Capítulo 38: La extraño.

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Fue muy extraño despertar en casa de Thomas a la mañana siguiente pero a decir verdad estuve tan cansada por el viaje de ayer que simplemente al tocar la almohada me quedé dormida, aún que no sé si fue igual para Elián.

Salí de la habitación de huéspedes donde estaba durmiendo y busqué a mi compañero de viaje por doquier sin embargo no lo encontré, y una vez en la cocina descubrí que había una taza de café humeante y recién hecho solo para mí pues así rezaba la nota que traía pegada a la mesa.

Tomé la taza entre mis manos y me asomé a la ventana más cercana con una sonrisa en mi rostro, pero ésta se fue derrumbando lentamente al ver lo que sucedía fuera; Thomas estaba sentado junto a Elián y le daba unas palmadas al hombro como si estuviese intentando consolarlo. Elián se veía realmente triste y aquello produjo un nudo en mi estómago que me quitó de inmediato el hambre.

¿Acaso no podía pasar un día sin que le den malas noticias? ¿Y ahora qué había ocurrido?

Observé el reloj en la pared, las manecillas indicaban las ocho de la mañana y supuse que Rory aún dormía pero por alguna razón Victoria no estaba aquí. Ella según las historias de Elián es muy apreciada por él, la trata como a una mentora y a pesar de que pudo cometer errores él no parece odiarla por ello.

Me encaminé a las puertas de cristal corredizas que darían al jardín, las abrí y me detuve en el pórtico al oír las palabras de Thomas.

–No pude hacer nada para salvarla y eso me tortura cada día.

Elián alzó la mirada y observó a Thomas en silencio, de inmediato me percaté de que aquella extraña sensación de ansiedad que tenía, en realidad predecía algo malo, algo que supe rápidamente pero que no deseaba admitir.

–Salvó a Rory mientras yo peleaba. Te juro que hubiese dado la vida por protegerla.

Elián asintió despacio y paso la punta de su lengua por sus labios. La expresión en su rostro era clara; estaba dolido.

–¿Crees que sufrió?

Thomas no respondió y eso era un sí silencioso.

–Lo siento Thomas, sé que tú y yo no siempre nos llevamos bien, pero me haz ayudado antes y me haz comprendido aquel último día en que nos vimos hace dieciocho años, por eso estoy muy agradecido y a la vez entiendo tu dolor como si fuera el mío.

¿Entonces... Entonces Victoria está...?

–Murió –oí decir, me volví de inmediato encontrándome con Rory parada detrás de mí. Vestía un pijama rosado y sus cabellos oscuros estaban totalmente alborotados –Mamá murió.

No pude evitar tomarla entre mis brazos de inmediato a pesar de que ella no lloraba y ni siquiera me lo pidió, aún así la abracé porque sentí en mi corazón un dolor punzante al ver sus ojos azules que transmitían una pena grande.

–Lo siento –susurré y ella rodeó mi cuello con sus pequeños brazos además de apoyar su cabecita entre mi hombro y mi cuello.

****

Un año más transcurría desde la muerte de Hedia, Wade se había alejado de todos aquel día, necesitaba estar solo y sus amigos lo comprendieron. Esa tarde fue al bosque de Consville, allí donde plantaron unos árboles en conmemoración de sus fallecidos y es allí donde aún permanecía aquel dedicado a su novia. Un árbol fuerte y alto de tallo café y hermosas hojas verdes.

El chico se había vestido completamente de negro como si fuese la primera vez que fue a despedirla y en él destacaba con brillo sus ojos dorados ante su piel blanca. Enlazó los dedos sobre su pelvis y bajo la mirada un momento para decir unas palabras esperando que Hedia, sí existiría realmente un más allá, pudiera oírlo.

Aiden.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora