Capítulo XXXVII

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Las palabras de Jaime fueron como un jarro de agua fría para Laura. Aun teniendo sus razones para no haber ido inmediatamente con ellos, Jaime tenía razón en algo: los había dejado cuando más la necesitaban.

–No puedes hablar en serio – susurró Laura.

–Tan cierto como que tu estas aquí ahora.

–No pude venir antes... tuve problemas con la visa...

–Esas son excusas. Incluso siendo la verdad, tenias forma de avisarme.

–Te dije que... – Jaime no la dejó terminar.

–Sí, que no tienes teléfono. Pues fíjate que podrías haberte hecho de otro. – Dijo enojado – Podrías haber hecho muchas cosas para comunicarte conmigo. Pero no lo hiciste.

Laura pensaba rápidamente en como poder contarle todo sin que la echara de la casa. Lo único que se le venía a la mente, era mostrarle los documentos del hospital. Los llevaba con ella, porque era su historial y debía encontrar pronto un obstetra para poder seguir con los chequeos del embarazo.

–Suéltame... – susurró nuevamente Laura. Jaime fue consciente de la forma en que la agarraba y la soltó bruscamente. Laura, tambaleante, se levantó del regazo de Jaime y se acercó a sus maletas. De una de ellas, sacó una carpeta con documentos que le tendió a él.

–Ahí tienes la explicación de por qué no me puse en contacto contigo.

Jaime, sin entender nada, hizo caso omiso de los documentos, dejándola con la mano estirada. Laura, resignada, abrió el sobre y comenzó a sacar documentos mientras le explicaba todo.

–Después de que falleció Heidi comencé a sentirme mal. Mi amiga me llevó a la consulta de su esposo y después de los análisis de rigor, decidieron internarme un par de semanas.

Jaime levantó bruscamente la cabeza, mirándola fijamente y temiéndose lo peor.

–Afortunadamente – continuó Laura – llegué a tiempo para que se pudiera detener el aborto...

Jaime retuvo el aire en sus pulmones mucho más tiempo de lo que fue consciente, sin creerse que estuviera hablando de aborto.

Otra vez.

Laura, continuó su explicación:

–Después de los días en el hospital, me dejaron ir a la casa con reposo absoluto. Ni siquiera podía levantarme al baño. Acaté todas las indicaciones que me dieron... porque de esa forma me aseguraría de que no le pasara nada al bebé.

Movió suavemente el sweater para mostrarle el vientre que aún no evidenciaba nada.

–Estoy embarazada.

****

Posiblemente, cuando asumiera todo se arrepentiría de haber reaccionado como lo hizo. O como NO había reaccionado. Pero saber que Laura estaba embarazada otra vez lo había dejado estupefacto. Jamás se le volvió a pasar por la cabeza esa posibilidad y para ser sinceros ni siquiera había pensado en algún método anticonceptivo cuando estuvieron juntos en las ocasiones anteriores. Y no sabía qué pensar acerca de ello. Sentía una opresión en el pecho, pensando en aquella criatura que venía nuevamente al mundo sin que ellos lo hayan deseado, pero lo que más le sorprendía era la entereza de Laura para asumir un nuevo embarazo y la calidez con que se acarició el vientre cuando le dio la noticia. Claramente necesitaba pensar en muchas cosas. Pero desvelarse no le iba a ayudar mucho, sabiendo que su día comenzaba bastante temprano.

Después de haber ido por un teléfono celular, y gastar parte de sus ahorros en ello, decidió visitar a Ethan en la tienda. Necesitaba desesperadamente hablar con alguien para no seguir pensando en Jaime y angustiarse con el hecho de que no la había recibido como se había imaginado. Tampoco es que esperaba una alfombra roja ni pasar la noche con él. Pero lo mínimo que pensaba era que él se alegraría con verla nuevamente. Lo del embarazo... pues sí, eso si se lo esperaba.

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