Señor y Señora O'Connor

Magsimula sa umpisa
                                    

Cerré la puerta y me dirigí a mi dormitorio, tomé una remera vieja que usaba como pijama y un cullote. Me metí en mi cama y apagué la luz de mi mesita, me arropé con las sábanas y esperé poder conciliar el sueño.

Sin embargo... Las horas pasaban y no podía dormir, el dolor de estómago y los nervios me estaban matando... Ya eran las 1 de la madrugada.

Salí de la cama y a oscuras me dirigí hacia el pasillo, se escuchaban los ronquidos de mi padre en su habitación. Atravesé el pasillo en penumbras y con cuidado abrí la puerta del dormitorio de mis padres. Seguían durmiendo, ignorando que una intrusa había irrumpido en su habitación; con cuidado me trepé en la cama y busqué un lugar dónde acostarme.

-¿Qué... Qué pasa? -balbuceó mi padre, más dormido que despierto.

-¿Annie? -preguntó mi madre.

-Soy yo -susurré.

-¿Qué sucede?

-¿Puedo dormir con ustedes? -pregunté.

-Sí, cariño. Entra -accedió mi madre, corrió las sábanas y me hizo un hueco entre ella y mi papá.

-Ya estás grande para esto, hija -dijo mi papá.

-Rodolfo, basta -lo retó mi madre-. ¿Te sientes bien, cariño?

-Tengo miedo...

-Ay, princesita... Es normal... Ven, cariño, duérmete, no querrás salir con ojeras en las fotos de tu boda, ¿no?

Yo me reí por lo bajo, mamá pasó su brazo por encima mío, pero... Algo faltaba.

-Papá...

-¿Qué?

-¿Me abrazas?

Con un resoplido mi padre se dio vuelta y me abrazó, y como un pollito protegido, logré conciliar el sueño.

Quedaban sólo cuatro horas, nada más que cuatro y estaría casada.

Mis padres y yo nos encontrábamos en el monovolumen de mi papá, yendo a la casa de los O'Connor.

Mi vestido de novia lo llevaba mi dama de honor y mis madrinas ya debían de estar esperándome allí.

-¿Thomas? -preguntó mi madre hablando por teléfono-. Ya estamos yendo con Annie.

Intercambió unas palabras más y luego colgó. El paisaje estaba cambiando con rapidez, cada kilómetro que recorríamos aceleraba aún más mi corazón. El viaje a la casa de Kentin no solía tomarme más de quince minutos, pero esta vez, el recorrido fue eterno.

Y finalmente habíamos llegado.

Vi la motocicleta de Castiel, el C4 de Nathaniel, la Harley de Gaeil y otros autos que no conocía. La entrada estaba decorada con globos y guirnaldas blancas con flores, Rosamary me estaba esperando, al igual que Kim, Violetta, Iris, Àmber y el resto de mis amigas.

-¡Annie! -exclamaron mis amigas, muy felices de verme, se me bajó la presión de repente y un mareo me invadió.

-¡No te atrevas a vomitar! -me amenazó Rosamary.

-Mejor que vomite ahora y no cuando esté dando los votos -se burló Kim.

Con ayuda de mi madre y mis madrinas entramos a casa de los O'Connor, todo había sido cambiado: Habían puesto muebles nuevos, sillones, reposeras, sofás y mesas para los invitados.

Subimos las escaleras y entré al cuarto de Kentin, una rosa roja estaba depositada en la cama con una carta y un pequeño envoltorio.

Yo me acerqué a ella y tomé la carta, tenía la caligrafía de Kentin.

Corazón de Melón con Chocolate (libro #3)Tahanan ng mga kuwento. Tumuklas ngayon