Respiración

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In the end, as you fade into the night
Who will tell the story of your life?
And who will remember your last goodbye?
'Cause it's the end and I'm not afraid
I'm not afraid to die

In the end, Black Veil Brides

Hakagure los pone al corriente mientras se encargan de un tipo capaz de crear tornados a su antojo. Tiene un punto débil: debe concentrarse demasiado para controlarlos. Si alguien se le acerca, está muerto. El problema es que hasta ahora no han conseguido hacerlo. Hay otro villano, otros héroes están intentando contenerlo. Y hay bajas, al parecer. Antes de que llegaran, más de cinco civiles muertos. Después, dos más. Y Hakagure les dijo que habían tenido que llevarse a Ojiro al hospital gravemente herido, que nadie sabía que iba a ocurrir con él

Todo eso a media pelea.

Katsuki intenta armar un plan en su cabeza, eso se le da bien. Pero todo es demasiado frenético como para ninguna estrategia. Tienen que mantenerse alejados de dos tornados que amenazan con tragárselos, apenas si puede ver a Hakagure —supone que eso es algo bueno, porque el villano tampoco puede verla, lo que hace que se enfoque en él y en Eijiro —más en su novio, porque Katsuki se mueve rápido y se mantiene alejado como puede.

Eso le da una idea: Hakagure tiene oportunidades de llegar hasta el tipo y hacerlo desconcentrarse para que puedan reducirlo e impedirle usar su singularidad. Al menos, más que ellos dos. Si se mueve rápido, el tipo no será capaz de ver ni los guantes ni las botas que usa ella. Así que, la siguiente vez que la tiene cerca, la agarra del brazo un momento.

—Haré de ansuelo, asegúrate de acercarse a él lo más posible —le dice.

No sabe si su ex compañera asiente o no, porque no la ve. Pero cuando la ve salir corriendo de nuevo para esquivar el curso del tornado que está amenazando con volarlos de un momento a otro. Él sólo provoca una explosión para impulsarse hacia arriba. El viento arruina su caída, claramente, pero alcanza a asirse a un brazo de Eijiro.

—No me sueltes, espera.

Así se conocieron, recuerda. La primera vez que trabajaron juntos Eijiro le dijo que sería tan fuerte que nada podría moverlo. Así que evita que salgan volando cuando el tornado les pasa cerca y, cuando están fuera de peligro, es Katsuki el que lo suelta.

—¿Qué planeas? —pregunta Eijiro.

—Distracción —dice Katsuki—. Tú por aquel lado. —Señala a su izquierda. Hakagure está a la derecha y él puede proporcionarle una abertura para que ataque—. ¡EY, IMBÉCIL! —le grita directamente al tipo de los tornados—. ¡PUEDO ESTAR HACIENDO ESTO TODO EL DÍA! —le enseña los puños, amenazante. Luego abre las manos e intenta lanzarle una explosión lo más cerca que puede de los pies, haciéndolo distraerse para que cambie el curso del tornado que los está amenazado. Para que vaya directo hacia él y Hakagure pueda atacar.

Necesita que él y Eijiro sean las amenazas más grandes y que ese tipo decida que tiene que deshacerse de ellos.

—¡EY, O POR ACÁ! —Eijiro intenta llamar su atención, retarlo a que lo derribe, cosa que no ha podido hacer. Pero tampoco lo deja acercarse, sabe que eso sería un error.

Katsuki lo ve cambiar el curso de su mirada un momento. Eso le quita concentración. Un tornado choca con otro, acaban fusionándose y él sale disparado hacia atrás. Controla el trayecto con una explosión y vuelve a acercarse tanto como puede. Sin embargo, calcula mal.

—¡KATSUKI! ¡CUIDADO!

Se aferra a lo primero que encuentra: un tubo viejo en aquella bodega que no va a resistir mucho, pero sus piernas sin incapaces de mantenerse en el suelo. Si el tornado se lo lleva, se acabó, piensa. El aire es demasiado fuerte, le haría papilla la columna antes que otra cosa. Así que se aferra mientras ve a Eijiro ir a toda velocidad hacía él. Al menos uno de los dos puede resistir el viento.

A la que no ve es a Hakagure.

Si pudiera ver su rostro, la hubiera visto dudar. Si hubiera podido ver su ceño, hubiera adivinado el dilema. Pero no lo ve y, cuando se da cuenta de lo que está pasando, es demasiado tarde. Hakagure no es lo suficientemente rápida para ir hasta el villano, pierde su oportunidad y, en vez de eso, se dirige hasta Katsuki. Lo empuja —y así es como él se da cuenta de lo que ocurre— en dirección a Eijiro.

—¡NO! ¡Tenías que...!

La joven no alcanza a asirse de ninguna parte. Katsuki ve sus guantes y sus botas perderse en el tornado. Lo hace enfurecer.

—¡VE POR ELLA! —le grita a Eijiro.

En cuanto a él, se enfurece. Aprovecha el hecho de que haya un solo tornado. Lo esquiva impulsándose hacia la izquierda todo lo que puede y luego a la derecha de nuevo, pero en dirección al villano. Vuelve a lanzarle una explosión directo a los pies y eso lo derriba. O más bien, hace que salga volando y caiga de sentón el tiempo suficiente como para que el tornado desaparezca, Katsuki llegue hasta él, lo agarre por el cuello de la playera mugrienta que trae puesta y le dé un puñetazo en la sien. Manera más rápida de lidiar con él.

Voltea a buscar a Eijiro con la mirada. Por los guantes y una bota, se da cuenta de que tiene a Hakagure en brazos. Se acerca tan rápido como puede.

—¿Está bien? —pregunta.

—Katsuki... —La voz de Eijiro está en pánico—. No siento su respiración. No siento su respiración.

Se queda paralizado.

Es tiempo más que suficiente para que el derrumbe de una pared los distraiga, vean los cuerpos ensangrentados en el piso y noten que hay otro villano allí todavía que suelta gases a través de su piel, noqueando instantáneamente a todo el que se le acerca demasiado. Y noten que son los únicos que pueden hacerle frente. No tienen ni un momento para procesar lo que acaba de pasar, para asumir que Hakagure no respira.

Tienen que seguir peleando.

Y están cansados. Demasiado cansados.

Vida de Héroe [Kiribaku]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora