Capítulo 16: Dispersados

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Cada uno se fue por su lado, Jean recorrió el trayecto en total amargura, sin nadie con quien platicar sobre algo que no sea del brutal horror que se vivió en medio de la batalla, preferia hablar mejor sobre el posible cese al fuego, ya que, demasiados soldados enemigos estaban rindiendose, muy pocos estaban peleando; incluso preferia platicar sobre la farándula, sobre esos chismes que rodeaban a la nobleza y algunos altos mandos militares, llenos de glamour y de grandes riquezas, pero en el fondo eran igual de humanos que todos los demás. En fin, Jean simplemente no queria saber más de la guerra y volver a la isla para llevar una vida tranquila, sin titanes ni nada que lo quisiera matar a cada momento.

En el transcurso del viaje, Jean evitó dar ordenes con muchas palabras, la tristeza de haber perdido a un buen amigo como Connie, era lo que amargaba su viaje y hacía que su voz se quebrara llenándole los ojos de lágrimas, lágrimas que supo disimular frente a las tropas, pues, era un momento donde se requería un líder fuerte, después de todo, Marco no estaba loco cuando dijo que Jean tenia madera de líder. El jóven capitán, aún recordaba las ocurrencias del extinto cabeza de perilla; “Shardis es un anciano pendejo, nos castiga de nada y todavía jode con que no hacemos bien los ejercicios, yo digo, que se joda ese malpa…, no me digan que esta atrás mio” un recuerdo de cuando Springer vociferaba en contra de su instructor en sus días de recluta y fue castigado con hacer sentadillas “hasta que las piernas ya no le respondan” en palabras textuales de Shardis.

En el camino hacia la playa, muchos prisioneros de guerra estaban haciendo su inesperada aparición, pues ellos perdieron la fé en su victoria, después de ver caer en acción a sus estandartes de guerra, unos heridos y otros con bandera blanca esperando la clemencia de los invasores. Jean al ver aquello, salió de sus pensamientos y decidió ordenar que se les dé cuartel, pero era tal el número de soldados de Mare, que si quisieran ya hubieran doblegado a la tropa que se dirigía hacia la playa.
Aquel ambiente de a poco cambiaba de una caldera de adrenalina producida por la batalla, a ser un mar de lamentos, unos por estar al borde de la muerte, otros por la vergüenza de haber perdido una guerra que recién empezaba, muchos eran cadetes jóvenes, algunos de ellos indignados por reconocer a sus amistades entre los agentes dobles de la rebelión.

Llueve copiosamente en la zona de guerra, el sonido de los cañones ha cesado y los titanes yacen sobre las ruinas de lo que alguna vez fue la destruida Mare, algunos de los civiles que se quedaron allí, se lamentaban por ver su ciudad en ruinas y maldecían a los guerreros provenientes de la isla, aquellos que llaman demonios los habían vencido, poniendo un sentimiento de duda en su fé y miedo en sus corazones.
Todos los prisioneros de guerra capturados, fueron llevados a la playa donde estaban siendo acomodados para su registro y encarcelamiento, algunos oficiales erdianos que conocían la verdad sobre los titanes y vivieron para contarlo, aprobecharon la ocasión para saldar cuentas, la excapitana de la Policía Militar y teniente de la infanteria, Ivanka Kisser mandó a fusilar a veinte coroneles, en calidad de prisioneros de guerra, bajo supuesto delito de sedición, pero lo que muy pocos sabian, era que tomaba venganza por la muerte de sus compañeros en el primer intento fallido de tomar Shinganshina luego de la primera aparición de los titanes Colosal y Acorasado, también vengaba la muerte de un anciano que era poblador de Shinganshina antes del desastre, un viejo al que Kisser había tomado un cariño y respeto cual hija a su padre.

Jean no pudo hacer nada contra aquellos que abusaron de su autoridad, muchos eran de grado superior a capitán, y otros ya habían cometido la atrocidad antes de llegar a la playa. Al llegar a la playa, Jean solo pudo observar las fosas comunes unas donde iban a parar entre cadaveres de oficiales ejecutados y otras con soldados aliados caídos en acción, tambien recibió las quejas de algunos soldados que discrepaban del pensamiento de aquellos que organizaban las matanzas. La sangre coagulada, algunos llantos de dolor y la pestilencia, eran el común denominador del área médica de la playa, donde se supone que Jean deberia ser atendido de sus heridas, pero en cambio solo con decir su nombre y rango fue atendido en una tienda especial para oficiales.

--Médico, ¿Por qué estoy aquí y no con los otros heridos?-preguntó Jean, extrañado y confundido.

--Señor, tenemos ordenes del general Pixies de dar trato especial a oficiales y a soldados que tienen heridas leves-contestó desganado el galeno-, también ya tenemos la medicina milagrosa de la Doctora Zoe y esta gente, usted incluido capitán, son prioridad en recibir la medicina-añadió más animado.

--Sabia que Hanji lo lograría, esa mujer es una genialidad en lo que hace, Eren no sufrió por nada, ni tampoco el simio de su hermano jajaja, auch-se reia Jean, animado y sorprendido por la inyección.

--Antes de que diga algo señor, por ordenes de nuestra piadosa reina, este medicamento esta para todo el ejercito, los del hospital de soldados regulares tendrán libre acceso a esta maravilla, pero los más dañados tardaran un poco en sanar-dijo el médico, tranquilizando a Jean, porque vio venir una protesta emerger de él.

La medicina era un descubrimiento de Hanji, un nuevo antibiótico, parecido al alcohol pero más potente, extraido de un hongo que era usado como remedio casero, de forma externa en forma de pasta la infección de heridas que era molida en morteros exclusivos para eso, y de forma interna como sopa o infusión contra enfermedades respiratorias. Jean, registro los avances de Hanji al momento de hacer los experimentos, esto fue antes de la guerra, después de que un par de reclutas de la ciento cinco murieran por culpa del tétano y la gangrena, aquellos experimentos interrumpierón brevemente los estudios sobre titanes de Hanji. Lo último que supo Jean era que el antibiótico era que ya fue testeado, pero no que poco antes de la invasión, fuera aprobado por el Real Consejo de Medicina para su uso en la guerra y la isla.

Aunque sus heridas fuesen curadas por el medicamento, aquel trato especial incomodaba a Jean, su único consuelo era que, si Mikasa lo requería, sería atendida con rapidez y en un lugar seguro, pero ella no lo necesitaría, siempre seria fuerte como siempre lo demostró  ella era un Angel de Guerra, ¿verdad?; al menos eso pensaba Jean, esperando lo mejor sobre la misión de rescate de Erwin y compañía, esperaba que Kenny pudiese protegerla, aunque ella no lo necesitase y sobretodo Jean esperaba ver una vez más a su “chinita” y esta vez confesarle sus sentimientos, al final de cuentas, pues en el corto periodo de guerra y su pasada lucha contra los titanes, Jean aprendió que la vida es breve y uno no debe permitirse el lujo de guardarse algo en silencio.

Nota: En los siguientes dos o tres capítulos serán de post guerra, o sea, ¿cómo Jean lidiará con su deber y sus principios?, ¿cómo Mikasa lo verá?, ¿cómo afectará la invasión a los demás personajes?, el funeral de Connie y Smith, y así acabará "el arco de la guerra".

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