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Nos acercábamos a un lugar único a las afueras del mar y del mundo, un lugar no conocido por el hombre y donde las leyes de la vida son las de la naturaleza, no las inventadas por el ser humano.

Vaya, era un lugar hermoso.

Lao descendió a un mundo que nunca antes vi, a un lugar llamado "La tierra de nadie" un sitió  con árboles tan grandes y frondosos que superaban las nubes, parecían manglares, y entre sus enormes raíces miles de criaturas voladoras parecidas a peces con alas surcaban sus maderas. Un sitio donde animales de tamaños enormes servían de montañas y  de hogar para muchos animales pequeños. Fascinante.

Al pisar la tierra de aquel sitio el pasto se abría camino para evitar ser pisado, como formando senderos y las gotas de rocío se hacían presentes aún en pleno día.

—Ven sígueme, te llevaré al sitio donde entrené a tu padre y donde mi padre me entrenó a mi, y así por generaciones—exclamó Lao.

Seguimos caminando un par de metros hasta entrar en unos árboles que llevaban a una especie de ruinas abandonadas, las cuales dejaban marca de una civilización.

—Lao, ¿que paso aquí?

—Aquí vivió mi raza hasta no hace unos años, una enfermedad  fue extinguiendo a los míos poco a poco,  y además nos buscan como trofeos y somos considerados una amenaza, o al menos en el nuevo gobierno mundial que los Insurgentes están implantado.

—¿Insurgentes? —pregunté.

—Si, estos están liderados por los Nakuk Nagan, eso se traduce a "Los jefes del  mundo", se tratan de catorce personajes de  diferentes razas  los cuales sirven y lideran "la causa" Insurgente.  Se encuentran establecidos en las catorce capitales mundiales, pero más vigilados que un rey de nación.

Interrumpí a Lao, aún no se por qué lo hice.

—¿Crees que papá esté bien? —
pregunté con una expresión tierna.

Lao desvío la mirada y sólo propinó a decir  que lo siguiera.  En una especie de entrada rocosa, seguida por un túnel del mismo materia, llegamos a una especie de Coliseo, sus sillas eran de roca y estaba lleno de artefactos raros los cuales parecían ser para entrenar.

—Bien Iros, yo te voy a formar, serás un gran guerrero, y si quieres vengar a los tuyos. Tu entrenamiento empieza desde hoy,  mantente firmé y sobre todo(...) No mueras.

Vaya, que fuerte ¿no?.

Sed de justiciaWhere stories live. Discover now