17 | Mi verdadero yo

Start from the beginning
                                    

—Es una filosofía un poco... egoísta, ¿no crees? —opina. Mi sonrisa amenaza con decaer, pero no permito que me afecten sus comentarios. Niego.

—En absoluto.

Me lleno la boca de cereales para refirmar mi respuesta. Ante esto, mis padres vuelven a mirarme, pero no siguen insistiendo porque saben que será inútil. Seguro que piensan que no tengo remedio. E imagino que tienen razón.

Mamá se termina el café y se levanta para dejar la taza vacía en el fregadero. Después, se coloca, aún de pie, frente a mí. Levanto la cabeza mientras mastico mi desayuno.

—Tu padre y yo habíamos planeado pasar el último fin de semana de las vacaciones en Londres. Nos iríamos el viernes y volveríamos el domingo. En un principio, pensábamos ir solos...Pero creo que podría serte de ayuda para cambiar de aires y despejarte. Puedes invitar a Gale, si quieres. Es una buena oportunidad para que recuperéis el tiempo perdido.

Trago con dificultad. Por supuesto, el plan incluye a Gale. Mamá no lo ha dicho, pero puedo olerme sus intenciones. «Si lo convences de que venga, sabremos que no mientes cuando dices que todo va bien entre vosotros». Se me forma un nudo en la garganta y, como siempre, actúo como si no existiera. Por eso también me ha pedido que lo invite a cenar con nosotros en Nochebuena. Me fuerzo a buscarle puntos negativos a su propuesta para que rechazarla me duela menos.

Mis padres normalmente no conviven como tal, porque siempre están trabajando o fuera de casa, y lo único que hacen cuando se ven es discutir. No puedo imaginarme cómo van a sobrevivir tres días en compañía del otro. No quiero ni pensar en cómo sería pasarme setenta y dos horas encerrada con ellos en un hotel, oyendo cómo se echan cosas en cara. Cuando estamos en casa, al menos, puedo encerrarme en mi habitación y fingir que no los escucho.

Con esto debería bastarme. Sacudo la cabeza a intento olvidar que, en realidad, me encantaría viajar con ellos y que pudiéramos pasar más tiempo juntos, como una familia normal.

—Tendremos exámenes en cuanto volvamos a clase. Si quiero entrar en derecho, necesito sacar buenas notas —pronuncio, sin mirarlos—. Lo siento.

«Además, ese sábado es la primera actuación de Blake y los chicos y me odiarán aún más si no voy».

Aunque mamá insiste, no consigue hacerme ceder y finalmente entiende que no hay forma de que cambie de opinión. Papá se acerca para darme un beso en la cabeza.

—Como siempre, mi niña, siendo responsable —dice con orgullo. Asiento, pese a que me arden los ojos—. Vamos, no querrás llegar tarde a clase.

Fuera, nos montamos en su coche. Hace un mes, a esta misma hora, estaría esperando a Sam para ir juntos al instituto. Me tomo un minuto para mirar su casa, que está contigua a la mía, mientras papá termina de abrocharse el cinturón. Sam baja las escaleras del porche justo en ese momento. Nos ve, y sé que reconoce mi coche y que sabe que yo voy dentro, ocupando el asiento del copiloto, y, aun así, no se molesta en saludar.

El estómago se me revuelve mientras papá conduce hasta que salimos de la calle.

No he hablado con Sam desde hace semanas. No es porque hayamos discutido, sino porque, simplemente, nos estamos evitando. Le molestó que no le contase que había vuelto con Gale en su momento, y lo entiendo. También sé que está esperando a que sea yo quien dé el primer paso e intente solucionar lo que sea que nos pasa. Pero soy una cobarde.

Le echo de menos. Mucho. No quiero dejar correr al tiempo y que acabemos distanciándonos sin querer. Con las vacaciones todo será aún peor. He intentado armarme de valor para enfrentarme a la conversación que tenemos pendiente en numerosas ocasiones, pero siempre acabo echándome atrás. Estoy harta de mí misma. Si nuestra amistad se acaba por una tontería como esta, será culpa mía. No puedo permitirlo.

Cántame al oído | EN LIBRERÍASWhere stories live. Discover now