V.0 - Start Game: El Mundo Más Allá de las Estrellas

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¿Por qué se llama FATE SYSTEM? FATE es "destino" en inglés. Para entender el arma definitiva de los Guardianes, primero debemos entender qué es el destino.

Es lo que escriben los autores. Con bolígrafos y teclados, tejen los episodios y temporadas donde se entrelazan los futuros de cada personaje hasta llegar a un final absoluto, o abierto para continuar una vez más.

Si un hombre fuese a tomar el lugar de Kazuma, Issei, Tomoki o Tsukune, el destino se sobrepondría a su voluntad y le forzaría a tomar las mismas decisiones. Pero Astro Newlight no es cualquier hombre. En el centro de su alma descansa la Voluntad del Destino.

El poder para romper las pautas escritas por los hombres y mujeres de nuestro mundo. La capacidad de alterar el flujo de los eventos, ignorar los guiones y pisotear las elecciones prescritas.

Astro Newlight es capaz de tomar, por encima de incluso su propia historia, sus propias decisiones. Aquel día donde perdió a su familia y amistó con el enemigo, los Guardianes posaron sus ojos sobre él y nunca los retiraron otra vez.

Construyeron un arma capaz de convertir ese albedrío indetenible en poder absoluto. Y desarrollaron la tecnología suficiente para absorber la fuerza que surge de los cambios, de los giros inesperados, de los finales imposibles provocados por un hombre que ignora por completo el flujo del destino.

Cada vez que enamoraba a una heroína de papel secundario, cada vez que rompía las leyes de las historias románticas llevándose cinco o seis hermosas doncellas a la cama, cada vez que derrotaba monstruos invencibles y se vanagloriaba como un héroe supremo; el FATE SYSTEM se cargaba más y más de poder.

Al final de sus aventuras por cada mundo, la energía obtenida sería dividida en dos. Una parte se reservaría para revivir al protagonista original, mientras que otra sería quemada de inmediato dando origen a una todopoderosa Habilidad Inherente Única.

Las locuras desmedidas de Astro llegaron a tanto que provocaron terribles errores. Estadísticas llenas de nueves, habilidades completamente desbloqueadas, y un sobrante tan grande como para replicar por completo el mundo visitado y almacenarlo en el mismo centro del alma del usuario.

Quizás esto sea algo sorprendente. Pero, ¿acaso a Astro le hubieran interesado todos estos tecnicismos? Claro que no. Así que los Guardianes fueron listos: cuidaron a su hermanita, le prometieron recompensas y le trataron súper bien.

En un principio, su labor fue como la de un mercenario: luchar en una guerra que no era suya, para obtener algo que sí lo sería: una segunda oportunidad. Mas, al conocer del asesinato de sus padres, su aventura se convirtió en una auténtica cruzada por venganza. Tenía miles de razones para continuar hacia delante un paso más, incluso si todos los mundos perdidos ya habían sido recuperados.

Pero, ¿qué fue de la cuarta HIU, el Espíritu Vampírico? Si cada una de las habilidades proviene de la energía recolectada en el mundo donde se obtiene, ¿de dónde salió esta?

Fue un préstamo. Una costosa inversión. Sara, Rafael, Vladimir y los demás quedaron exhaustos, pero lograron formarla. Una habilidad que probablemente no sería tan útil, pero tenía que estar ahí. ¡Tenían que evitar que Astro pidiera una cuarta HIU por sí mismo! Y tuvieron éxito: jamás lo hizo.

Porque al final de ese último paso adelante, esperaba el Dios Malvado. Y, con toda esa energía que no tuvo a donde ir, sumada a las últimas brisas de poder del Nexo Dimensional, un arma definitiva habría de ser forjada...

Zaratrás aguardaba en el blanco infinito. Astro se mostró frente a él. Un felino de gelatina, dos lolis y un gigantesco dragón azul le acompañaban. Con el permiso que Rafael le otorgó hace años, tras el final de KONOSUBA, moldeó el espacio como todo un Guardián.

–¿Dónde quieres que te rompa las piernas? – preguntó nuestro héroe, sonriendo burlón. La estrella del Campeón Estelar refulgía en su pecho. Sus ojos brillaban tanto como dos soles. Todo su cuerpo estaba envuelto en llamas perfectamente azules.

–¿Qué te parece el espacio? Entonces tu estrellita seguirá sirviendo de lámpara una vez te la desgarre del pecho – la sonrisa de Zaratrás era cruel, pero sincera.

Astro chasqueó sus dedos, y el espacio blanco se convirtió en un firmamento inmenso, ingrávido e infinito. Alfa Leonis brillaba a espaldas del Campeón Estelar, quien observó su propia mano en silencio. Le gustó eso que había hecho. Pensó que podría acostumbrarse a ello.

–El esbirro que enviaste para poseer al Conde era extremadamente débil. Solo tardé tres centésimas de segundo en defenestrarle– Astro parecía más feliz que nunca. Sus amigos, que estaban algo tensos, lentamente se relajaron. Dinamita no tenía miedo de mirar los ojos de Zaratrás, a quien traicionó. No se arrepentía de su decisión.

–Ardad se esforzó bastante. Su única misión era asegurar que te encontrara antes que los Guardianes, y lo logró. Gracias a él, estoy seguro de mi victoria.

–Oh, ¿sí? Y eso, ¿por qué? – la sonrisa de Astro cada vez brillaba más. Se rehusaba a tomar en serio al villano final.

Las comisuras de los labios de Zaratrás casi alcanzaban sus orejas. Maligno, feroz y despiadado, sonreía. Un aura absolutamente negra, seguida de un calor infinito que lo aniquilaba todo tomaron forma a su alrededor. Salvo por sus ojos escarlatas y el contorno de su silueta, se volvió casi imposible distinguirle.

–El plan de los Guardianes era demasiado obvio. Tanto, que no me ha costado arruinarlo. ¡Sin la última pieza, no puedes vencerme!

La Gungnir corrompida resplandeció en mitad del espacio, con un rojo tan perfecto que parecía una nueva estrella. Zaratrás la balanceó como si no pesara nada, incluso si debería ser capaz de partir en dos con ella un inconmensurable agujero negro.

La Espada de la Estrella Rota resurgió, perfeccionada. Con un diseño revisado por el mejor ingeniero del universo –o sea, el primo de Astro–, canalizaba exactamente la misma energía en una hoja con muchísimo más poder. Su nombre era Unbreakable Quasar Greatsword.

Las dos fuerzas más grandes del universo estaban a punto de enfrentarse. En la esquina azul del catastrófico duelo, un ser tan brillante como todas las estrellas del firmamento. Y en la roja, la maldad y oscuridad del vacío eterno, infinito, que aguarda más allá de las nubes inundándolo todo.

–¡DIO! – Astro gritó con todas sus fuerzas.

–¡JOTARO! – Zaratrás le respondió, carcajeándose. ¿Quién sabría más que él de anime, si de eso mismo se componía su dieta?

Astro sostuvo la UQG como haría con una katana, a la altura de su cintura: la pose de la Espada Matadioses, su movimiento mejor recordado. Para entonces, Blue tenía ya un cuerpo entero hecho de partículas imposibles, Regulus había terminado de cargar su Cañón Hipernova, Ciel tenía en una mano su lanza, y en la otra la Frostmourne, y Dinamita contaba con tanto poder explosivo que incluso si gritara "¡ALLAHU AKBAR!" no le haría honor al bombazo sucesivo.

–¡STAR PLATINUM! – la espada de Astro se volvió absolutamente azul, resplandeciendo más que nada en el Universo. Su luz llegaría tan lejos que, en unos cuantos miles de años, todos y cada uno de los mundos de anime presenciarían el fogonazo.

–¡ZA WARUDO! – Zaratrás se sintió honrado de terminar la referencia. Sin embargo, no esperaba la última frase de nuestro héroe azul...

–¡OMAE WA MOU SHINDEIRU! ¡Infinite God-Slaying Blade!

el HARÉN de ASTRO Vol. 0Where stories live. Discover now