43. Ahí está

3.4K 241 29
                                    

Recuerdo muy nítidamente todo lo ocurrido desde el momento en que me enteré que estaba embarazada, cuando los dos test de embarazo salieron positivos, uno podía fallar, pero ¿dos? Sí, desde aquel preciso instante empecé a percibirlo todo diferente, los colores, las luces, los olores y sabores, como si un mundo nuevo se estuviese abriendo, como si mi cerebro hubiese evolucionado de pronto. Prestaba atención a cualquier detalle y lo registraba todo para mí, quizás porque, ahora conscientemente, quería acordarme de cada segundo de vida de mi nonato bebé. Registré absolutamente todo lo sucedido después de aquella noticia, el mismo día del cumpleaños de Lexa.

Comenzando por haber descubierto que el test de embarazo de Raven también había salido positivo, su cara de susto y los más de diez minutos que estuvo prácticamente sin articular ni una palabra más, solo miraba fijamente el cacharro, respirando muy profundamente. Finalmente, fue Octavia la que le soltó una bofetada, que me dolió hasta a mí, pero funcionó y consiguió sacarla del trance, así fue que también empezó a negar con la cabeza, contándonos qué había podido pasar. Después de Hannah, solo había estado con una persona, que no era otro que Scott, el hermanastro de Lexa, parece ser que se habían caído muy bien durante la boda de Becca y Henry, habiendo quedado varias veces más, por algo que Raven definió como "La chispa que jamás había sentido con nadie", fuertes declaraciones, especialmente viniendo de ella, que jamás se había enamorado. Lo que tampoco entendía era cómo había sido posible un embarazo, si siempre se tomaba sus pastillas anticonceptivas en su horario, además de usar protección directa la mayoría de las veces.

Luego de contarnos todo eso, y después de maldecir en los cuatro idiomas que hablaba, Raven se calmó ligeramente. Llamó a su ginecóloga y le pidió cita para lo más pronto que tuviese, que sería el lunes, oh, y tuvo la amabilidad de pedir también hora para mí, porque sí, compartíamos ginecóloga, también tenía cita el lunes, justo después de la suya.

Después, tratamos de actuar de la manera más correcta y consecuente, ella tenía que hablar con Scott, yo tenía que hablar con Lexa. Pero ambas acordamos hacerlo después de la pequeña reunión del bar de Joey, queriendo que disfrutase de su cumpleaños sin problemas externos. Y claro que Lexa disfrutó, aunque se percató de que algo raro pasaba cuando pedí un coctel sin alcohol, o Raven parecía más tensa que de normal, y se le notaba muchísimo. La entrega de los regalos fue lo más divertido, en especial gracias a los presentes de Anya y Raven, compinchadas para sacarle los colores a Lexa de mala manera, y he de admitir que a mí también, sobre todo cuando nos miramos cómplices, teniendo un buen par de ideas para usar esos regalos, seguro.

Lo importante vino justo después, mi regalo de cumpleaños, con la petición implícita de vivir juntas, sé que tardó en pillarlo, porque ella, muy inteligente para unas cosas, y tan poco avispada para otras, pero, cuando lo captó, su mirada me dio toda la respuesta que necesitaba, materializándola luego en palabras. Lexa aceptó vivir juntas, y yo me vi un poco más cerca de contarle que, muy seguramente, estaba embarazada, no viendo llegar el momento. Fue durante el trayecto a su piso que empecé a hablar compulsivamente, contándole sobre todas las casas que había mirado y el listado de las candidatas más aceptables, al menos para mí. Solo trataba de resistirme a contarle ya en ese instante lo de los test de embarazo, quería llegar a casa y terminar de elegir correctamente la forma de decírselo.

No fue como había planeado contárselo, claro que no, pero es que ella me salió con otra cosa que yo pensaba que no sabría, lo de Raven y Scott. El caso es que ella hablaba de su relación, no del embarazo, pero, para cuando me di cuenta, ya había hablado de más, así que, sin meditarlo demasiado, le dije que era yo la que tenía que hacerme el test de embarazo. Fueron los momentos más tensos que recuerdo entre nosotras, la conversación más trascendentalmente lenta y punzante. Lexa se enfadó, porque pensaba que le había mentido, porque sentía que no confiaba en ella, pero no me preguntó por el resultado, como si no quisiese realmente saberlo, dando vueltas al tema sin atinar a la cuestión importante, al punto.

Hasta que llegaste túWhere stories live. Discover now