Capítulo 1

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Esta historia surgió hace poco más de un año en mi cabeza y desde entonces me he dedicado a escribirla. No está acabada todavía, pero tras haber visto 'Avengers: Endgame' no sé como enfrentarme a todo lo que estoy sintiendo y creo que publicarla me va a ayudar. Como ya se ve, ocurre después de Civil War y no va a aparecer nada relacionado con Thanos en ella, aunque quizá sí alguna gema.

Espero que, al igual que a mí, os ayude a superar Endgame, aunque ni siquiera yo estoy segura de qué podría ayudarme ahora mismo a recomponerme. Y no me voy a entretener más, porque acabaré modo sensiblera. ¡Espero que os guste!


Contiene lenguaje explícito y escenas de sexo y violencia


El día había sido una auténtica mierda. No solo estaba herida físicamente, sino también psicológicamente, y de la forma más dolorosa posible.

Furia había catalogado la misión como todo un éxito, pero para mí había sido una auténtica derrota. Y no me refería a que me hubiese llevado un par de cortes, puñetazos y patadas que me habían dejado dolorida, sino a lo que había descubierto. Justo cuando creía que ya no podía aparecer nada más sobre mi pasado, cuando creía que había hecho tabla rasa, aparecía algo que volvía a llevarme de vuelta a la Sala Roja.

Caminé por las oscuras calles de Manhattan hasta llegar al que siempre había sido mi bar favorito y me senté una esquina de la barra. El barman, un tío joven con actitud pasota que no llevaba mucho tiempo trabajando en el lugar, no tardó en acercarse a mí.

―¿Qué te pongo, preciosa?

―Whisky con hielo ―murmuré sin levantar la vista de la barra. Lo último que necesitaba es que alguien viese mi aspecto. No había pasado por casa a cambiarme, así que seguía llevando uno de mis trajes de combate, roto y sucio, además de los nudillos manchados de sangre y una herida en el labio. Lo único que tapaba mis horribles pintas era una larga gabardina hasta las rodillas.

―¿Una noche dura? ―preguntó el tipo mientras me entregaba un vaso con líquido ámbar.

―No es de tu incumbencia ―mascullé agarrando el vaso y bebiendo la mitad del contenido de un trago. El líquido abrasó mi garganta y el calor que recorrió mi cuerpo me reconfortó.

―Mujeres... ―se quejó el tío de la barra― Si somos amables nos mandan a la mierda y si no lo somos nos llaman machistas. Al final todas sois unas calienta... ―antes de que pudiese seguir con su charla levanté la cabeza y agarré el brazo que tenía sobre la barra, clavándole las uñas en la piel, haciendo que la sangre chorrease inmediatamente por su brazo. El tío me miró asustado.

Sí, ese era el efecto que solía tener sobre la gente cuando me enfadaba. Y hoy estaba muy enfadada.

―Discúlpate.

―Yo... lo siento, no pretendía ofenderla. ―tartamudeó.

―Eso está mejor ―solté su brazo y me limpié la mano con una servilleta― Tráeme otra copa.

Salió prácticamente huyendo a la otra esquina de la barra y volvió con la botella, que dejó cerca del vaso.

―Invita la casa.

―Gracias ―dije sin mirarle, volviendo a dejar que el pelo me tapase las facciones.



―¿No crees que una botella es demasiado para ti sola? ―el taburete que había a mi lado chirrió al sacarlo de debajo de la barra.

―No voy a compartir mi whisky gratis con alguien que no se emborracha ni con alcohol etílico.

Guerra y pasión || RomanogersDonde viven las historias. Descúbrelo ahora