Capítulo 38

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Energesto. Parte 2

Se recompuso con torpeza, cerrando los puños contra la tierra. Levantó la mirada, Kazael se acercaba a ella con paso decidido, mientras la pulsera en su mano derecha brillaba con intensidad, «El amplificador», pensó la joven. La razón por la que una arcángel podría realizar magia estaba sujeta a su muñeca derecha. Si lograba quitarle el amplificador tendría una posibilidad de librarse de la situación. Debía intentarlo.

Cuando quiso levantarse, sus reflejos le advirtieron del peligro a su izquierda, el movimiento inesperado de uno de los sabuesos ante el cual, su cuerpo reaccionó veloz, envolviéndola en un cúmulo de rayos antes de que sus músculos se tensaran casi por instinto.

La realidad pareció distorcionarse sobre ella luego de que, tras advertir la embestida, saltase de un punto a otro a la velocidad de un parpadeo. Kazael abrió los ojos impresionada, sonriendo con emoción. El movimiento fue tan vertiginoso que, desde su punto de vista, la chica parecía haber desaparecido y aparecido en otro lugar. Sin tiempo a recomponerse, el segundo droker se abalanzó sobre ella. Amarys tomó un respiro rápido, cuando un espasmo amenazó con sacudirla, notando las consecuencias de haber usado la técnica anterior. Ignorando el dolor de su pecho, lanzó un ataque a ras de suelo, estirando el brazo como si lanzara una bola de boliche. Destellos y chispas rojizas trazaron un camino en dirección a la criatura hasta que un estruendo resonó en el aire cuando el ataque dió de lleno en su objetivo. Hubo un resplandor cegador y luego un golpe en seco. El sabueso se desplomó aturdido, deslizándose sobre la tierra debido a la inercia de su carrera.

Amarys no esperó a corroborar si había muerto. Elevó el brazo sobre su cabeza, su palma abierta suplicando energía a las nubes grises que se arremolinaban con ferocidad en el cielo. Los estruendos retumbaron en el aire antes de que una línea recta de millones de vatios de energía aterrizara sobre su palma. Los ojos de la chica se encendieron como un faro eléctrico, mientas la energía del rayo recorrió su cuerpo por caminos invisibles trazados en su piel. Su capa ondeo en el aire como si el viento fuese atraído hacia el cuerpo de la chica, lo mismo pasó con su cabello, el cual serpenteó con vida propia, brillando como hebras plateadas incandescentes.

El espectáculo duró solo un par de segundos, pero fueron cruciales para advertir a Kazael de la fuerza de aquel ataque, ante lo cual, decidió tomar distancia rápidamente antes de que la chica desatara su poderío. Amarys dejó caer el brazo, y un centenar de rayos descendieron hasta el cuerpo de la criatura.

El olor a carne quemada se levantó en el aire, así como una nube de humo que cubrió a todos. Amarys, con la respiración entrecortada, se llevó la mano al pecho en un intento de suprimir el dolor, y estabilizar los espasmos que se asomaban. El olor a tierra húmeda y vegetación desgarrada se mezclaba con el sudor frío que perlaba su frente.

Entonces, se vio obligada a reaccionar cuando un zarpazo atravesó la nube de humo, dirigiéndose hacia su rostro. Esquivó el ataque de manera instintiva, dejando tras de sí una estela de distorsión en el aire que acompañó a su veloz movimiento. El sonido agudo de las garras cortando el aire resonó en sus oídos, haciendo eco en su mente exhausta. Se detuvo con un temblor incontrolable en las piernas, mientras un ardor inquietante le trepaba hasta el pecho. Su respiración se convirtió en un silbido agudo que obedecía al frenético sube y baja de su pecho, como si sus pulmones pugnaran desesperados por rasgar el mayor oxígeno posible. Sus ojos, cansados y caídos, recorrieron el suelo en busca de los viales. Pese a saber que inyectarse una segunda dosis tan pronto podría ser contraproducente, en ese momento era su única opción para aquietar los síntomas y evitar la amenaza que se avecinaba.

El sabueso continuó con su arremetida, lanzando zarpazos violentos y latigando con la cola. Amarys se vio envuelta en una danza de esquives en los que su cuerpo, a punto de desfallecer, se movía por sí solo. Sus músculos protestaban con cada movimiento, como si estuvieran al borde del colapso, mientras que su mente flotaba en un limbo de vacío existencial. Sus movimientos recordaban a los de una marioneta siendo controlada por hilos invisibles.

Dimensión en llamasWhere stories live. Discover now