Capítulo 23

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Anteriormente...

No podía quitarme la sensación del pecho, el recuerdo de mi retina... como si me estuviese carcomiendo por dentro el haber presenciado a Steve besar a Sharon y Melinda.

Este último reto me había jodido de verdad. Seguramente más de lo normal por ir borracha. Y lo odiaba.

Odiaba estar celosa.



Apoyé una mano en la pared para mantenerme erguida mientras caminaba por los pasillos de las instalaciones. Iba tan borracha que las paredes se inclinaban levemente y el suelo parecía tambalearse. Con la cantidad de alcohol que había bebido y la mezcla de clases mañana no me iba a quitar la resaca ni el suero original del súper soldado.

Whisky.

Ginebra.

Absenta.

Sangría.

Cerveza.

Vodka.

Y el agua de los floreros también.

Todo para terminar enfadada por culpa de James y de su estúpido reto y de Steve. Maldito Steve. Malditos sentimientos. Tenía que ir y colarme por el estúpido americano. Si me hubiese mantenido fría e impasible esto no hubiese pasado y ahora sería una borracha feliz. Pero no, tenía que dejar que mi vagina tomase las decisiones importantes. ¡Coño! Para eso podríamos haber comprado un vibrador, de esos acuáticos con doce velocidades. Y todos felices.

Los vibradores no daban dolores de cabeza, ni te hacían sensible y celosa.

—¿Nat?

—Natasha está apagada o fuera de cobertura, por favor, inténtelo de nuevo más tarde.

—¿Eres consciente de que te estoy viendo hacer eses por el pasillo?

Su voz cada vez sonaba más cerca... o yo andaba más despacio.

—No, Natasha es invisible. Es un ninja.

—Y... ¿A dónde va el ninja?

—Tiene una misión muy importante.

—¿Puedo saber cuál es? —se situó a mi lado, pero le ignoré. Seguía concentrada paseando mi mano por la pared.

—No, es una misión de alto secreto.

Menuda conversación más estúpida.

—¿Puedo acompañarte?

—¿Te vas a dar media vuelta si digo que no?

—No.

—¿Pues para qué preguntas? —bufé.

Identifiqué el cuadro de la pared y torcí la esquina, llegando a nuestro pasillo. Saqué entonces la llave del pequeño bolso y atiné a la primera, abriendo la puerta.

—¿Tú no estás borracha?

—Sí.

—¿Y cómo has abierto la puerta?

—Te he dicho que soy un ninja.

Encendí la luz y tiré el bolso al sofá.

—¿Estás molesta conmigo?

Me giré a mirarle. Había cerrado la puerta y se había apoyado en ella.

—Pero qué listo eres, Steve Rogers.

Guerra y pasión || RomanogersUnde poveștirile trăiesc. Descoperă acum