Capítulo 25

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Lucero: Seguramente está estresado, se le ve en su mirada caballero, pero yo me encargaré de quitarle todo el estrés y la mayoría de sus problemas, quedarán en el olvido.

Fernando no pronunciaba palabra alguna, estaba tan ocupado observando y admirando a aquella geisha.

Lucero dejo la bandeja sobre una mesa, lo tomo de las manos, lo dirigió hacía el suelo dónde se llevaría a cabo la Ceremonia Tradicional del Te. Le sirvió una taza de te verde, servía como relajante y desestresante. Fernando bebió el te, el líquido caliente bajaba por su garganta, sentía relajarse de una manera como nunca antes lo había sentido. Dejo la taza sobre la mesa, luego Lucero tomo la misma taza y bebió un sorbo de ella.

Lucero: Delicioso.

Se levantó del suelo, camino hacia el reproductor de música, buscó la música tradicional japonesa suave. Práctico durante toda una semana el tradicional "Nihonbuyo" . Un baile típico de la cultura japonesa. Esperaba cumplir con todas las expectativas. La música comenzó, ella comenzó a bailar elegantemente, con un toque de sensualidad y misterio incluído. Movía las manos delicadamente toda ella era una verdadera Diosa.

Fernando la veía con pasión y deseo, era verdaderamente preciosa, se veía preciosa. El deseo se apoderó más y más de el, aflojó el nudo de la corbata, y se quitó la chaqueta.

Terminó el baile , aquella geisha le lanzaba miradas coquetas y sensuales a aquel caballero que estaba sentado en el suelo, le sonreía coquetamente, mientras que el estaba soportando aquella tortura en la que lo estaba llevando aquella mujer.

Lucero se dirigió de nuevo a él, lo tomo de la mano y lo ayudo a levantarse del suelo.

Lucero tomo la corbata y se la termino de quitar, lentamente quitó uno por uno todos los botones de la camisa dejando a la vista un abdomen perfectamente marcado y tonificado, sobre todo musculoso y todo gracias al ejercicio. Eso le encantaba de el, todo su cuerpo perfectamente trabajado. Le quitó la camisa y la tiró en alguna esquina de la habitación. Tomó la botella de aceite de almendras se colocó una cantidad considerable sobre las manos y luego empezó con el masaje, con movimientos suaves y lentos masajeaba todo su abdomen, Fernando difinitivamente estaba en el cielo, nunca nadie lo había hecho sentir tan pleno y lleno de pasión con solo tocarlo, Lucero siguió su tarea tomó otra cantidad de aceite y se lo colocó en la amplia espalda,tenía delante de ella a un auténtico Dios Griego, fuerte y varonil, masajeo sus hombros luego prosiguió con la espalda baja era un tanto complicado ya que aún llevaba puesta la mayoría de ropa en la parte de abajo, le quitó el cinturón luego quitó el único botón que tenía el pantalón, le bajó la cremallera del pantalón, y prosiguió con su masaje.

Lucero: Espero que lo este disfrutando caballero.

Fernando a duras penas consiguió la voz, estaba tan lleno de placer y una lujuria incontrolable esa mujer lo estaba llevando al paraíso.

Las manos de Lucero se colaron dentro del pantalón de Fernando. Ya no podía soportar más.

La tomó de la cabeza y tomó prisioneros sus labios entre los suyos, le invadió la boca con su lengua como solamente el sabía hacerlo. La beso con un auténtico y ferviente deseo, la lengua de ella se entrelazó con la de el, juntos lograban unos gemidos de placer. Fernando tomó el labio inferior de Lucero entre sus dientes y le dió una mordida a lo que Lucero protesto. Luego de una faena exquisita para ambos decidieron separarse para tomar aire.

Fernando: Pequeña me vuelves loco.

Lucero: Y tu me encantas.

Fernando volvió a darle besos , tiernos y llenos de amor, tomó la peluca de su cabeza y se la quito unos rizos dorados como los rayos del sol cayeron como cascada por la espalda de Lucero. Ahora era el turno de Fernando de descubrir que había debajo de ese Kimono. Encontró las tiras de algodón que unían el kimono quitó una por una finalmente lo había logrado le quitó el kimono, pero lo que vieron sus ojos fue su locura total. Debajo de aquel kimono se encontraba el escultural y desnudo cuerpo de Lucero, su piel era blanca y delicada , suave como algodón , delicada como una muñeca de porcelana. Quería besarla hasta el cansancio. Amarla como solo el sabía hacerlo.

RELACIONES PROHIBIDAS ®Where stories live. Discover now