El día que Katsuki decidió que odiaba el muérdago

588 87 0
                                    

No pain, no victory,
your reign, is history.
Cuz' we're not stopin',
till' we break through.

Ready Set Let's Go, Sam Tinnesz

Siente el celular vibrar. No puede contestarlo. Va a llegar estúpidamente tarde a una cena por la cual prometió salir temprano del trabajo. Quiere maldecir. No puede atenderlo.

No es su culpa, no realmente.

Él y Todoroki estaban acabando de patrullar cuando apareció el villano más ridículo que Katsuki ha visto en algún tiempo. Ni siquiera es navidad, se dice, están más cerca de la primavera. Así al menos tendría gracia el hecho de que escupa muérdago. (Lo que no tiene gracia es que, a la velocidad con la que lo hace, las hojas del muérdago parecen cuchillas). Se suponía que iban camino de regreso, que estaba a una cuadra de la agencia y que Katsuki iba a llegar con tiempo suficiente para celebrar su aniversario —porque esa clase de fechas le importan a Eijiro y si Eijiro quiere celebrarlas, Katsuki no planea oponerse por más que le den igual—. Pero no. Por supuesto que no.

Al menos alcanzó a mandar un mensaje —incompleto—, cuando apareció el villano.

«Llegaré un poco tar...». Y luego nada más.

Se suponía que se entendía.

«Un poco», había puesto, porque el villano al principio no había parecido demasiado peligroso. Pero no, por supuesto que no. Él y Todoroki llevaban casi cuarenta minutos intentando reducirlo. Las explosiones de Katsuki no tenían mucho efecto si no podía acercase y ni siquiera podía hacerlo en el aire, porque el muérdago que lanzaba aquel imbécil sin nombre tenía suficiente rango. El hielo de Todoroki había probado ser un poco inútil porque el muérdago que lanzaba el villano podía romperlo si iba a mucha velocidad y si no le congelaba la boca —para lo cual no había conseguido acercarse—, seguía atacándolos.

—¡MUERE, CARAJO! —grita Katsuki. Hace explotar todos los proyectiles de esa planta ridícula que van hacia él de un solo movimiento. Pero todavía está a metros de distancia—. ¡INTENTA ACERCARTE MÁS!

—¡Eso hago!

Incluso Todoroki parece molesto.

—¡ARGH! —Katsuki se propulsa hasta donde está Todoroki—. Vamos —espeta—. Te cubro.

—Si haces un solo movimiento en falso...

—¡¿CONFÍAS O NO CONFÍAS EN MÍ?! —Vuelve a hacer explotar todos los proyectiles de muérdago que se dirigen hacia ellos.

Un segundo parece que Todoroki está a punto de suspirar de la exasperación, pero sigue su plan. Es increíble que no se hayan matado todavía. Pero a Endeavor le preocupa que Katsuki lleve demasiado al límite a cualquier otro de sus empleados y Shouto es el único que lo soporta lo suficiente como para trabajar con él, así que ahí están.

Son compañeros.

—Más vale que funcione.

Y funciona. Más o menos. Uno de los proyectiles pasa demasiado cerca de la mejilla de Todoroki y le hace un rasguño, pero fuera de eso —y otro que le hace un rasguño en el brazo derecho— logra deshacerse de todos hasta que están suficientemente cerca del villano como para que Todoroki lo congele.

Y lo hace.

Al quinto intento, porque, por supuesto, ese villano no es un estúpido.

La calle está llena de hielo para cuando pueden llamar a la policía y Katsuki está usando su mirada amenazadora para evitar que los civiles se acerquen. O la prensa. Nadie necesita saber que un villano de tan baja categoría les dio tantos problemas.

(Ya está oyendo a Endeavor en su cabeza y su «ustedes son mejores que eso»).

—Quizá deberías ayudar a limpiar el desastre...

—Espera.

Katsuki por fin saca el celular. Cinco llamadas perdidas. Y unos catorce mensajes. Maldice, no lee los mensajes y marca el número de Eijiro.

—Hey —oye la voz.

—Hola.

Katsuki sabe que debería decir «lo siento»; pero no quiere. Sigue repitiéndose que no es su culpa haberse retrasado, sino del villano y de las circunstancias y de todo el mundo, menos de él.

(Podría habérsele ocurrido cubrir a Todoroki antes, pero no).

Así que no dice nada más y espera el reproche. Pero nunca llega. En su lugar, escucha una pregunta.

—¿Estás bien?

—Sí.

—Después de un rato supuse que no llegarías.

No es un reproche, sólo está remarcando un hecho.

—Un villano.

—Lo sé —responde Eijiro, del otro lado de la línea. A Katsuki le gustaría ver su cara en ese momento. Su tono es más seco que de costumbre, pero también comprensivo. Al fin y al cabo, también es un héroe, también entiende que hay cosas que pasan—. Estoy en casa —añade.

—Aún podemos ir a cenar —sugiere Katsuki. Eijiro había planeado algo en su restaurante favorito, pero supone que se cansó de esperar—. Si quieres.

—Para cuando llegues no sé si haya algo abierto.

—Está ese local de veinticuatro horas. Hacen buen curry —sugiere. No es el mejor restaurante del mundo y Katsuki ni siquiera lo elegiría en un día normal si no fuera porque le parece que hacen un curry excelente, pero para cuando llegue la policía y la calle quede más o menos despejada y él pueda irse, será demasiado tarde. Y si Eijiro quería una cena, bueno, merecía al menos algo que se le pareciera.

Oye un suspiro detrás de la línea. Cansado.

—Está bien.

Así que se obliga a decirlo.

—Lo siento.

—Ya sé que no es tu...

—Lo siento —repite, y esta vez puede notar un tono exasperado en su propia voz.

—No, en serio, Katsuki...

—¡ESTOY INTENTANDO DISCULPARME, MALDITA SEA!

Un silencio. Y luego una risa.

—Bueno, disculpa aceptada. Nadie me va a creer cuando les diga que eres capaz de disculparte, ¿sabes?

—¡Deja de contarle cosas de mí a la gente!

Eijiro vuelve a reírse. Le dice que lo esperará en el departamento y luego cuelga. Katsuki regresa, ceñudo, hasta donde está Todoroki.

—¿Cuándo se supone que van a llegar los inútiles de la policía?

—No deben de tardar.

Katsuki maldice. Por supuesto.

Vida de Héroe [Kiribaku]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora