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Un omega rubio contemplaba, con nada más que amor en sus ojos, al alfa de su vida.

El alfa azabache estaba concentrado en su portátil, escribiendo correos, ajustando contratos y una infinidad de cosas más de las que, Jimin, jamás entendería. Al crecer, observó a su padre absorto en el trabajo, luego le toco que ver a su hermano mayor tomando esa misma postura. Por mucho tiempo, también, observó a Min Yoongi haciendo lo mismo, estaba convencido de que su destino era emparejarse con un alfa de negocios. Era todo lo que conocía y el destino que le esperaba en aquella jaula de oro en la que estaba encerrado. Y odiaba el pensamiento de unir su vida a un alfa así.
Los alfas en su vida eran un amor, pero siempre eran un amor distante. Jimin estuvo convencido, durante mucho tiempo, de que su destino era seguir el patrón que los demás trazaron para su vida, y que su existencia sería siempre de un aburrido tono gris. Pero un buen día, conoció a este bonito alfa despreocupado, a este alfa camarero y trabajador, que había luchado toda su vida por obtener las cosas que quería, que se esforzaba por abrirse camino y que se revelaba por ser siempre fiel a su corazón. Un día, el destino puso a su alfita Jungkookie en su camino y desde entonces nunca hubo nadie más.
Jungkook le había enseñado a apreciar las pequeñas cosas de la vida, fue tan grande el impacto de conocerlo, que nunca fue capaz de ver el mundo de la misma manera. Luego de haber pasado por tantas cosas, muchas dolorosas y que fueron difíciles de soportar, aquí estaban los dos. Juntos, como debía ser.

Al final de cuentas, se emparejo con un alfa de buena familia y heredero de una fortuna, siguió el patrón, pero viendo a su alfa tan absorto en el trabajo, con el ceño fruncido por la concentración, no podía estar más que feliz de haberse emparejado con un alfa de negocios. Porque sólo Jimin sabia las dificultades que Jungkook había atravesado, y cuando duro era para él, aceptar esta nueva condición de heredero de una gran familia. Era Jimin quién escuchaba sus dudas y preocupaciones al final del día y quien lo consolaba. Era Jimin quien tenía la marca de ese alfa en el cuello y quien un día le daría una familia. Era Jimin el compañero de ese alfa maravilloso y apuesto.

Soltó una risita mientras besaba su anillo de compromiso.

Bendita la sagrada luna, que le concedió su capricho más grande.

—Deja de reírte solo, Minnie.

—Es que soy feliz.

—También yo. —Jungkook cerró la computadora portátil y le hizo señas para que se sentara en su regazo. —Ven aquí.

Jimin prácticamente voló al asiento de su alfa para acomodarse en su regazo, hasta que lo tenía rodeado con brazos y piernas.
Jimin sonrió al sentir la mano de su alfa sobre su pequeño vientre, ambos tenían una pequeña sospecha de que quizás pronto habrían un par de piecitos correteando por ahí, pero ninguno se permitía tener muchas ilusiones.

—¿Ya te dije que te amo?—Jungkook hundió el rostro en la base de su cuello y aspiro el aroma de Jimin. Su aroma a manzanas tenía un ligero dulzón particular. Una escencia nueva. Acarició el vientre plano de su omega y le dio un beso sobre la marca de emparejamiento. —Cada día estoy más seguro.

—¿De qué?

—De qué mi bebé crece en tu interior.

—Yo también. —Susurró con esperanzas Jimin.—Pero quiero esperar un poquito más. Hasta estar cien por ciento seguro antes de ilusionarme.

—Todo estará bien, estoy contigo ahora. ¿De acuerdo?

Ese parecía ser el nuevo vocabulario de Jungkook, era como si hubiese perdido la capacidad de hablar y esas frases eran las únicas que conocía. Pero no podía culparlo por preocuparse a cada instante por la salud de su pareja y su cachorro, no después de lo que había pasado la última vez.

Hermoso, Coqueto y Vanidoso•||(Vhope)Trilogía Herederos KimDonde viven las historias. Descúbrelo ahora