Capitulo cuarenta y cinco

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POV Carolinne
¿A caso había escuchado bien lo que me dijo? ¿Qué me alejara de Alexander?
En serio el maldito universo tenía que estar conspirando en mi contra, por un lado no quería que le pasara absolutamente nada a Alexander y menos aún por mi maldita culpa pero por otro lado no quería separarme de él, la primera vez que hago algo pensando en mi sin preocuparme por los demás ¿Y me pasa esto? ¿Es enserio?
Mire a Marck que seguía arriba de mi observándome con su maldita sonrisa que tanto odiaba. 
-¿Ya pensaste bien preciosa? Tienes que tomar una sabia decisión la vida de tu querido noviecito está en riesgo- El tono burlesco en su voz me provocaban unas ganas de golpearlo hasta partir su cabeza a la mitad para comprobar si es que a caso tenía cerebro por más pequeño que fuera.
No dije nada, no tenía palabras para expresarme ¿que le decía? ¿Que se suponía que debía decirle? Nada de lo que dijera le iba a gustar y eso solamente provocaría más problemas tanto para mi como para Alexander.
Solo me quede callada analizando sus palabras y pensando en una posible respuesta.
-Nena, en serio me encanta estar en esta posición pero lo que no me gusta absolutamente nada es esperar así que quiero tu respuesta ya- Cuando dijo la última frase me tense puesto que lo dijo con un tono de voz ronca y apretó más el agarre en mis muñecas.
Solté un pequeño gemido de dolor a lo que él solo sonrió complacido. 
Asqueroso psicopata.
-Marck me estás lastimando, en serio por favor suéltame- Le rogué a fin de cuentas mi dignidad ya la había perdido.
-Caroline, yo te soltaré solo dame una maldita respuesta.
La maldita respuesta.
Era seguir con Alexander provocando que este maldito loco le hiciera cualquier cosa.
Eso estaba descartado, de ninguna manera Alexander le pasaría algo por mi maldito egoísmo.
La otra opción era mi única salvación por más que me doliera aceptarlo.
Tenía que dejar a Alexander y así asegurar que no le pasaría nada.
Mis ojos se cristalizaron automáticamente al pensar en que esa era mi única opción.
-O veo que ya tomaste una decisión ¿no es así?
Lo mire con odio, no podía sentir nada más por él más que odio.
Era un maldito desgraciado que llego a mi vida solo para joderla más de lo que ya estaba jodida y eso me provocaba un odio y una rabia al no poder hacer nada para detenerlo.
-Eres un maldito desgraciado- Mis lágrimas empezaron a rodar sobre mis mejillas dejándome aun más en vergüenza ¿porque tenía que ser tan hijo de puta y arruinarme mi vida?
-¿Eso es un si?- Preguntó emocionado.
Maldito.
¿Qué ganaba con esto?
Yo solo lo mire con el mayor odio que pude y cerré mis ojos fuertemente
Lo único que hice fue asentir con la cabeza, era lo único que pude hacer sin que sintiera que me estaba partiendo en dos
Abrí mis ojos y estaba sonriendo el muy maldito
-Bésame- abrí los ojos y trate de hacer para atrás la cabeza.
Claro que mi almohada no me lo permitía como me hubiera gustado.
Al no poder hacer nada y recordando sus estupidas advertencias hice lo que jamás pensé hacer.
Yo Carolinne Morgan, bese a Marck en mi sano juicio sin ninguna droga alucinógena en mi cuerpo. 
Era un beso lento pero a la vez salvaje, no entendía muy bien cómo explicarlo.
Lo que si podía explicar son las nauseas que sentí en ese momento que me besó.
Sentí que el vomito subió hasta mi garganta dándome un sabor sumamente asqueroso en mi garganta, mi estómago se empezó a revolver de una manera que nunca había imaginado.
De verdad deseaba poder vomitarle encima al idiota de Marck pero no podía.
Porque sabia como manipularme
Sabia cuál era mi punto débil.
Sabia mi debilidad.
Alexander era mi debilidad
Y el que tenía que saberlo era el idiota loco obsesionado conmigo.
Genial.
Dejo mis manos libres y puso sus manos en mi cintura acariciandola con agresividad, metiendo sus manos por debajo de mi blusa y subiendo por mis costillas hasta el nacimiento de mis pechos.
Su tacto me ponía los pelos de punta y no de la buena manera, no sabía si era miedo o asco o una combinación de ambas por qué eso era lo que sentía en todo mi ser.
Yo estaba inmóvil, no podía moverme, mi cerebro reaccionaba al compás de sus labios por inercia pero no comprendía que estaba haciendo.
Cuando por fin se separó de mi chupo sus labios y eso no ayudó para nada en las nauseas que me cargaba por culpa de ese animal.
-¿Que te costaba besarme por voluntad preciosa?
No pude evitar burlarme
-¿Voluntad? ¿En serio dijiste eso? Yo no lo hago por voluntad propia que te quede bien claro eso en tu cabeza, lo hago porque si no eres tan maldito enfermo como para lastimar a Alexander y a comparación de ti lo amo de voluntad.
-Eso va a cambiar.
-El hecho de que me prohibas estar con el no significa que mis sentimientos hacia el cambien y que te quede claro que mis sentimientos hacia ti tampoco van a cambiar.
Saco una de sus manos y tomo mi mentón suavemente acariciando mi labio inferior con su pulgar, con la otra mano que seguía dentro de mi blusa acercó más mi pecho al suyo quedando pegados totalmente.
-Te equivocas.
-Claro que no.
-Cállate ya maldita sea- estaba furioso, lo podía notar en su tono de voz.
-¿Quieres que me calle por decir solamente la verdad?
Al parecer con eso tuvo para que le colmará la paciencia porque levanto su mano derecha y me abofeteó en la mejilla
Dejando un dolor sumamente fuerte
Volvió a levantar la mano y me dio otra bofetada en la otra mejilla
Lo fue repitiendo hasta que yo sentía que ya no podía más, mis ojos se me fueron cerrando poco a poco hasta que quede en la absoluta oscuridad

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