30. El subsuelo.

6 1 0
                                    

Quizá la base se encontraba bajo el suelo y la instalación superficial era simplemente una fachada. —Esos malditos son muy listos —dije en mi mente.

Nuestra misión era simple, debíamos entrar y encontrar documentos que nos revelaran próximos ataques, recursos de inteligencia y almacenes de armas. Todo era válido y podía servir para frenarles el paso.

No sabía exactamente de donde había sacado nuestro grupo de inteligencia, que aquí se encontraba una base insurgente. Me parecía algo extraño, sin embargo las órdenes son órdenes y se deben cumplir.

Era peligroso bajar por allí, no sabíamos que clase de trampas podrían haber puesto. Mientras pensaba una forma de asegurar que el peligro fuese nulo, Vanessa me interrumpió y dijo:
—Pues podríamos amarrar una piedra a una soga, luego podremos rozar las paredes del ducto para así comprobar que no hayan trampas.

—Me parece bien —dijo Elgar—, luego podremos enviar a uno de nosotros en revisión del sitio y que este evidencie la seguridad del sitio. Quizá se encuentren enemigos abajo. Haremos esto por sorteo.

Para no ir con rodeos diré que realizamos el plan de Vanessa. Por suerte no detectamos trampas. En el sorteo para saber quién sería el primero en bajar, fui seleccionado. Adoro mi mala fortuna.

Por temas de seguridad debía sujetarme a un arnés en la cintura, para evitar caer mientras descendía por aquel ducto oscuro. El girar la cabeza fue inevitable, los observé a todos como si quizá fuese la última vez que los vería.

En el ejército realmente no sabes cuando será la última vez que puedas estar con tus seres queridos. Darles un abrazo, un beso, disfrutar de una tarde en familia o con amigos. Son momentos simples en la vida de un civil, civiles que no tienden a valorar las estadías y momentos monótonos del placer familiar.
Para mí, la monotonía de la familia se convirtió en algo inexistente. Mi padre, mi madre, mis abuelos; no estában ya conmigo. Mi única familia era Vanessa.

Aconsejo que confíen en sus instintos y en su corazón, estos van más allá de la lógica y la razón y realmente es una sensación única de los seres vivos y pensantes.

Quería ser fuerte, sin embargo no era lo suficiente para afrontar lo que vendría a continuación. Eso que descubrimos allá abajo, es el infierno en su más pura expresión y esencia. Tan solo recordar a esas malditas cosas hace que mis brazos tiemblen y mi cuerpo se tense. Dicen que el cielo lo realizamos aquí, pero estoy seguro de que el infierno también puede hacerse presente, bajo la mente equivocada en el ruin pensamiento de algún maniático perverso.

Sed de justiciaWhere stories live. Discover now