Capítulo 25

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A la mañana siguiente, se levantó muy temprano y buscó su blue jeans más viejo, pues su tía le había dicho el día anterior que harían juegos con barro en el club de su iglesia, al que solía ir hasta hacía menos de un año. Se colocó también una remera de recuerdo del último campamento regional al que había ido y su pañoleta del club, además de unas zapatillas deportivas. Tenía claro que había quedado de almorzar con Dante, pero no quería faltar a una mañana de juegos, pues necesitaba toda esa actividad física.

Había que correr por un circuito con la unidad, que empezaba con un punto para demostrar la habilidad para realizar nudos, para luego correr hacia otro punto en donde debían pasar gateando por un camino de barro, con elásticos sobre este, obligando a tener que pasar de esa forma.

Por la edad de Mad, estaba como ayudante de consejera de una unidad, por lo que, ella pasaba detrás de las niñas a las que pertenecían a la unidad. A diferencia de sus amigas, ella pasó con gusto y riendo todo el rato, disfrutando del juego. Luego del camino de barro, cada una tenía que hacer un vendaje con su pañoleta, por lo que ayudó también a las niñas más pequeñas de la unidad, ante la mirada orgullosa de su tía.

Tras varias actividades, tocó por fin el juego favorito de Mad: pasar caminando sobre una cuerda, sosteniéndose de otra. De todas las actividades de campamento, esa era sin duda su favorita. A las niñas pequeñas les dio miedo al principio, pero las motivó y les juró que era seguro, cuestión que pasaron y les encantó. Mad estaba entusiasmada, pues sabía que todo eso era para prepararse para el campamento que se llevaría a cabo a mediados de junio, que sería a nivel nacional.

Terminaron casi a la una de la tarde, tras echarse agua con una manguera para sacarse lo más posible el barro y Mad se fue rápidamente al centro comercial, ignorando que todavía se encontraba sucia. Las personas en el autobús la miraron espantados, hasta que se bajó en el parque al que solía ir. Caminó hasta el centro comercial y vio a Dante sentado en la escalinata.

—¿Qué te pasó? —le preguntó.

—¿Ah? ¿Por qué?

—Estás llena de barro y empapada.

Mad se detuvo un momento y pensó. Dante tenía razón.

—Cierto... yo... es que... verás...

—Anda a ponerte algo limpio y seco, te puedes enfermar.

—¿No te molesta que...?

—Anda.

Dante sí estaba molesto, pero no quiso decirle. Fue al paradero nuevamente y, luego de unos minutos, subió a un autobús de la línea que pasaba a un par de calles de la suya. Se sentía culpable por no haber pensado en cómo iba a terminar, pero a la vez no podía arrepentirse de su elección, pues se había sentido tan bien mientras jugaba.

Kathy la miró horrorizada cuando entró a la casa y la obligó a dejar las zapatillas afuera, pasándole unas sandalias para que subiera a bañarse. Hizo todo bastante rápido, para no tener que hacer esperar por demasiado tiempo a Dante. Se puso un vestido floreado y sus Converse negras, aprovechando que ese día estaba caluroso.

Luego de una hora después, Mad llegó de nuevo hasta donde estaba Dante, quien sintió que había valido la espera en cuanto la vio, ilusionado con la idea de que volverían e ignorando que ella estaba ahí como una mera amiga.

Caminaron juntos hacia una pizzería dentro del centro comercial, distinta a la que habían ido en el cumpleaños de Dante. Mad sujetó en todo momento los tirantes de su mochila, evitando que su mano quedara al alcance del chico.

Una vez que llegaron, él se apresuró para correr antes la silla de Mad, por lo que, ella se sentó en la otra. Dan la miró desconcertado y se sentó en la que había movido para ella.

Mad #PGP2023Donde viven las historias. Descúbrelo ahora