Las cicatrices que se ven

543 82 1
                                    

Oh, I hope some day I'll make it out of here
Even if it takes all night or a hundred years
Need a place to hide, but I can't find one near
Wanna feel alive, outside I can fight my fear

Lovely, Billie Eilish & Khalid

Todos los héroes tienen cicatrices. Aunque ninguno supera a Deku, claramente, se dice Katsuki. Pero todos tienen cicatrices. Algunas se ven. Otras no.

Katsuki sabe que tienen cicatrices bien escondidas. Como que no le gusta que le agarren el cuello de sorpresa. (Al principio, todavía de adolescente, sentía pánico, pero ahora es sólo un mal recuerdo). Como que tampoco le gusta la sensación de no poder usar las manos, de tenerlas inmovilizadas.

Tiene otras que se ven. En los brazos, algunos rasguños. En las piernas. En la espalda. Pocas. Pero siguen siendo un mapa de sus peleas, de todo lo que ha hecho. Cuentan una maldita historia. La historia de que es demasiado terco y algún día será el héroe número uno, pase lo que pase.

A veces Eijiro le recorre todas las cicatrices con la yema de los dedos, mientras están en la cama. Pasa especialmente después de los días malos, cuando alguno de los dos no pudo salvar a alguien o apresar a un villano. Cuando hay demasiadas cosas que ninguno de los dos quiere decir.

El trabajo de héroe siempre es mucho más desgraciado de lo que lo pintan.

Katsuki Bakugo apenas tiene veinticuatro y ya empieza a comprender de dónde venía todo el cansancio de All-Might —igual que toda su fuerza—. Entiende por qué muchos héroes se entregan completamente a su carrera y descuidan todo lo demás. No son sólo los villanos, es la popularidad, los rankings, los fantasmas que te persiguen de la gente que no salvas, las noticias de los héroes que mueren en el cumplimiento de su deber, los que se retiran forzados por las heridas.

Al menos es más fácil lidiar con las cicatrices que se ven.

Eijiro tiene una en la espalda, de una pelea de cuando se acababan de graduar, poco antes de que empezaran a vivir juntos oficialmente. Un villano lo tomó por sorpresa y no alcanzó a endurecerse. Katsuki no vio lo que ocurrió. Eijiro tampoco se dio cuenta. La adrenalina fue lo suficientemente fuerte como para mantenerlo de pie y no hacerlo notar que chorreaba sangre hasta casi cuarenta minutos después. Quedó cicatriz.

Katsuki ha perdido la cuenta de las veces que se la ha recorrido con los dedos, pensando que al menos esas cicatrices cuentan la historia de que siguen peleando.

De que no van a dejar de hacerlo.

Eijiro le da la espalda en la cama. Es una noche de verano y hace demasiado calor. Tiene la espalda descubierta.

—Estás en silencio, sé que estás pensando en algo —lo oye decir.

Para alguien que grita todo el tiempo y no sabe estar calmado, los silencios dicen demasiadas cosas.

—No es nada.

—Katsuki...

«Sólo pensaba en que seguimos aquí».

—Estoy estancado en la agencia de Endeavor. —Sí, es queja, lleva dándole vueltas todos los días, pero no es algo que quiera afrontar en ese momento. En realidad está cansado. Los mismos villanos imbéciles todos los días. Es una agencia demasiado grande, todo el mundo tiene que luchar por su lugar. Y no es que Katsuki no destaque. Lo hace. Es de los mejores.

Pero quiere algo más.

Ya está en el top diez, pero no va a subir mucho.

Eijiro no dice nada.

—También estoy cansado —murmura, finalmente, casi contra su voluntad—. Agotado.

Agregaría que eso no se los dicen cuando estudian, pero en realidad sí. Recuerda todos los consejos de Aizawa.

—Ya, lo sé.

—Malditos criminales.

—Ya. —Eijiro se da la vuelta. Katsuki deja de verle la cicatriz de la espalda. Sus ojos cuentan otra historia—. Katsuki... —Alza la mano, le quita el cabello de la cara.

Katsuki cierra los ojos.

A veces vive para esos momentos. Al menos le alegra tener un soporte, por difícil que sea. Por cansado que sea llegar tarde a preparar la cena. Por desesperante que sea leer todos los «llegaré tarde», «estoy en el hospital» en los mensajes. Incluso vale la pena ver las nuevas cicatrices que van apareciendo en sus cuerpos si eso significa que siguen vivos. (Porque hay algunos que no tienen tanta suerte).

—Si te sientes estancado con Endeavor, podríamos, no sé, probar nuestro camino —sugiere Eijiro—. Además ya sabes lo que opino de ese tipo.

—Tú y casi todos —le recuerda Katsuki.

Una cosa es admirarlo como héroe número uno. Otra como persona. La segunda, después de conocerlo, es imposible.

—¿Entonces? —pregunta Eijiro.

—Lo pensaré.

«Gracias por estar aquí», eso lo que quiere decir.

Vida de Héroe [Kiribaku]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora