Gritos, gritos y mas gritos provienen de una de las casas en tokio, un mujer hermosa de cabellos azul oscuro y ojos de la misma tonalidad le gritaba a su hijo con ira. Estaban frente a un espejo largo, ella le gritaba con desprecio puro reflejado en su voz mientras el joven chico aguantaba sus lágrimas y sollozos. Vestía un vestido negro de manga larga con el diseño de un semi círculo recortado en el pecho y la parte de su falda mitad de ella tenia un estampado de sabana de picnic, acompañado por unos zapatos de taco alto negros y su cabello suelto.
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-¡Mirate! No sirves, no pudiste hacer el trabajo más simple...¡Nacer siendo chica!- la mujer gritaba histérica agarrando a su "hija" por los hombros con tanta fuerza que posiblemente se le marcarían sus manos.
-¿Tienes idea de cuanto pase para tenerte? Lo mínimo que tenías que hacer era ser mujer- soltó uno de los hombros del peliazul y tomo su propio cabello mientras se miraba al espejo.
-¿Porqué no puedes ser como Kayano? Nadie te querrá, eres un marica que no puede ni abrir una botella de agua- rió de forma cínica para acto seguido jalar con fuerza el cabello de su hijo, haciéndolo soltar un quejido alto.
- ¿de qué te quejas? Te daré motivos para llorar con fuerzas- mientras tomaba al chico por su cabello lo obligo a verla a la cara.
Comenzó a halarlo hasta la cocina donde lo golpeó contra la nevera, logrando que saliera una que otra gota de sangre de su nariz. Tomó un cuchillo pequeño como del tamaño de una mano y lo paso por su cintura, rajando el traje y cortando su pálida piel. La sangre comenzaba a bajar por sus muslos y piernas hasta llegar al suelo, sus llantos y suplicas no impedían que su madre continiuara cortandole.
Pasó de cortar su cintura a cortar por sus piernas, haciendo líneas hondas pero finas que dejaban escapar mucha sangre. Al cansarse de utilizar su cuchillo pasó a volver a golpear el delgado cuerpo del chico. Hiromi Shiota solía herir emocionalmente a su hijo antes de herirlo físicamente y eso era algo a lo que el pequeño Shiota estaba acostumbrado. No siempre era así, sólo lo hacía cuando en su trabajo algo no le salía o cuando bebía demasiado alcohol. Esta noche habían sucedido ambas situaciones, llegó una mujer mas joven al trabajo y por ser joven la han tratado mejor que a ella. Le han dado su puesto y bajado de rango a Hiromi, para desahogarse se fue a beber a una barra cercana.
-¿Seguirás llorando? - con una sonrisa enferma tomó el rostro de su hijo y miro la cuchilla que antes había utilizado para cortar la cintura y piernas del chico.- ahora dejaras de hacerlo maldito malagradecido - tras hablar tomó la cuchilla y corto la mejilla del menor dejando un rastro de sangre de su mejilla hasta el traje.
El chico gritaba, intentaba alejarse pero le era imposible. Su madre volvió a pasar la cuchilla por su rostro, está vez por la frente. Con una sonrisa en su rostro empujó al joven al suelo, levantó el traje dejando ver su estómago y con la cuchilla escribió error en su abdomen.
