—Lo sé, me veo fabuloso, porque no he envejecido.

—¡¿Cómo?!

—Por la regeneración celular, ¿no es fantástico?

—Sí —respondió mientras tocaba con su dedo la piel de la cara del chico—. Espera, ¿cómo dijiste que te llamabas?

—Ryu. Y si no dejas de tocarme, voy a tener que paralizarte.

—No gracias, no quiero que me paralice un monje extraño.

—¿Qué? Yo no soy monje... aprendí de grandes maestros que fueron monjes, pero yo no soy monje.

—Por favor, es como si yo dijera que soy virgen.

—Solo que yo no miento descaradamente como tú.

Maddie se atoró con el té al escuchar lo que dijo. No podía creer que un anciano le había dicho eso en serio, pero supuso que él había tenido que adaptarse a cada época y lugar.

—¿Qué eres entonces?

—Como tú, tengo dones y los uso para proteger a aquellos que me rodean. Ahora tengo asignado enseñarte lo que necesitas saber, y hay otras cosas que debes aprender por tu cuenta. Tú tienes que descubrir para qué estás aquí y parece que nunca te habías dado cuenta de que debes hacerlo. Hoy rompiste una barrera que nos separa de otra dimensión, ¡podrías controlar el espacio tiempo, pero nunca te has puesto a pensar en ello! ¡Vives tan ensimismada en tu mundo de adolescente que te interesa más tus dramas que la continuidad del mundo en el que vives!

En ese momento, alguien tocó a la puerta con fuerza, pero Ryu no fue a abrirle, sino que siguió tomando té. La habitación se encontraba al fondo de la casa, teniendo que pasar por un pasillo estrecho, luego por la cocina separada del comedor por una puerta corrediza y una pequeña habitación de entrada, en la cual había un mueble pequeño para los zapatos. La puerta se abrió con un estruendo y apareció Joe, quien para abrirla partió la puerta por la mitad horizontal. Mad se levantó rápidamente con miedo, sin saber que se trataba de Joe, pero Ryu continuó sereno y caminó hasta la entrada.

—¿Dónde está ella? —preguntó Joe con ira, mientras una luz turquesa lo rodeaba y tenía una gran concentración de esta en sus puños.

—Primero, tienes que calmarte. Segundo, debes quitarte los zapatos, esta es mi casa.

—¿Qué le hiciste? ¿Dónde la tienes?

—Ya te dije, primero cálmate...

Joe se irritó aún más y quiso golpearlo, pero Ryu lo esquivó por medio de la teletransportación. Así fue repetidas veces, provocando que Joe rompiera muchas cosas, hasta que Mad apareció y Ryu la vio, aunque Joe no.

—Es divertido fastidiar a tu novio —le dijo Ryu a Mad cuando la vio.

Joe aprovechó el momento de distracción del chico y lo golpeó en la cara, tirándolo al suelo y rompiéndole la nariz. Mad lo miró atónita y corrió a interponerse entre ambos. Al darse cuenta de que ella estaba ahí bien, pudo volver en sí y tranquilizarse, abrazándola.

—Creí que estabas en peligro —le susurró Joe.

—Y yo creí que tú estabas en Nueva York. ¿Cómo me encontraste? ¿Cómo supiste que estaba aquí?

—Hay muchas cosas por explicar parece —interrumpió Ryu—, pero este no es el momento.

Ryu se levantó del suelo y volvió a acomodarse la nariz, la cual sanó instantáneamente cuando la puso en su lugar. Observó el lugar, que estaba hecho un desastre por culpa de Joe, a quien miró después y supo que debía hacer algo.

Mad #PGP2023Where stories live. Discover now