Capítulo 22

943 85 20
                                    

Silvia: Mi amor que bueno que ya viniste.

Fernando: Buen día Silvia, tengo muchos pendientes en la oficina por eso mi viaje fue corto.

Fernando entró con las maletas, Alfred venía detrás de el.

Silvia: Y porque no me avisate que traerias compañía (dirigió la mirada a Alfred no muy contenta con verlo).

Alfred supo que aquella mujer se sentía incómoda con su presencia, estaba arrepintiendose de haber aceptado ir a la ciudad.

Alfred: Buenos días Señora.

Fernando: Porque surgió de repente, o te molestan mis decisiones acaso?

Silvia: Para nada cariño, quieres desayunar?

Fernando: Nos detuvimos en el camino a desayunar en un restaurante, no es así viejo( dirigió la mirada a Alfred).

Alfred asintio.

Fernando: Ven viejo, voy a enseñarte dónde dormirás. ( Fernando y Alfred se dirigieron al segundo nivel de la mansión).

Fernando llevo a Alfred a la habitación del segundo nivel al fondo

Fernando: Aquí dormirás, aquí dejo tus cosas instalate y nos vemos más tarde de acuerdo? ( Le dió un abrazo).

Alfred: Vas a la oficina?

Fernando: Tengo miles de pendientes, y no quiero retrasarme más, nos vemos más tarde descansa.

Alfred: Que te vaya bien muchacho.

Fernando se dirigió hacía su habitación, tomó una ducha express. Tenía el tiempo justo para llegar.

Eligió una chaqueta y pantalón negros junto con una camisa blanca, y una corbata azul claro. Tomo el portafolios y bajo a la planta baja con rumbo a la puerta de salida. En el camino se topo nuevamente con su esposa.

Silvia: Ya te vas.

Fernando: Si, tengo el tiempo justo para llegar.

Silvia: Vienes a comer?

Fernando: Hoy no, nos vemos en la noche.

Silvia furiosa, decidida a lo que fuera con tal de recuperar a su marido estaba dispuesta a lo que sea no quería dejar ir a un buen partido como lo era Fernando.

Lucero como todas las mañanas organizaba sus pendientes, prendió la computadora dejó su saco en el perchero y guardo su bolsa en el cajón del escritorio. Fue a ver qué todo estuviera en orden en la oficina de su jefe, cuánta paz le transmitía estar en aquel lugar, pasó las manos sobre la silla de cuero y el respaldo, tenía impregnado su olor, la fragancia que el usaba se respiraba en el ambiente. Ese olor la enloquecía.

Se dirigió a la amplia ventana, desde allí se podía ver la ciudad, los carros de diferentes tamaños y colores circulando sobre la carretera las personas dirigiéndose a sus trabajos, aquel hombre que paseaba a su perro, una pareja de novios paseando en el parque, la risa y el bullicio de los niños, gritando y jugando en los juegos.

Fernando venía llegando a la oficina, le extraño no verla sentada en su lugar de siempre, acaso se había ausentado, aquellas ideas se esfumaron cuando vio su saco y sus cosas sobre el escritorio. Abrió su oficina y su sorpresa fue tal cuando la vio de espaldas concentrada viendo a través de la ventana. Cerró con cuidado la puerta le colocó seguro. Dejo su portafolios en el suelo y se dirigió hacía ella.

- Con pasos lentos iba acercándose a ella, hasta que por fin llegó la tomó de la cintura y le dió un beso en el cuello, Lucero se espanto tanto que dió un grito del susto que acababa de llevarse.

RELACIONES PROHIBIDAS ®Donde viven las historias. Descúbrelo ahora