Gran Sapter

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--Venadier! Enfrenta tu fin!

Esbania me atrapó en su red de espinas negras, su magia era mucho más poderosa que la mía. Pero algo andaba mal en su cuerpo. Se convulsionaba esporádicamente y en ocasiones me dió la impresión de ver un líquido negro y espeso saliendo.

--Yo no soy Venadier! Suéltame loca!

Active mis poderes especiales. Esbania era una veterana de guerra, posiblemente una zombie inmortal o algo parecido. Su necrosis se notaba en sus ojos oscurecidos y en las puntas putridas de sus dedos.

Deritri peleaba sin tregua arriba, en el sótano estaba Plentia, seguramente haciéndole frente a más magos malvados. Yo estaba sola.

Por un momento pensé en mi familia, en ambas para ser precisa. La que tenía ahora y la que tuve antes de morir.

En el pasado solo recuerdo que fui un chico de quince, resentido con sus padres ausentes y una hermanita a la que deje sola. No quería que pasara lo mismo, no ahora que tenía una segunda oportunidad.

Un halo repulsor emergió de mi cuerpo. La energía rompió las cadenas retorcidas de la gran Sapter.

--Regresa a mí! Me perteneces, tengo que terminar.

La voz de la hada gris se escuchó viscosa y repugnante, luego de que volé lejos de ella y le lance esferas de energía rugió con frenesí asesino.

Sentí una fuerza halandome a ella, como si yo fuera un pequeño tornillo a merced de un poderoso electroimán.

Aumente mi poder, era riesgoso pero si no hacía nada no podría, esta vez no había a donde huir.

Las ramas negras salieron, rasgaron mi ropa y deshicieron las trenzas de mi cabello. Volar era más difícil. Aplique sellos de aumento y me cubrí con campos luminosos, pero el poder de Esbania aumentaba a medida que su cuerpo se corrompía más y más.

--Ya basta! Detente Esbania! Que es lo que quieres?!

--Quiero mi cuerpo! Quiero completarme! Dame tu cuerpo Venadier!

Recordé lo que leí en el diario, a esto se refería el hada blanca con la creciente locura de su antigua amante? Esto era más que una novia posesiva, era una psicópata homicida y no me extrañaba que ambas hubieran encontrado el fin de una forma tan trágica.

Quería drenar de poder mágico a los magos a mi alrededor, pero no lo hacía por el hecho a tener absorber la maldición de Esbania. Me detuve y me arriesgue aún más usando una daga elfica, le imbuir mi poder y tras un intenso bombardeo me dispare apuntando al pecho de la Sapter.

Rasgue su tórax con el filo y de el brotó una sustancia negra con olor putrefacto. Ese era un cadáver con quién sabe cuánto tiempo en ese estado, ya no era más un ser humano o hada, era un monstruo.

El cuerpo de la Sapter se convulsionó violentamente y colapsó como un charco negro y viscoso. Los magos dieron la señal de alerta y me señalaron como objetivo primario. Deritri y Sivarinda seguían con su lucha aérea y al ver que estaba en máximo peligro intentaron llegar a mí.

Comenzaba a sentirme débil, tenía cansancio de días, hambre y una fatiga horrible. Queria huir de ahí con mis amigas y librarnos de ese infierno arenoso y cubierto en sangre.

Me apuntaron con cañones arcanos, me cubrí con un escudo y me puse en guardia. Sentía que ya no tendría oportunidad.

Cuando comenzaron los disparos, otros proyectiles impactaron a los enemigos. Fuego salió por todas partes pues Deritri estaba encendida, Sivarinda estaba en el suelo y ya no estaba más sola. Alguien me sostenía mientras con su mano libre disparaba con un pequeño cañón arcano parecido a un rifle.

La Dama Blanca es un varónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora