Capítulo XXV

137 13 6
                                    

Un largo rato después, Laura levantó la cabeza, limpiándose restos de lágrimas de sus mejillas. Alzó la mirada hasta encontrar la de Jaime y le preguntó directamente:

-¿Estabas celoso de Tony?

-¿Eh? – Levantando una ceja - ¿Yo? Noo. ¡Qué cosas dices! – murmura un poco nervioso y desviando la mirada. Laura emite una risita suavemente.

-¡Tony es demasiado gay!

-Bueno... yo... yo no lo sospeché cuando lo vi por primera vez. Pensé que era... era algún... pretendiente o qué se yo.

-Bueno, tampoco viene mucho al caso...

-Lau... sobre nosotros.

-No... no hay nosotros, Jaime. – Se separó de él y se apoyó en el respaldo de la cama – Tú te tienes que preocupar de Heidi, y yo de mi trabajo. ¡Y listo!

Jaime la siguió y se apoyó junto a ella en el respaldo.

-No es como me gustaría que sucediera.- siguió Jaime.

-Tampoco es lo que yo quisiera. Es más, si por mí fuera, tú serías soltero. Jamás hubieras conocido a Heidi y yo solo sería una fan afortunada. Pero el destino quería otra cosa. Yo no tengo nada que ofrecerte y tú tienen otras prioridades. La única relación que podríamos tener es de "Fan-Artista". O Jefe-Empleada.

-Y creo – continuó Laura, suspirando cansada – Que es mejor que te vayas a tu cuarto.

-Déjame quedar un rato más.

-No... no es bueno...

Jaime la miró por un largo rato, y al no obtener respuestas, decidió dejarla tranquila. Se levantó y abandonó la habitación silenciosamente.

En la madrugada, Jaime y Heidi se desvelaron al pendiente de Babyboy, quien había explotado en vómito. Luego de que lo habían logrado dormir, ambos fueron a tomar una taza de té, para ver si lograban dormir un poco.

Heidi observó detenidamente a Jaime y rompió el silencio unos minutos después.

-¿Haz dormido con Laura? – Jaime queda con el tazón a medio camino, sorprendido por lo que había dicho Heidi.

-¿Qué dices?

-Eso... Si has vuelto a dormir con ella.

-¿Por qué quieres saber algo así? Mujer, de verdad, me sorprende lo rápido que trabaja tu mente... y lo descabellada que eres.

-No te sorprendas, es solo curiosidad. – dijo inocentemente.

-Bueno, pues tu curiosidad es infundada... - reacio a contestar.

-¿Me vas a decir que nunca has dormido con ella?

Jaime se negaba a responderle. "Bueno, ¿Cómo se le responde una pregunta así a tu esposa?", se dijo.

-Jaime... Hello! – Dijo moviéndole la mano – Sabes que puedo averiguarlo con Laura.

-¡Dios! – Exclamó exasperado- Si te refieres a dormir... de dormir, si. Hemos dormido antes juntos. Ahora... la verdad es que ni siquiera me aguanta a veinte metros cerca de ella.

-Ya lo sé – murmuró.

-Pero no te preocupes, ha sido todo inocente... De hecho, tuvimos una conversación...

-¿Qué pasó? – preguntó Heidi preocupada.

-Nada... no pasa nada ni pasará nada... voy a apoyarla con el embarazo... pero no hay un nosotros.

-¿Qué pretendes hacer? – preguntó Heidi al cabo de unos minutos.

-No lo sé. – dijo Jaime – Por lo pronto, enfocarnos en tu operación y el tratamiento. Ya luego veré el resto.

-¿Y qué piensas hacer con Laura?

Jaime sopesó sus palabras antes de expresarlas en voz alta.

Ya su mente estaba a punto del colapso. Lo de Heidi, el embarazo de Laura, la mismísima Laura, el trabajo, compromisos, etc. Todo estaba logrando que se sintiera inquieto y ansioso. Las clases de boxeo no estaban logrando que él botara energía y si seguía así, se terminaría matando. Por lo que debía dejar ir algunas cosas para preocuparse de lo importante. Y lo de él con Laura, simplemente no era el momento. Y así se lo hizo saber a Heidi. La rubia comenzó a protestar, pero Jaime la silenció diciéndole que si estaban destinados a algo más, el tiempo es más que sabio para saber cuándo debe suceder.

El día comenzó con Jaimito descansando por el cuadro de vómitos. Elena fue invitada a una tarde de piscina en casa de una amiga, por lo que a medio día la fue a dejar Laura y aprovechó de tomarse el tiempo en ello.

Luego de dejar a la niña en casa de su amiga, Laura fue a caminar por la costanera. Como era día domingo, había muchas familias ya instaladas en la playa, listas para comer y divertirse. Los envidiaba.

Ella quería tener la oportunidad de holgazanear en la playa, junto a su pareja. Pero para ello, debía cortar de una buena vez con ese enamoramiento con Jaime. Si seguía aferrada a él, jamás podría tener lo que en verdad quería.

Quizás podría partir por buscar un nuevo trabajo, algo relacionado con su carrera, validar sus estudios en el país, y quien quita, más adelante volver a trabajar en un hospital. Y todo eso se le ocurrió en ese preciso instante.

Rió por lo bajo, por el curso de sus pensamientos. "Lo que hace un poco de aire marino", se dijo.

Llevaba media hora sentada en aquel banco, mirando la bahía, con sus pensamientos flotando en el aire, cuando fue consciente de un muchacho junto a ella. No lo miró directamente, pero su presencia era potente. Miró de reojo sus zapatillas que habían tenido mejores tiempos, unas piernas tonificadas que fueron muy bien evaluadas. Y ya, hasta ahí. No se atrevió a continuar.

-El día está maravilloso, ¿No te parece? – le dijo el chico. Laura, a regañadientes, se giró a mirarlo, sorprendiéndose con aquellos ojos color chocolate tan expresivos. Sus rizos húmedos por la corrida, caían sobre su frente dándole esa sensación de "Chico Rebelde". Se dio cuenta que no debía tener más de veinticinco años, pero les hacia justicia muy bien.

-Eso... eso creo. – le respondió Laura.

-Después de los veinte kilómetros, creo que estoy lo suficientemente listo como para comerme una hamburguesa.

-¿Y sirve de algo que corras tanto, para luego recuperarlo con una hamburguesa? – preguntó Laura sorprendida, a lo que obtuvo una sonora carcajada.

El chico se levantó la camiseta, mostrando un abdomen naturalmente tonificado. Demostraba que hacía ejercicios pero que no abusaba. "Como Jaime", la corrigió su voz interior.

-Creo que me lo puedo permitir, ¿No crees?

Laura no respondió. No podía. La verdad, es que extrañaba sentir deseos por un hombre. Hasta el momento, el único con el que había compartido algo significante, era Jaime. Pero había quedado en que era ya prohibido. Y el chico era bastante guapo como para moverle la hormona. Y sabia que gran parte de esa necesidad de sentir un buen orgasmo, eran culpa de las hormonas.

Nerviosa, asintió rápidamente.

-Por cierto, soy Noah. – dijo el chico estirándole su mano, a modo de presentación. Laura, para no ser descortés, le respondió el saludo.

-Laura...

-¿Qué dices Laura, quieres ir por una hamburguesa? – Laura lo miró sorprendida.


****************************

Y ya, con eso por este día.
Espero pronto traerles más y gracias nuevamente por leer y comentar!

Besos!

¿Seguirás Amandome?Where stories live. Discover now