Capítulo 27: De vuelta en casa.

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En medio de aquella noche iluminada por la luna entre un silencio pausado que no parecía tener fin, hubo un gran temblor en la tierra que sacudió todo a su paso tan solo por un instante e hizo que de pronto todo tuviese vida de nuevo; los perros comenzaron a ladrar sin parar, las alarmas de los automóviles pitaban con fuerza y aquel viento que sopló anteriormente rugía en presencia de un gran poder.

Un poder que jamás se había ido del todo.

Y la tierra se resquebrajó alrededor de la muchacha mientras que de sus ojos grises no dejaban de caer lágrimas.

Los nudos en su pecho fueron liberados sin temor, aquellos nudos que creyó extintos y que aparentemente nunca desaparecieron, pues aquel poder aún permanecía oculto dentro de su corazón, incluso cuando Clary se lo intentó quitar completamente.

Sobre aquel lugar unas enormes nubes de tormenta se formaron cubriendo la luna mientras la magia volvía a correr por sus venas.

Era tal su magnitud que ya no se creía capaz de controlarlo como antes y justo cuando los relámpagos iluminaron el cielo, Amy cayó.

Había perdido totalmente la conciencia y sobre ellos una pesada lluvia descendió creando estrépito a su alrededor.

Sin pensarlo dos veces Aiden abrió el portón que permanecía sin llave y se adentró a la propiedad para correr junto a Amy que estaba tirada de lado en el suelo. Al momento de tomarla entre sus brazos y darse cuenta de que aún seguía con vida una inexplicable sensación de bienestar lo recorrió.
Ella era tan pequeña y delgada que no podía creer del todo que fuese su madre y sobre todo que tuviese más de los veintidós años que aparentaba.
Su mamá era hermosa, no recordaba que fuese tan bonita y agradecía muchísimo tener la oportunidad de volver a verla, de poder guardar esa imagen en su memoria. Era un hijo que había extrañado a su madre por más tiempo del que pudiese recordar.

La lluvia caía sobre ellos como pequeños golpes pero no parecía importar en aquel momento, Aiden se quitó la chaqueta y con ella cubrió a su madre intentando a su vez levantarla entre brazos.

-Descuida, te llevaré a casa -exclamó Aiden viendo el semblante dormido de su madre y se puso de pie con ella abrazada a él.

Lo hizo sonreír la idea de que cuando era niño era ella quien lo protegía, quien lo llevaba en brazos a su habitación cuando se quedaba dormido en el sofá y está vez fue él quien la cargaba.

Caminó seguro hacia el pórtico de la casa justo cuando alguien abría la puerta de forma desesperada, alertado por aquel temblor y el gran estruendo que produjo el cielo.

-¡¿Amy que suce...?! -Liam se quedó paralizado bajo el marco de la puerta observando al chico delante suyo que traía en brazos a su madre y lo reconoció.

Solo Aiden recordaba lo de aquella emboscada que Clary organizó el día en que Liam reconoció a su hermano mayor por primera vez, sin embargo ésta vez había vuelto a reconocerlo porque sus recuerdos de niño no fueron borrados y Liam jamás podría confundir aquella mirada azul con la de alguien más.

Aún podía recordar el último día que lo vio cuando eran niños, aún recordaba cómo le salvó la vida.

Era él, definitivamente era él.

-¿Ethan?

Aiden sonrió dando un paso al frente, resguardandose de la lluvia con su madre aún en brazos, la miró aún dormida y luego volvió su mirada a la de Liam quien lucía totalmente pálido de la impresión.

-Lamento la tardanza, pero ¿Puedo pasar?

****

Megan observó el cielo nocturno desde el balcón de su habitación y apretó el borde del muro bajo entre sus dedos sabiendo que ésto era lo único que evitaba una caída al vacío y por momentos se preguntaba si algo así la mataría. No es como si quisiera morir, la verdad es que no, pero a veces se sentía tan mal consigo misma que deseaba simplemente desaparecer y sin embargo no lo hacía porque estaba segura que cargar con el remordimiento de todos sus pecados cometidos sería el castigo que merecía.

Aiden.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora