Capítulo XLI

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Un par de semanas más tarde, cuando Laura llegó a la cena, se encontró con una alterada casa. La niñera estaba bastante inquieta, intentando que Jaimito ordenara sus juguetes, mientras escuchaba el sonoro llanto de Elena, desde su cuarto.

–¿Qué sucede? –Preguntó Laura, asombrada – ¿Porqué los gritos?

–No lo sé. Desde que llegamos de la escuela, Elena ha estado inquieta y de un momento a otro comenzó a llorar desconsoladamente. Y, ya ve, el jovencito está inquieto.

Laura dejó a la niñera y al niño, pensando en que la señora no era muy dada a resolver situaciones con los niños ni a entenderlos. Pero no era labor de ella juzgarla. Cuando llegó al cuarto de la niña, encontró todo sus peluches esparcidos por el cuarto. La niña estaba a un rincón agachada, y su cabeza entre sus rodillas, llorando desconsoladamente. A Laura le partió el corazón verla así.

Se acercó y se sentó junto a ella, colocando un brazo sobre los diminutos hombros de la niña.

–¿Qué sucede, pequeña?

–No quiero ir a la escuela. – dijo una triste Elena.

–¿Y eso? – Dijo sorprendida – ¿Pasó algo en la escuela?

–No quiero ir. No quiero. No quiero

–Tranquila, mi amor. – intentó calmarla. - Ven.

Laura la hizo levantarse y la acomodó sobre sus piernas para acunarla. Meciéndola suavemente, comenzó a acariciarle la espalda, tratando de calmarla para poder averiguar porque la niña no quería volver a la escuela.

–¿Algún niño te trató mal? ¿Te dijeron algo? – la niña negó con la cabeza, mientras los sollozos bajaban de intensidad. En aquel momento, vibro su teléfono móvil indicando la entrada de un mensaje. Era de Jaime.

Me acaba de llamar la maestra de Elena, hubo problemas en la escuela. Me voy a retrasar un poco más de lo planeado. 

¿Hablas con ella? 

Te Amo.

Dejando el teléfono a un lado siguió meciendo a la niña, hasta que los sollozos acabaron.

–Ahora que estas más tranquila, ¿Me cuentas qué pasó?

–Yo no tengo mamá.

–Claro que si, y sabes muy bien que tu mamita te quiere mucho.

–Pero ella no está aquí. Está en el cielo, y no la puedo llevar al festival.

–¿Qué festival? – preguntó sin entender.

–La escuela hará un festival para el Mother's Day. Y debemos hacer una presentación y un regalo para mamá... pero mi mamita no va a estar.

–Oh, cariño... – la apretó fuertemente contra su pecho, sintiendo la pena de la pequeña.– ¿Y por eso no quieres ir a la escuela?

–Sí, porque todos harán un regalo para sus mamás, y se lo entregarán en el festival, pero yo seré la única que no tenga mamá ese día.

–Pequeña... – la siguió abrazando mientras pensaba la forma en la que podía ayudar a la pequeña. Se le ocurría una idea, pero debía consultarle a Jaime primero.

Un par de minutos después, convenció a la pequeña de que fueran a la cocina, para prepararle la cena a papá. Jaimito estaba un poco más tranquilo pero aún así no sabía por qué su hermana estaba triste, así que la abrazó fuertemente en cuanto la vio. Y Laura amó aún más a aquellos niños.

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