Capítulo 28: El principio del fin

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El paisaje que se podía apreciar en la habitación real, pese a que el sonido que emitía, preconcebía una imagen de ella, no era una saturación de lujuria, mucho menos una escena erótica, era Jean roncando en un cómodo sillón y Annie dando vueltas en la cama sin poder parar de contar ovejas, seguramente ya iba por la mil doscientas millones treinta y uno; aparentemente, la situación de su nuevo título y futuro rol en la política la tenía pensativa.

El clima nocturno comenzó mal y al parecer empeoraría, cuatro horas después de que Mikasa y Berthold abandonaran el palacio, un diluvio azotaba al recinto real. Truenos y relámpagos sonaban y la temperatura descendía lo suficiente como para incomodar a alguien que llevase ropa ligera sin llegar al punto de congelación, Jean en ese momento no estaba abrigado adecuadamente para ese frio, empezó a temblar.

--Jean, Jean, despierta pervertido-Annie trataba de despertarlo al notar el malestar de Kirschtein.

--¿Qué pasa?-dijo un poco molesto, temblando por el frio y aún adormilado.

--Estas temblando de frio, ven a la cama-Annie lucía preocupada por Jean-si te mueres le darán tus tierras a alguien que no conozco y prefiero aguantar a un cara de caballo como tú que a alguien que no es mi amigo-añadió.

--Al carajo, prefiero morir antes que meter la pata de nuevo-Jean se sinceró como siempre pero esta vez con la voz ronca por la garganta inflamada por el frio.

--Me importa un bledo si volvemos a meter la pata, si no llegas vivo tendré que casarme con la gemela de Historia o con algún otro desconocido-Annie hablaba preocupada.

--Jajaja, esta bien, supongo que Armin es esa “gemela”-dijo Jean captando la referencia al momento de pararse e ir a la cama.

--Si, pero el tipo es agradable hasta que te empalaga, por cierto el lado derecho ya esta caliente-dijo Annie mientras abría la puerta y buscar a alguien que les trajera algo caliente para beber.

Tras no avistar a nadie, ni siquiera un triste guardia o empleado que les trajera una bebida caliente, incluso ella misma iría a traer un par de tazas de café caliente si tan solo supiese donde esta la cocina dentro del inmenso palacio. Annie se acostó al lado de Jean, el cual realmente estaba frio, debido a que no se abrigó, ya que no hacía tanto frio al momento en que se durmió horas antes.

--Jean, abrásame.

--¿Qué?-el joven estaba atónito.

--Que me abrases para dejes de estar frio, pero si intentas algo me transformaré en titán y te aplastaré-dijo amenazante Annie.
Jean soltó una pequeña risa nerviosa y aceptó la sugerente orden de Annie, al momento de sentir el calor de su amiga, abordó a la nave con destino al reino de los sueños.

En su sueño, Jean saltaba por un frondoso bosque con su equipo de maniobras tridimensionales y llevaba un ala de murciélago, a lo lejos en una colina, en la copa del árbol más alto Mikasa con un ala de ángel lo esperaba a él. Cuando el estaba llegando a Mikasa salieron del suelo, tres titanes de mas de cincuenta metros, uno llevaba una vestimenta de diplomático asiático e iba armado con una katana, otro más pequeño que el anterior llevaba un uniforme militar y una espada, y el último, el más grande de todos estaba sentado en un trono de roca negra en la base del árbol donde se encontraba Mikasa, este titán llevaba una corona y en su mano derecha un largo cetro. Kirschtein se enfrentó y venció a esas abominables criaturas, cuando llegó con su amada recibió un abrazo y un beso de los labios escarlatas de ella, soltó su equipo de maniobras y de repente el titán mas grande volvió a la vida y procedía a atacarlo, Jean y Mikasa emprendieron vuelo abrazados, pues eran ángeles con una sola ala, pero Jean sentía que algo lo empujaba al suelo.

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