39. Para toda la vida

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Desperté con la cabeza como un bombo, sentía como si me estuviesen taladrando el cerebro, traté de abrir los ojos, pero me pesaban demasiado los párpados, al igual que todo mi cuerpo, que sentía como si fuese de roca. Me dolía hasta la última fibra de mi piel, y no es solo que me doliese la cabeza, es que también sentía punzadas en el estómago, amenazando con hacerme devolver hasta la primera papilla.

Conseguí abrir ligeramente un ojo, craso error, porque la tenue luz del amanecer penetró en mi retina, intensificando mi dolor de cabeza. Giré la cara rápidamente para ocultarme de la luz, y ese fue un segundo error, porque se me nubló la cabeza y sentí otra náusea subir, sé que gruñí, aguantándome las ganas de vomitar, y también sé que ese sonido penetró en mi cerebro haciéndome daño.

Tras cuatro intentos más conseguí abrir los ojos, al menos un poco, arrepintiéndome al instante cuando me hice eco de lo que me rodeaba, porque no estaba en mi cama, no estaba en mi habitación. Me encontraba al borde de una colchón desconocido, tumbada sobre mi costado, miré al suelo, donde vi varios empaques abiertos de lo que parecían... ¿Condones? Oh, joder, joder, joder, me puse muy tensa. Poco a poco me fui dando más cuenta de lo que había cerca, noté un cuerpo caliente a mi lado en la cama, por mil demonios, no quería girarme y descubrir quién era, aunque, estando en la habitación que estaba, no había muchas más dudas. Bellamy me había hecho un pequeño tour por el piso que había alquilado hacía tiempo, y estaba casi cien por cien segura de que ese cuarto era el suyo, al menos por lo que mi dañado cerebro me permitía percibir.

Sin girarme, porque de verdad estaba aterrada de lo que sabía que me iba a encontrar, levanté la ligera sábana que me tapaba, descubrí mis pechos desnudos, no quería seguir mirando, porque, efectivamente, no tenía nada de ropa puesta. Cerré los ojos y me llevé la mano a la boca cuando llegó otra arcada. Oh, joder, ¡joder, no!

Me giré, muy lentamente, primero porque no quería verlo, segundo porque mi cuerpo seguía pesando diez veces más que de normal y, tercero, porque sentía que cualquier movimiento me haría vomitar o desmayarme. Efectivamente, Bellamy estaba tumbado a mi lado, pero él descansaba boca arriba, y no estaba tapado por nada, porque siempre había sido muy caluroso. Ya lo había esperado y predicho, pero no estaba preparada para verlo, dormía totalmente desnudo, en todo su esplendor. Bajé la vista por su cuerpo, con los ojos abiertos como platos, sintiéndome cada vez peor, y ya no físicamente, sino, también, emocionalmente, vi varias marcas de arañazos y algún chupetón, incluso algunas señales de mordidas ¿eso lo había hecho yo?

Fue cuando mi mirada llegó hasta su entrepierna que no pude contener más las náuseas, estaba con su pene semi erecto, algo típico del despertar, y tenía colocado un condón, que ni pude mirar más, porque necesité apretar la mandíbula y salir corriendo hacia el lavabo, aunque al menos conseguí llevarme la sábana conmigo.

Por suerte su habitación tenía un pequeño baño y no necesité contenerme demasiado, llegué al váter y caí de rodillas antes de dejar escapar todo el contenido de mi estómago, sintiendo unos horribles calambres en la tripa. Después de vaciarme, aunque seguía sintiendo náuseas, tiré de la cadena y me dejé caer en el suelo, apoyándome contra la bañera, medio tapada con la sábana, traté de levantarme con intención de lavarme la boca, pero no me sentí capaz.

No sabía exactamente qué estaba sucediendo, porque mi mente estaba en blanco, no recordaba cómo había llegado a allí, no recordaba nada, al menos durante unos segundos que se me hicieron eternamente largos. Pronto me vinieron unos cuantos flashes, casi que prefería no haber recordado nada, porque visionar dentro de mi cabeza a April y Lexa besándose me produjo un dolor muy real en el corazón. Los recuerdos siguieron viniendo, aunque cada vez más difuminados y distantes, como si los estuviese viendo en una película y no sintiendo haberlos vivido realmente. Lloré, bebí y me lamenté, me quejé durante no sé cuánto tiempo con Bellamy en el Midnight, recuerdo a aquellos idiotas acercándose para ligar conmigo, el chico con las lentillas de colores que los echó, otra copa, luego varios vacíos más, un baile jodidamente caliente con mi exmarido en la pista... Y todo lo demás después de eso no era más que un torrente de trazos de recuerdos, de besos, de caricias bajo la ropa, de arañazos y mordiscos, de sexo, duro y salvaje... Todo era borroso y confuso.

Hasta que llegaste túOnde histórias criam vida. Descubra agora