Dos pedazos de pastel

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I'll never talk again
Oh boy you've left me speechless
You've left me speechless, so speechless
And I'll never love again
Oh boy you've left me speechless

Speechless, Lady Gaga

Katsuki no puede decir que le gusten las fiestas de cumpleaños. Pero al parecer cumplir veintitrés le importa a ese grupo de gente al que le gusta llamarse sus amigos —y deberían ser corregidos lo más pronto posible— y deciden organizarle una fiesta. Y llenarlo de regalos. No se queja.

(En serio, no).

Pero desearía que todos se fueran temprano, nadie se emborrachara y no hicieran demasiado ruido.

(Por supuesto que hacen todas las cosas mencionadas).

Los regalos no están tan mal, piensa. Excepto que lo obligaron a abrirlos enfrente de todos. Deku le regaló coleccionables de héroes. Claro. Todoroki una tarjeta de regalo de una tienda —donde al parecer se podían comprar cosas de cocina—. Uraraka —¿quién la invitó?— decidió darle un papel medio arrugado —aunque escrito con las mejores intenciones— que decía «una comida para ti y Kirishima», y luego el nombre de su restaurante favorito. («Avísame cuando quieras hacerlo efectivo», le dijo cuándo lo abrió). Kaminari y Sero le dieron entre los dos una mochila —parecía que compartían la mima neurona—. Shinsou llegó sin nada —y tuvo el descaro de decir que nadie le había informado que tenía que llevar un regalo—. Jirou le regaló un par de discos de grupos que creía que podían gustarle —porque no tenía ni idea de que le gustaba— y, a juzgar por las portadas, Katsuki decidió que probablemente había aceptado.

Eijiro se lució con un juego de cuchillos para la cocina nuevos —que probablemente costaron carísimos— y una sudadera que dice «Red Riot» en la parte del pecho —que ahora Katsuki tiene puesta porque Ashido lo ha obligado a ponérsela.

—Ey, ven. —Eijiro lo agarra por el brazo y lo jala hacia la cocina.

—¿Qué...?

—Relájate, tengo algo más para ti.

Después de una mirada decide que Eijiro parecía nervioso. Así que no agrega nada más. Se cruzó de brazos y se limitó a alzar una ceja, esperando, medio ceñudo.

—Me puse nervioso buscando un buen regalo. —Cada año lo mismo. Y cada año le regala algo que, de hecho, a Katsuki le gusta. No entiende de donde viene tanto nerviosísimo estúpido—. Bueno, al principio iba a ser otra cosa, pero no encontraba lo que quería, así que tuve que pedirle ayuda a Midoriya...

—¡¿Le pediste ayuda a Deku?!

—Ey, nos van oír.

—¡Le pediste ayuda a Deku!

—¡Fue por una buena razón! —Eijiro se pasó las manos por la cara—. Es un buen regalo, ¿vale? Te va a gustar. —Se dirige hasta uno de los cajones y saca algo escondido hasta el fondo—. Lo envolví en la mañana. —Está envuelto con papel de estraza y tiene un moño medio mal puesto—. Ten.

Katsuki lo toma y lo abre. Es una caja no muy grande, pero no puede adivinar qué es, hasta que lo ve.

Es un video viejo.

—Sé que es tu pelea favorita de All-Might —le dice.

Es una vieja pelea en Hokkaido. No tiene nada de especial. Pero siempre le había gustado ver aquel video una y otra vez. All-Might contra cinco oponentes. Aun así había ganado.

(Ahora también tiene todo el sentido del mundo que Eijiro le haya pedido ayuda a Deku, joder).

Se le queda viendo a la caja con el video, sin saber qué decir. Puede que no lo diga o que no lo muestre, pero si Deku es el fan número uno de All-Might, él va justo detrás en un muy cercano número dos. No colecciona tanto, pero sabe casi tanto como Deku, aunque no se lo muestre al mundo.

Pero Eijiro lo sabe.

—Gracias.

«Gracias» es una palabra que siempre se le atora en la garganta. Porque nadie nunca le enseñó a decirla. Pero la dice, de todos modos. Aunque se le atore y se atropelle para salir. Eijiro se la merece.

—No digas nada, es tu cumpleaños... —Eijiro se vuelve a pasar la mano por el cabello, medio nervioso.

Katsuki lo abraza. Lo aprieta contra sí, tiene un puño cerrado y en el otro la caja del video.

—Gracias —repite.

Luego lo suelta.

—Y luego no creerá nadie que hasta eres una persona que sabe abrazar a la gente. —Eijiro se ríe, un poco de nervios, un poco de quien sabe qué.

—¡No le cuentes a la gente cosas de mí! —se queja Katsuki.

—Vamos —le dice Eijiro—, empezarán a preguntarse dónde estamos.

Lo jala de regreso a la sala, pero antes Katsuki deja la caja con su regalo en la barra de la cocina, para no tener que enseñársela a nadie. Espera que nadie haya notado su ausencia, pero, por supuesto sus deseos jamás se cumplen y la rana lo agarra por un brazo para jalarlo hasta la mesa. «Tsuyu», se recuerda, «su nombre es Tsuyu».

—¡¿Dónde estaban?! Es hora del pastel, vamos, lo trajo Hakagure.

¿Invitaron a toda la antigua clase A? Sí, se dice Katsuki. Por supuesto que sí. Y a unos cuantos más. Todo el set de extras.

Así que le cantan algo que suena como «Feliz cumpleaños» y Katsuki se contiene todo lo posible para no hacer explotar la mesa ni ningún otro mueble y lo hacen cortar un pastel que de todos modos no sé va a comer. Cuando le dan su pedazo —Ashido, claro, que insiste que es su pastel y que al menos tiene que probarlo— lo mira como si fuera una cucaracha.

—Odio el dulce —dice.

—Es tú pastel —responde Eijiro, que decide ponerse del lado de Ashido.

—¿Y? —Le pone el plato con el pedazo en la mano izquierda, que está libre.

—¿Y qué se supone que haga yo con esto?

—Y yo que sé —espeta Katsuki—. ¿Comerte los dos?

Eijiro sonríe cuando Katsuki lo mira. Sí, va a comerse los dos pedazos.

Vida de Héroe [Kiribaku]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora