era motivo de reprimenda. Por otro lado, había que enmendar y pagar por los platos rotos: los daños al laboratorio. En cuanto a Marco, quedaba a su libre elección ser considerado mewmano o licantio, con las restricciones que eso conllevaría, pues tendría prohibido pisar uno u otro reino según su decisión.

Al terminar la reunión, Selene y los demás regresaron a Licantia. La reina Moon se acercó a Hekapoo. Era evidente que todo el proceso le había afectado. Pese a no tener claro todos los detalles, sabía que algo no andaba bien con ella, porque no era propio de la Hekapoo aguerrida que había conocido desde siempre.

A pesar de los intentos, no logró hacer que Hekapoo hablara al respecto. Lo único que quería era salir de allí y despejar la mente. Algo que no había logrado conseguir desde los acontecimientos. Quería simplemente volver a su casa y no pensar en nada.

Dimensión en llamasWhere stories live. Discover now