Capítulo 21: Un funeral, un anuncio

227 16 11
                                    

--…Levi te extrañaremos-con la voz quebrada, Hanji finalizó el discurso en el funeral de su extinto amigo, recordándole que ella es de las últimas personas con vida de su generación en el ejército, que había perdido a su querido Erwin y a su mejor amigo.

En aquel pomposo funeral, estaban todos los militares entre oficiales, mariscales y soldados rasos, todos ellos con sus uniformes de gala, presentando sus respetos al gran héroe caído, Sasha se quebró en llanto sobre el hombro de Mikasa, que junto a Hitch y Annie se mantuvieron serenas, por un momento una imagen fugaz de Mikasa “El Ángel de Guerra” se hacia presente allí. Eren andaba con Zeke, este último estaba más demacrado que antes y ahora sentado en una silla de ruedas, ambos Jeager apenas se conocían, pero se preocupaban el uno al otro como si se conocieran de toda la vida, ¿un verdadero ejemplo de amor fraterno o influencia de las memorias de sus antecesores?. En fin, los Jeager se dedicaron a repartir unas invitaciones para un “Anuncio Importante” en un salón del palacio real.

El anuncio se dio por la noche de un viernes dos horas después del atardecer, allí estaban los invitados, Hanji estrenando un ojo de vidrio, Sasha acompañada por su familia, Annie estrenando un vestido y nuevo peinado, Jean en su mejor traje de civil adornado por un elegante reloj de bolsillo, Armin que ostentaba ya una vida de burgués fuera del ejército, dedicándose a escribir libros de ficción, historia(no confundir con la reina) e investigación sobre las hazañas de la Legión y la guerra que los enclaustró en la isla hace más de un siglo y la reina Historia Reiss fueron los que estaban solos, charlando y bebiendo el fino vino de la bodega real.

--Gente mía, gracias por venir a esta reunión social, esto va a ser rápido y algo impactante al mismo tiempo…-con una pausa Eren alargó el suspenso acompañado de Mikasa, Zeke y Kenny-, Mikasa y yo hemos estado saliendo dos meses después de la guerra, y ya que nos conocemos desde hace mucho, hemos decidido contraer matrimonio-al concluir lo dicho Mikasa le dio un beso en la mejilla.

Sonaron muchos vítores y hurras por la pareja, Jean solo sonrió y en un susurro con el corazón dañado maldijo su suerte, volteó la vista lejos de la feliz pareja en pleno "intercambio de saliva" como habría bromeado su difunto amigo de apellido Springer. En su acción por evitar observar la muestra de afecto de la pareja comprometida, pudo observar a Sasha y Annie, la última con su típica gélida expresión facial, pero con el minúsculo detalle de unas pequeñas lágrimas que recorrían su rostro, quien la viese diría que estaba conmovida por la pareja que anunciaba su compromiso. Por unos instantes la mente de Jean era escenario de muchas cosas, primero sabía que su corazón estaba apunto de romperse, segundo, tenía una ultima oportunidad si le confesaba a Mikasa antes de su boda y esperar el milagro de que ella prefiriese salir y conocer a Kirschtein en lugar de contraer nupcias con Eren.

Naturalmente el tiempo transcurrió, vinieron músicos, bocadillos y más vino casi inmediatamente después que lo ordenase la monarca, Mikasa bailó un vals con Eren, incitando a los demás invitados a imitarlos, Jean se quedó parado, solo y callado tomando una copa del fino vino que sirvieron, esperando un momento en el que Mikasa se quede menos ocupada. Pasaron dos piezas de vals y el momento llegó, Armin se había robado un momento a Eren para hablar y esa fue la oportunidad de Kirschtein.

--Hola Jean-saludó Mikasa con una sonrisa amigable.

--Hola Mika…-Jean respiró hondo, buscando valor donde solo habían nervios-bueno, felicidades por tu compromiso, espero que sean un matrimonio feliz-el equino había callado sus sentimientos en el momento.

--Gracias, realmente amo a Eren, lo siento así en mi corazón, y Jean…-ella abrazó de sorpresa a Kirschtein, escondiendo el sonrojo que ella tenía-eres un gran amigo y una persona maravillosa, se que encontraras a alguien que corresponda tus sentimientos-la respuesta de Mikasa fue tranquila y amable con un toque de inseguridad, ella al parecer, ya conocía los sentimientos de Jean hacia ella.

--Gracias Mika, fue… fue un privilegio el haber coincidido en esta vida, te deseo todo lo mejor-se despidió Jean correspondiendo el abrazo con una dolorosa sonrisa, adornada por una escurridiza lágrima provocada por la sangrante herida de un corazón en ruinas.

Jean continuó en la ahora fiesta de compromiso, manteniendo distancia de los novios y evitando a toda costa la mirada de cualquiera ellos. Bebió y comió, pese a ello siempre estuvo insatisfecho, él sentía que había un vacío sin llenar y que emanaba un punzante dolor que se centraba en su corazón y se expandía por todo su cuerpo cual pintura en lienzo.

Más tarde en la fiesta, fumando un cigarrillo acompañado de una copa de vino y ahogándose en la dolorosa autocompasión, el fugaz recuerdo de lo que alguna vez pudo lograr persigue a Jean, vencer a Jeager en el duelo no declarado por el corazón de Mikasa, para luego pensar, “¿habré tenido alguna oportunidad de hacerlo?, ¿estaba luchando contra Jeager por el corazón de Mikasa o simplemente era yo algún idiota sin oportunidades ni voz?, ¿nuestra cita en el lago significó algo para ella?”, Jean se culpaba por haber mantenido a su corazón en silencio antes de la guerra, antes siquiera de ingresar a la Legión, antes que Eren abriera los ojos y viera a Mikasa de la misma manera en que Kirschtein lo hacía.

--Jean, anímate esto es una fiesta-le dijo Eren al pasar a invitarle una copa de vino.

--Estoy animado, pero algo me hizo daño en la comida-disimuló con una sonrisa falsa.

Pasada la media noche y despues de haber vaciado una copa de la famosa ginebra real de ciento cuatro años, armado de valor, Jean fue a sacar a Mikasa para un baile, y él pudo danzar aquel vals con ella  y al terminar la pieza musical que marcaba el ritmo, abandonaron la sala a un pasillo cercano donde por fin pudo sentir una vez más el tacto de los aterciopelados labios de la asiática y sellarlos con un beso de aquellos que son producto total del deseo liberado de las cadenas de la cordura. La noche aún no llegaba a su fin, Jean y Mikasa vivían con intensidad su velada entre caricias y apasionados besos en una habitación del palacio desconociendo a plenitud el significado de la palabra discreción.

En aquel momento, poco le importaba al héroe de guerra si lo atrapaban en pleno acto con su amada, si por aquel incidente, lo condenasen a ser devorado por un titán, menos le podría importar, pues aquel beso, aquellas caricias que le eran correspondidas, aquel pequeño momento en el paraíso habría sido la razón de su respirar.

En SilencioWhere stories live. Discover now