Capitulo cuarenta

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Cuando ya había convencido a Caroline de que la llevaría a su casa nos dirigimos hacia mi moto, note que mientras nos acercábamos a ella empezó a respirar un poco pesado.
-¿Qué pasa?
-Nada, es solo la moto.
-¿Qué pasa con ella?
-¿Sinceramente?
Me daba miedo cada que una persona hacia ese tipo de preguntas porque la mayoría de las veces te terminan doliendo hasta lo más profundo.
-Claro-dije con una risa nerviosa
-Bueno, tengo miedo de que por lo rápido y loco que manejas pierdas el control nos caigamos y muera de una forma terrible.
No podía creer que hubiera dicho eso.
No pude evitar soltar una carcajada.
-Caroline eso no va a pasar, confía en mi ¿de acuerdo?
-Confió pero lo qué pasa es que, ay Alexander estás bien loco-río tímidamente.
-Ademas,  prefiero morir antes de que a ti te pase algo, conmigo estás segura ¿Okey?
-Oye pero no quiero que te pase nada gracias a mi-dijo en un murmullo casi inaudible.
-No me pasara nada Caroline-la tome de los hombros y la hice que volteara hacia mi, note que un ligero rubor subía a sus mejillas, no pude evitarlo y sin pensarlo acerque mi mano a su mejilla y la acaricie suavemente, Caroline acuno su mejilla en mi mano y sus ojos me miraron, eran traviesos pero a la vez precavidos.
Entendía esa expresión.
Estar entre las ganas de querer arriesgarte, pero al mismo tiempo están nuestros padres, que a base de entrenamientos nos enseñaron a básicamente no confiar en absolutamente nadie, a estar siempre precavidos, a siempre estar alerta.
Eso, por lo menos en mi experiencia, me ha jodido infinidad de veces mi vida, me ha jodido la oportunidad de estar con ella, me a quitado la oportunidad de ser quien realmente quiero ser.
Y eso es una mierda
Recuperamos la postura y me aclare la garganta.
-Entonces ¿nos vamos?
Puso los ojos en blanco y soltó una ligera risa.
-Vamos.
Llegamos a la moto y le pase un casco, me subí a la moto y la prendí, cuando se puso el casco se subió atrás de mí y me abrazo por detrás de la espalda acurrucándose.
-¿Estás cómoda?
-Cállate y acelera-dijo con una voz dulce y risueña.
-De acuerdo señorita.
Se apretó más a mi y yo acelere.
Iba para la casa de Caroline pero de repente se me ocurrió una hermosa idea.
-¿Te importa si nos desviamos un momento?-le pregunté alzando la voz para que me pudiera escuchar
-¿A donde vamos?- preguntó con el mismo tono que yo.
-Es una sorpresa-le dije soltando una carcajada.
-Alexander- dijo con tono insegura
-Mejor sujétate bien y luego me reclamas todo lo que quieras.
No la deje contestar porque acelere aún más.
La llevaría a la playa.
Sentía que era un lugar donde podía estar tranquilo y no me tenía que preocupar de absolutamente nada.
Y eso era exactamente lo que yo quería.
Estar tranquilo.
Estar con ella.

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