Viejos amigos

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El bosque era mas que prohibido: Oscuro, espeso, viejo, milenario... Primigenio.

No era un bosque que alguien pudiera visualizar en un mapa y sin embargo algunos sabían donde encontrarlo.

De esos que poseían el conocimiento solo uno se atrevía a entrar. Aunque mas que un atrevimiento, era su derecho.

Su cabello largo y blanco resplandecía sin el peso de los años, su cayado irradiaba una luz cálida, su capa larga se arrastraba por sobre el suelo verde y musgoso.

--Que tal viejo amigo?

Su voz grave resonó con eco frente a un colosal tronco hueco fosilizado, la pequeña figura dentro reposaba en un sueño efímero comparado a la milenaria edad de su hogar.

Una leve sonrisa se dibujó en un adormilado rostro infantil, los cabellos azulados caían levemente sobre sus mejillas. Se incorporó lentamente, su torso desnudo se hincho en aire fresco mientras alzaba sus brazos al cielo para estirarse lánguidamente.

--Hola vejete! Te estaba esperando... No pongas esa cara anciano, sientate!

El niño risueño palmeo el suelo liso repetidamente donde reposaba tranquilamente. El viejo recargo su cayado en la entrada del hueco y se sentó con notable irritación en su rostro.

--Sabes que tu eres mas viejo que yo verdad? O tanto dormir te dejo estúpido?

--Ja Ja Ja! No seas cascarrabias! Pff! Pero en serio... Que mal te han sentado los años... Iug! Por que sigues con esa barba?  Jajajaja!

El de apariencia joven jalaba la barba del anciano a su lado, le llamaba la atención como los cabellos de su cara y los que brotaban de su cabeza eran suaves y blancos como los rayos de los soles, pero sobre todo como pese haber caminado y viajado por tanto tiempo estaba limpio y fresco como una lechuga.

--Ya! Es suficiente!

Una mano arrugada empujó la mano pequeña dejando una marca roja sobre la piel clara y suave del pequeño.

--Oye! Dolió... Trajiste lo que te pedí? --preguntó  haciendo un puchero.

El chiquillo de cabello azul husmeaba en el macuto del barbudo gruñón. Este ultimo le arrebató sus pertenencias y sacó un paquete atado con una cinta de colores.

--Alfin! Dulces! Mmm! Siguen usando la misma receta. Muchas gracias! Abrazoooo!

--Sueltame! No me gusta que te pegues así!

Después de propinarle un manotazo en la cabeza azúl ambos se quedaron quietos. Aunque uno, con ojos brillantes por pequeñas lágrimas, sobaba su adolorida frente.

--Los has visto? --un bufido se le escapo de los labios.

--Si, sobretodo a ella. Cada vez esta mas hermosa --el rostro severo se suavizó un poco al recordarla.

--Lo se! Esta embarazada cierto? Baralsac lo sabe?

--Si y si, pero su retoño no. Jaja quien sabe como reaccionara.

--Seguro se pondrá muy feliz. Ahh~ cada vez es mas fuerte. Me preocupa lo que le espera en el futuro. Tienes que prometer que nada le pasara.

--Me ofendes! No tienes ni porque pedirme eso! Siempre he velado por su seguridad.

--Sii clarooo... Supe lo de... Sapter.

Ambos se ensombrecieron. Había regresado y ninguno sabia como, lo que era peor, el evento que creían haber evitado seguía en curso y el tiempo se les venia encima.

--Por que no la mataste? --La pregunta sonó mas grave con la modulación profunda de su voz.

--Era una niña buena... No importaba su origen, creí que conocerla a ella podría cambiarla y alejarla de su destino... Siempre tuve fe --la voz infantil no fue menos grave solo por su tono, era la fuerza de sus palabras lo que le daba importancia.

La Dama Blanca es un varónWhere stories live. Discover now