Capítulo 11

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Los diálogos en cursiva están en ruso.

Anteriormente...

—James y yo nos conocemos. Mucho antes de la Guerra Civil. Antes de la misión del Soldado de Invierno. Antes de que yo perteneciese a los Vengadores.... Durante cinco años él fue mi instructor en la Sala Roja.

Escuché jadeos, pero yo solo tenía ojos para Steve, quien se había quedado congelado mirando la fotografía. En ella Bucky estaba sobre mí, inmovilizándome sobre una colchoneta.

—Y también fuimos pareja.


—¿Cómo? —murmuró Wanda, alternando su vista entre James y yo.

A excepción de Furia y Clint, que ya sabían la historia, todos se habían quedado mudos, sorprendidos. Incluso Tony se había hundido en su silla y nos miraba a ambos sin entender. Pero Steve... Steve continuaba mirando esa imagen.

—Cuando me convertí en la mejor alumna de la Sala Roja necesitaron buscarme nuevos profesores que estuviesen a mi nivel. Entonces trajeron al Soldado de Invierno para entrenarme. Fui la envidia de toda la organización. Todos los días me entrenaba durante horas en cualquier disciplina que se os pueda ocurrir: combate cuerpo a cuerpo, estrategia, tiro, boxeo... Ya tenían una máquina con el cerebro lavado, querían crear otra —agarré el documento, ojeando las páginas sin realmente ver nada—. No sé en qué punto pasamos de darnos puñetazos a compartir ducha, la verdad. Pero mantuvimos en secreto la relación durante casi un año y medio. Después la descubrieron y pocos meses después algo salió mal y nos castigaron.

—A mí me borraron la memoria —aclaró James—. Y olvidé todo sobre la Sala Roja, hasta que hace unos meses Shuri consiguió revertir los efectos del borrado de memoria y volví a recordar todo.

—Y a mí... bueno, eso no viene al caso —cerré el archivo y lo tiré al centro de la mesa—. Unas semanas después llegó Clint y terminamos con la Sala Roja.

Alcé por fin la cabeza. Y la única persona que me interesó fue Steve. Me miraba con el semblante más serio que le había visto portar alguna vez. No sabía qué se pasaba por su cabeza, pero la frialdad de sus ojos me hacía querer encogerme en la cama y no volver a salir. Sabía que debería de habérselo contado antes a él, y muchos años atrás, cuando apareció James por primera vez en Washington. Pero lo que él implicaba para mí... esa parte de mi pasado... Era solo mía y no quería que nadie conociese sobre ella. Lo que hice bajo el mando de la Sala Roja, lo que sufrí... tenía derecho a enterrarlo y no volver a hablar de ello. Nunca.

—Entonces... —Sam agarró la carpeta y empezó a mirar su contenido— Cuando Bucky son atacó por primera vez en Washington...

—Yo ya sabía quién era —asentí.

—Pero tú no la recordabas a ella —preguntó Rhodey a James.

—No. De hecho, en los últimos ocho años he intentado matar a Natalia unas... ocho veces.

—Creo que nueve —murmuré con una pequeña sonrisa.

—Esto es... no sé —murmuró Tony, mirándome—. Me siento un tanto traicionado.

—Cuando me diste los documentos sobre Bucky —dijo Steve, rompiendo su silencio sin dejar de mirarme— para poder buscarle... ¿Pediste realmente un par de favores a Kiev?

—No me hizo falta. Yo tenía los documentos. Sabía donde enviaros a buscar.

Tras mi respuesta apartó la vista y la centró en cualquier punto de la sala menos en mí.

Guerra y pasión || RomanogersWhere stories live. Discover now