44. Mi valiente heroína

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Las semanas avanzaban rápidamente, aunque había momentos en los que se hacían eternas, mi barriga crecía mes a mes, con un avance firme, aunque lento a veces. Una parte de mí estaba ansiosa por que pasase todo el tiempo ya y poder tener a mi bebé en brazos; la otra parte, casi siempre inspirada por Lexa, me decía que me tomase con calma el embarazo y disfrutase de esos pequeños detalles de la vida que crecía en mi interior. Vida, eso era, mi barriga no crecía tan rápido como había imaginado, pero mi ilusión era cada vez más exponencial sobre sí misma, día a día me sentía más feliz, observando los pequeños cambios en mi cuerpo, en mi mente, en Lexa y en nuestro alrededor.

La vida me sonreía, después de darme un buen revés irónico, con la extraña situación de haberme quedado embarazada como lo hice, ahora, sorprendentemente, si se piensa, todo era perfecto.

Lexa tenía razón, el desarrollo del embarazo era un momento único detrás del otro, lo veía todo con un tinte diferente que me estaba encantando, lo cual me provocaba cierta lástima, porque no había podido disfrutarlo desde el minuto uno y, siendo sincera, antes de hacerme los test de embarazo, la idea me vino como un jarro de agua fría. Sentía un pelín de culpabilidad por eso, aunque, mi novia, siempre pendiente de mí, se encargaba de recordarme que lo importante estaba por venir y que lo estaba haciendo genial.

La que también lo estaba haciendo genial era ella, Lexa, se había volcado en investigaciones, por internet y personales a todas las mujeres que hubiesen estado embarazadas que ella conociera, cuidaba siempre de todo lo que me preparaba para comer, atendía mis antojos, por raros que fueran, siempre que no influyeran en una dieta saludable para el embarazo; tenía en cuenta mi peso, calculando si tenía que subir o mantenerme, según lo recomendado. En cuanto a salud física, me masajeaba los pies siempre que se me hinchaban si pasaba mucho tiempo de pie o sentada, buscaba la posición más cómoda para poder abrazarme, en especial cuando la tripa empezó a crecer considerablemente, y también se esmeró en averiguar sobre algunas posturas sexuales recomendadas para los meses más avanzados del embarazo. Oh, sí, y eso hizo llenar mi cara de rubor, la muy desgraciada le había preguntado a su madre, SU MADRE, qué posturas le recomendaba, anda que no nos valieron risas ese día, porque, al parecer, Lexa había pasado de no hablar nada sexual con su madre a preguntarle por posturas, mi chica de extremos, que nadie diga que no. A quién se le ocurre, su madre no tardó en excusarse, porque ella solo entendía del sexo hetero, así que le aconsejó lo obvio: que estuviese lo más cómoda posible, que no me apretara la tripa y que nos lo tomásemos con calma.

Lexa cumplía todos mis caprichos, y no es que fueran muchos, realmente lo más señalado era mi ansia sexual, que no paraba de aumentar, el bebé nos iba a salir espabilado si seguíamos así, la verdad. Además, me había convertido en una mimosa extrema, pero a niveles exagerados, necesitaba abrazos, caricias y besos en todo momento, sintiéndome incluso triste si no podía pasar una noche con Lexa, era irracional, pero tampoco podía controlarlo, y, como tenía la novia más perfecta del mundo, nunca faltaba a mi llamada, fue por eso que, durante las primeras semanas, y en lo que encontrábamos casa, Lexa se mudó a mi piso de manera prácticamente permanente.

En cuanto a alimentación, empecé a cogerle un asco impresionante a las especias, en especial a la canela, podía olerla a muchísima distancia, y me provocaba unas náuseas insoportables; por otro lado, me pasaba el día con antojo de manzanas, sí, y menos mal que antes no me gustaban, porque durante el embarazo comí tantas que me valieron para toda la vida; manzanas, en cualquier forma y estado, pero aparecía en prácticamente todas mis comidas. No me supuso ningún problema dejar de lado ciertos alimentos perjudiciales durante esa etapa de mi vida, aunque sí que tenía mucho más cuidado que antes a la hora de comprar en el supermercado, miraba más incisivamente las etiquetas y los valores nutricionales.

Hasta que llegaste túWhere stories live. Discover now