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—¿Hasta cuando y a donde llegará esto?, Es necesario que ustedes como pueblo entiendan que lo único que nos mantiene vivos es nuestro propio esfuerzo —gritó Guapol en medio de la plaza, luego se retiró a paso rápido y me dejó ahí como un pendejo.

—¡Hey hey!, ¿A dónde vas? —dije esto  mientras seguía a Guapol y me abría paso en medio de la gente.

—Necesito encontrar mi arma, mis prendas y mis anillos de compromiso, uno es de mi esposa y el otro me pertenece, una vez que los encuentre estaré más tranquilo y podría llamarte capitán.

Solo pensé por un momento(...) "capitán", jsjsjs ese sobrenombre me gustaba.

—Y dime Guapol, ¿como es tu arma?.

— Mi arma es un rifle grande de francotirador, tiene varios dibujos los cuales plasme sobre él con técnicas de pirograbado; los soldados lo decomisaron al igual que mis prendas. Los conozco, debieron haber vendido mis cosas a alguna tienda del puerto.

—Ah(...) Una tienda del puerto.

—Exacto —dijo en tono molesto.

Tragué saliva y en ese momento recordé que Rosa, la chica de la tienda de ropa y armas  poseía un gran rifle de francotirador, la descripción encajaba.

—Guapol, se donde esta tu rifle—. Procedí a tomarle de la manga de la camisa y lo jalé mientras corría hacia la tienda de rosa; si no hubiera realizado esta acción nos habrían volado la cabeza. Escuchamos un gran disparo que provenía desde la izquierda, allí, en lo alto de un edificio se encontraba un Francotirador, portaba gorra y una pañoleta en la cara.

Tomé a  Guapol en brazos y di un salto hacia los árboles que estaban en dirección opuesta a la del francotirador.

Salté de rama en rama mientras que Guapol estaba tenso y me gritaba —¡¿que carajos estas haciendo?!

Las balas destrozaban pedazos de las ramas y pareciese que este tipo portarse un arma automática.

Entre las hojas me quedé quieto, tratando de ver dónde se encontraba la tienda de rosa. Pude ver que no había nadie en las calles, todos se habían resguardado ante tal situación.

Divisé que a nuestra izquierda se encontraba la tienda de Rosa, ahí estaba ella parada en la puerta como una imbécil, parecía no importarle que le volarán la cabeza.

Me preparé para llegar hasta allí  y Guapol me susurraba que no saltara, qué no saltara, qué nos íbamos a morir, entonces le tapé la boca. miré  su pálido rostro y sus ojos desorbitados, con un toque maquiavélico le di la señal de que iba a saltar, entonces recogí mis piernas y Di un gran brinco de rana, cayendo justo enfrente de Rosa, provocándole un gran gran grito de pánico, el cual llamó la presencia del francotirador. Rápidamente nos empujé adentro de la tienda.

Les  ordené cerráramos el cobertor de metal del local, el cual se usa por las noches para que esté no sea asaltado.

Quedamos en oscuridad, bajo solo el sonido de nuestras respiraciones agitadas hasta que Rosa encendió una lamparilla en forma de puerco que colgaba en su cuello.

—!¿Que pasa afuera, han llegado de la nada?!, ¡¿y este tipo quién es?! —exclamó Rosa muy sobresaltada. De pronto se calló. —Oh(...), joven, joven, tú, el de la isla sagrada, ese tipo que te acompaña es un Yender, perteneciente al pueblo de los ojos de animal, ¿o me equivoco? —Dijo esto mientras señalaba a Guapol cómo juzgándolo.

Miré a Guapol con detenimiento, no me había importado haber visto sus ojos de ave rapaz.  Uhhh ahora resulta que es de otra raza; el mundo está lleno de sorpresas

Sed de justiciaWhere stories live. Discover now