Capitulo sesenta.

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POV Marck.
La odiaba, maldición como la odio.
Ella es una zorra, yo no soy malo, ella es la maldita que no me respeta, yo no me equivoque, yo nunca me equivoco, ella es la culpable de que yo me des estabilice.
Tomaba mi cabello jalándolo a los lados con ambas manos mientras caminaba de un lado a otro en mi cabaña.
Tenía que pensar en algo, esto ya no podía seguir así, ya no podía, Caroline debía darse cuenta que yo era el amor de su vida, se debía enamorar de mi ¡Se tenía que enamorar de mi! ¿De quien más lo haría si no es de mi? ¿Del idiota de Alexander? Por favor. Yo sabia que ella me amaba, no entiendo por qué sigue atrás de ese maldito estúpido.
Empecé a sentir el sudor en mi frente, no por qué tuviera calor, en lo absoluto, era la rabia acumulada queriendo salir de mi.
El corazón se me empezó a acelerar y sentí las palmas de las manos terriblemente calientes, sentía como si clavos hirviendo me atravesarán de lado a lado.
Camine hacia el baño y me sostuve en el tocador frente al espejo. Agache la cabeza, me negaba a mirarme. Cerré los ojos y los apreté fuerte.
Uno.
Las manos calientes.
Dos.
El sudor era desesperante.
Tres.
El corazón me latía fuerte en el pecho.
Cuatro.
Mi respiración está muy acelerada.
Cinco.
Mi boca estaba seca.
Seis.
Mis extremidades temblaban.
Siete.
Levante la cabeza, necesito aire, tengo los ojos cerrados.
Ocho.
Contar debe ayudar, me debe relajar.
Nueve.
Aquí no, debo controlarme.
Diez.
Abro los ojos.
Me han cambiado de color.
POV Caroline.
Me remuevo en donde sea que yo este, se siente suave y estoy calientita, realmente estoy cómoda, lo único que quiero saber es ¿en donde estoy?
Abro los ojos y miro a mi alrededor, estoy en una cama.
Estoy en una cama.
Estoy en una maldita cama.
Ese pensamiento me bastó para levantarme y hacer un análisis rápido de donde me encontraba, revise mi ropa.
Perfecto seguía vestida exactamente igual que antes. Respire ¿en donde estaba?
Seguía analizando a mi alrededor cuando escuche que la puerta se abría, me gustaría decir que ya estaba calmada pero lo que en realidad pasó es que brinque y por poco me caigo de la cama.
Digo por poco si es que Alexander no me atrapa literalmente en el aire.
-¿Estas bien?-sus ojos se notaban preocupados, sus hermosos ojos que tanto me encantaban.
No pude emitir palabra, estaba demasiado entretenida analizándolo como para responder algo coherente. Solamente asentí con la cabeza.-Perfecto-me termino de reacomodar en la cama y me cobije a modo de protección.-fui a traer leña, no ajustaremos con la que tenemos aquí además de que refrescará más tarde.
Yo no decía nada, los recuerdos del por qué estaba ahí me vinieron a la mente.
Marck.
-Hey ¿estás bien?
Lo miré, estaba sentado a la orilla de la cama, su semblante serio pero al mismo tiempo sus ojos demostraban preocupación pero para mí significaba seguridad.
El era mi lugar seguro.
Con el no podía fingir, no debía ocultar lo que pensaba, no debía preocuparme por nada.
Con el estaba bien y siempre estaría bien.
Y por eso mismo me puse a llorar, a desahogarme, para sacar todo lo que siento. Alexander no me dijo nada, me acerco a su pecho y me abrazo con fuerza, no necesitaba que me dijera cualquier cosa con palabras pues el me transmitía todo lo que quería saber.
Me quería y el estaría siempre para mí, el me protegería, con el todo iría bien.
Llore mucho, sollocé, grite, me aferré a Alexander, la única parte real en mi vida, el no me dejaría ni me juzgaría de eso estaba segura, me desahogue sin pena y el solamente me abrazo y me sobo la espalda, me sentía como un cachorro abandonado por su familia, me sentía mal y el me podía ayudar solo el.
Después de unos cuantos minutos me empecé a tranquilizar y mi respiración empezó a volver a la normalidad poco a poco.
Estaba callada, acurrucada en el pecho de Alexander, sentía el calor emanar de su cuerpo y eso me relajaba aún más.
No se escuchaba nada más que la leña crujiendo por el fuego.
-Caroline-habló Alexander rompiendo por fin el silencio que había reinado en la habitación-¿qué pasa con Marck?
Si tan solo le pudiera decir...
-Nada-mi voz estaba quebrada y sin fuerza, estaba débil y sonaba triste.
-¿Me vas a negar que estas así gracias a el?
No dije nada, no podía mentirle en ese momento.
-Caroline...
-No quiero hablar de eso por favor.
-¿Como te ayudaré si no me dices que es lo qué pasa?
-No pasa nada.
-Caroline.
-Alexander.
-Por favor, háblame, confía en mi.
Me alejé un poco y lo vi a los ojos.
-Estoy bien.
-Caroline, hace un momento estabas ahogada en llanto y saliste igual de la cabaña de ese imbecil, tienes los ojos rojos y los labios hinchados de tanto llorar ¿y me vienes a decir que estás bien?
-Estoy bien Alexander, por favor créeme-literalmente le supliqué mientras rezaba por dentro para que no me hiciera más preguntas.
Tenía el ceño fruncido y los labios apretados pero a pesar de eso asintió con la cabeza en señal de aceptación.
-Quiero que sepas que no te creo absolutamente nada pero entiendo que no quieres hablar ahora de eso, pero si lo hablaremos después Caroline, esto no se puede quedar así ¿me oíste?
Asentí con la cabeza y lo abrace.
El me apretó fuerte contra el y escondió su cara en mi cuello, subió a mi oído y me dijo en un leve susurro.
-Te quiero.
Mi corazón se aceleró como nunca lo había echo a pesar de que me lo había dicho muchas veces antes.
Me separe de él solo lo suficiente para verlo a los ojos.
Era mi salvación a mis problemas y no me había dado cuenta antes de lo importante que es para mí.
Era indispensable en mi vida, indiscutible mente mi vida sin él no volvería a tener sentido.
Y con ese pensamiento en mi mente lo bese.
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Bebesitos hermosos ¿como están?
Quería aclarar algo como he estado editando los capítulos tengo un desmadre con la organización de los mismos pero pronto lo arreglaré confíen en mi.
Los amo mucho.
No olviden votar en la estrellita y comentar todo lo que gusten. 
Se despide.
~La pandicornio~

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