| Capítulo 30 |

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En el momento que la tensión subió en medio de la pista de baile, era momento de salir de la fiesta.

Seguí a Val escaleras arriba cuando llegamos a casa, ninguno de los dos se tomó la molestia de preguntar nada.

En cuanto nos adentramos en mi habitación, no pude contenerme más y ataqué a Valentina con besos y caricias haciendo que jadee ante mi toque.

—No sabes cuánto me encantas y lo mucho que te deseo —susurré contra su piel besando su cuello.

Mi respiración estaba agitada al igual que la de ella y no quería parar, ésta noche ella sería mía nuevamente.

—Silencio. Tu boca debe estar ocupada en otra cosa ahora mismo —ordenó volviendo a besarme.

Sonreí en medio del beso mientras la abraza por la cintura. Me quitó el blazer que traía puesto y lo tiró a alguna parte de la habitación mientras yo deslizaba mis manos a sus muslos para subir su vestido.

Mis manos se posaron en sus glúteos y los apreté atrayéndola más hacia mi cuerpo.

Entre besos, la llevé hasta el escritorio, deslicé mi brazo por toda la superficie del mueble botando todo lo que había encima y la alcé para que quedara sentada sobre él.

Me posicioné entre sus piernas y ella me atrajo sintiendo mi erección, enrollo sus piernas a mis caderas mientras desabrochaba ágilmente los botones de mi camisa.

Volví a besar sus labios bajando por su cuello mientras mis manos deslizaban hacia arriba su vestido, su mano siguiendo mi movimiento mientras la otra llegó hasta mi cinturón el cual desabrochó junto con el botón y el cierre de mi pantalón. Le ayudé bajando mis pantalones y boxers mientras volvía a besarla.

Cuando logré deshacerme de mi ropa interior, volví a apegarme a ella haciendo que mi erección chocara con su intimidad. Sin mayor preámbulo me deshice de sus bragas tomándome el tiempo de subir lentamente mientras acariciaba sus piernas.

Estiré la mano buscando uno de los cajones del escritorio encontrando la caja que buscaba, de ahí saqué un preservativo.

—Tienes de esas cosas por todos lados —se quejó ella mientras yo la besaba.

—Me gusta ser precavido —respondí con honestidad.

Valentina me quitó el preservativo de las manos y lo abrió sin mucha complicación, volví a besar sus labios mientras ella deslizaba el condón por mi firme erección.

Deslicé mi mano hasta su intimidad haciendo círculos sobre su clítoris.

—Nico, por favor —me suplicó jadeante y alcé la vista para verla a los ojos.

Organizando el AmorWhere stories live. Discover now